Difusas nuestras raíces, difuso nuestro porvenir
Simón Valdivia AguileraEnsayo28 de Junio de 2020
3.819 Palabras (16 Páginas)135 Visitas
Difusas nuestras raíces, difuso nuestro porvenir
Faltan solo 40 días para el 18 de septiembre y es inevitable desde ya pensar en planes, comidas, bebidas, lugares y distintas formas de celebrar una de las festividades favoritas del país. Muchos no le toman el peso al origen de la celebración y otros equivocadamente, asocian esta fecha con la declaración de Independencia de Chile. En este punto, es necesario recordar que el acta de declaración no fue firmada hasta el 12 de febrero de 1818 y que un 18 de septiembre de 1810 se efectuó la primera junta de gobierno, cuyo simbolismo principal radica en convertirse en el primer hito concreto del proceso independista que el Chile colonial llevó a cabo a principios del sigo XIX.
Muchas son las actividades o tradiciones que hacen hoy efervescer la identidad patriota en Chile, tanto las fiestas patrias como los partidos de la selección nacional o la teletón, que no falla en unir una vez al año a todos los chilenos en una solidaria cruzada. Sin embargo, llama la atención la progresiva penetración de otras festividades que poco a poco, en el transcurso de las últimas décadas, se han ido ganando el favoritismo de las personas. Cabe señalar que todas estas “nuevas” festividades tienen un par de características en común; son de origen foráneo y se fundamentan en la generación del consumo excesivo de un producto o tipo de producto en específico en una determinada fecha o periodo acotado de tiempo.
Es así como la Navidad, la Pascua de Resurrección, Halloween, entre otras han tomado gran protagonismo en el calendario de celebraciones chileno, festividades que no solo son sinónimos de descanso y goce, sino que vienen acompañadas implícita y/o explícitamente de regalos y ornamentación, es decir, un incentivo al sistema capitalista en el que la sociedad está inmersa, con altas necesidades de consumo que deben ser saciadas y con un impecable trabajo de marketing que año a año, celebración a celebración cumple con su cometido.
La festividad de Navidad es una de las celebraciones más importantes del catolicismo, cristianismo, para la iglesia anglicana, en algunas comunidades protestantes y para la mayoría de las iglesias ortodoxas, donde se conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén el 25 de diciembre. Sin embargo, en algunas iglesias ortodoxas como la rusa o la de Jerusalén se celebra el 7 de enero, ya que no aceptaron la reforma hecha al calendario juliano para traspasarse al calendario gregoriano. Si bien es una festividad que se celebra desde aproximadamente el año 200 D.C. no fue hasta el siglo XIX que se empezó a transformar en lo que actualmente conocemos, donde se empezaron a enviar tarjetas navideñas, junto a la propagación de la leyenda de Nicolás de Bari, un sacerdote conocido por sus milagros y bondades con la gente pobre, que más tarde mutaría, principalmente en Estados Unidos, en lo que hoy conocemos como Santa Claus o el Viejito Pascuero, expandiéndose su imagen a nivel global, gracias a una exitosa campaña publicitaria de Coca Cola realizada en el año 1931, con el trasfondo comercial ya conocido, donde en Chile durante los últimos 10 años el gasto promedio por familia en regalos es de $185.000 según la cámara comercio de Santiago, el cual contrasta con los 188 euros gastados, es decir, aproximadamente $130.000 en promedio en Europa en 2017, según la consultora Deloitte, sin considerar los $25.000 que se destinan año a año en ornamentación y adornos, cifra que año a año sufre un incremento aproximado del 5% por familia.
