Distrbución De La Riqueza En Panamá
Nayiska23 de Abril de 2014
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En los últimos dos lustros Panamá ha registrado una alta tasa de crecimiento que ha generado un nivel de empleo por encima del promedio histórico y un aumento sustancial de la riqueza y el ingreso. ¿Pero hasta qué punto ha contribuido esta expansión a reducir la pobreza y mejorar la esa distribución?
Pareciera haber dos respuestas: Sí, ha contribuido a reducir la pobreza pero no lo suficiente, y ha contribuido muy poco a mejorar la distribución. Por ejemplo, del 2002 al 2008 la pobreza bajó de 37% a 26.5%, mientras que en el 2002 un 60% de la población recibía un 20% del ingreso, proporción que se mantuvo casi intacta hasta el 2008.
El hecho es que, el crecimiento requiere políticas complementarias que aseguren que se distribuya una parte del fruto de este proceso entre la población de menores ingresos a través de una estructura tributaria progresiva (pagan más lo que más tienen) y la reinversión de esos ingresos mediante un adecuado gasto social.
Es precisamente mediante estos programas que puede mejorase la salud y la educación de los más desposeídos para incorporarlos al mercado formal creando un circulo virtuoso en el cual se genera un mejor capital humano que aporta más al crecimiento, y un crecimiento que aporta más al individuo.
Por ello resulta imprescindible que los programas sociales cumplan principios básicos de eficiencia y eficacia, es decir, que se ejecuten con la menor cantidad de recursos posibles, y que el impacto del gasto sea más alto enfocándose en la población de menores ingresos.
Según el Banco Mundial, Panamá presenta una estructura económica dual que deriva de la coexistencia de un sector de exportación de servicios altamente competitivo con un sector agrícola e industrial excesivamente protegido. Esto genera una suerte de enclaves económicos y desintegración que impide que haya beneficios de sinergia entre dichos sectores lo que en gran medida exacerba la inequidad.
Otro aspecto del problema es mejorar el impacto de gasto social. El problema no pareciera necesariamente la insuficiencia de recursos. Hoy por hoy Panamá destina casi el 17 % de su Producto Interno Bruto a estos rubros, tasa
superior al promedio de Latinoamérica, lo cual corrobora la necesidad de mayor eficacia y eficiencia.
Un ejemplo de inequidad es que en Panamá las comunidades indígenas padecen de un mayor nivel de pobreza y la mala distribución de la riqueza lo