La Pascua de Resurrección, es otra celebración religiosa principal del cristianismo, donde de acuerdo con los evangelios canónicos se conmemora la resurrección de Jesucristo al tercer día luego de haber sido crucificado. La Pascua marca el día final de la Semana Santa, pero no está fijada en base al calendario gregoriano, sino que se estableció como el primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera en el hemisferio norte (fijado el 21 de marzo), por lo que la fecha se conmemora en el rango entre el 22 de marzo y el 25 de abril. De la misma forma que la Navidad, la festividad ha mutado en su significancia y forma de celebración, donde en sus primeros inicios tenía por objetivo recordar la liberación del pueblo judío de su esclavitud en Egipto, para luego unir este significado a la muerte y resurrección de Jesucristo, lo que luego del Primer Concilio de Nicea separó la pascua judía de la católica.
En cuanto a los huevos, se piensa que el origen de la tradición surge como una reminiscencia de la Edad de Hielo, donde tras el duro invierno y cuando casi no se contaba con provisiones, con la llegada de la primavera volvían las aves desde el sur (en el hemisferio norte) y ponían huevos, de los que se alimentaban los seres humanos mientras mejoraban las temperaturas que les permitieran volver a cazar. También, se cree que se utiliza como simbolismo representativo del ciclo de la vida debido a su forma ovalada, otro significado que se le da al huevo surge del endurecimiento del corazón del faraón Ramses II, quien no permitía la liberación del pueblo hebreo en Egipto y, el último simbolismo que se le atribuye es el fortalecimiento que el pueblo judío experimentó al lograr salir de Egipto durante el Éxodo. En épocas más antiguas e incluso hasta el día de hoy, no está permitido comer carne durante el periodo de Cuaresma, el huevo al ser considerado como “carne” no podía ser consumido y era cocido, pintado para diferenciarlo y mantenido como reserva hasta después de Pascua. Desde aquí y al ser asociado a la fertilidad, además de coincidir con la primavera, estación de fertilidad per se, hace que el huevo sea el símbolo inequívoco de esta festividad, el que comenzó a ser fabricado con otros alimentos sustitutos como azúcar y luego chocolate. Si bien, hacia fines de la edad media los huevos seguían teniendo un significado más ornamental y relacionado a la fertilidad, la cultura gastronómica del azúcar y chocolate siguieron penetrando fuertemente en los huevos de pascua en Europa, principalmente entre los niños, tradición que se sumó a la creación del Conejo de Pascua, cuyos inicios se remontan a 1682 en la obra “De ovis pashalibus” de Georg Frack Von Frankenau, donde se establece una asociación simbólica al conejo por su amplia capacidad de procreación y las fiestas dedicadas a la fertilidad de la tierra tras el invierno. Actualmente, el fuerte marketing se ha encargado de realzar la tradición del Conejo de Pascua, pero en Chile, sin ningún trasfondo más profundo que el de producir y comercializar grandes cantidades de chocolates para ser regalado principalmente a los niños, pero también entre adultos, sumándose a tendencias de ornamentación y merchandising ad-hoc con las fechas.
Chile, según Euromonitor es el segundo mayor consumidor de chocolate en Latinoamérica, donde se consumen 2.1 kilogramos anuales per cápita, traducidos en US 30, es decir, una cifra cercana a los $20.000 al año. De este consumo, el 90% se concentra en la celebración de Pascua de resurrección, donde aproximadamente $18.000 por persona es lo que desembolsa el conejito en esta celebración. Del mismo estudio se extrae que la demanda anual se expande en un 10%, donde la diferenciación en calidad, diseño e innovación es la mayor beneficiada.
Halloween por otra parte, nace de una antigua tradición de los pueblos celtas, quienes solían realizar una gran ceremonia para conmemorar el final de la cosecha. Esta celebración ocurría a fines de octubre y fue bautizada con la palabra gaélica Samhain (cuya etimología es “el final del verano”) ya que durante esta celebración de despedían de Lugh, el dios del Sol. La ceremonia, marcaba además el acortamiento de los días versus el alargamiento de las noches, donde según sus creencias, al igual que muchas culturas prehispánicas, se pensaba que en Samhain los espíritus de los muertos regresaban a visitar el mundo de los mortales. La costumbre principal era dejar comida y dulces fuera de sus casas como ofrendas y encender velas para ayudar a las almas a encontrar el camino hacia la luz y descanso junto a Lugh. Con el auge del catolicismo, esta celebración pagana se cristianizó y comenzó a llamarse “All Hallow’s Eve”, de donde nace la palabra Halloween. No es hasta 1840 que esta festividad llega a EE. UU. y Canadá, donde inmigrantes irlandeses transmitieron la costumbre de tallar calabazas gigantes, dejarlas huecas con una vela dentro, inspirados en la leyenda de Jack el tacaño. Sin embargo, es en 1921 donde la celebración cobra masividad en el primer desfile de Halloween en Minnesota, el cual fue replicado en otros estados hasta conseguir el gran protagonismo que la caracteriza en la actualidad. En la década del 70 y principios de los 80 la celebración fue internacionalizada gracias al cine y a la televisión, que le dio una connotación mucho más comercial y ostentosa, con concursos y competencias por adornar casas y disfrazarse, junto con entregar dulces a los niños que puerta a puerta llamaban pidiendo “trick or treat”. En Chile, esta controversial celebración tomó fuerza durante los años 90, tras el fin del régimen dictatorial y aunque la iglesia intentó por todos los medios castigar la celebración y evidenciar los orígenes paganos de la misma, lo cierto es que, durante los últimos 10 años, sobre un 50% de la población manifiesta celebrar esta festividad y la industria de los dulces, decoración y disfraces ha visto ingresos de entre $10.000 y $15.000 por persona entre los ítems mencionados.
En cuanto a la industria de la música, el panorama no es muy distinto. La masificación de internet durante los años 90 fue duro golpe para la industria discográfica, quien desde su surgimiento solo había observado un largo e ininterrumpido crecimiento. Fue el año 2006 donde se marcó un importante quiebre para la industria musical local, las tres grandes multinacionales (EMI, Warner Music y Sony Music) instaladas en Chile desde la vuelta de la democracia cerraron sus oficinas en Chile para mudarse a otros países de la región, países considerados estratégicos, como respuesta al imparable avance de internet y la piratería digital. Fue así como la industria en Chile quedó renegada a sellos pequeños y discográficas locales quienes no contaban con la capacidad de explorar y explotar talentos, ni de levantar grandes campañas de promoción para posicionar a sus artistas en las principales emisoras. Lo anterior llevó a que entre 2007 y 2013, según el estudio “La industria musical independiente en Chile: cifras y datos para una caracterización” el número de empresas del sector creció un 536%, la cantidad de conciertos pagados aumentó un 43% (de los cuales un 73% fue de artistas nacionales) y la emisión de artistas chilenos en radios alcanzó un 25,04% en 2017, a dos años de la promulgación de la Ley 20% , la cual estipuló que un 20% de la parrilla diaria de cada emisora debía provenir de artistas nacionales, como medida de resguardo ante el avance imparable de distintos estilos y corrientes musicales, como el reggaetón, pop, hip-hop, r&b, rock, indie y alternativa, quienes venían de la mano de importantes artistas foráneos ligados a los principales sellos internacionales, con exuberantes presupuestos de promoción en cada una de las plataformas de streaming, quienes mueven el 51% de los ingresos, dejando en absoluta desventaja a la industria nacional. Sin embargo, pese al positivo impacto de la legislación en sus primeros dos años, el porcentaje de participación ha disminuido en los últimos dos años a cifras inferiores al 22%, cifra que no deja de ser positiva, pero que evidencia una tendencia a la cota inferior mínima de consumo y que deja entrever un estancamiento del crecimiento de la industria local. Sin ir más lejos, según el mismo estudio mencionado más arriba los 10 artistas más influyentes en la era digital, entre 1990 y 2017, debido a rotación radial, cantidad de streams en las distintas plataformas y ventas digitales, fueron los siguientes:
...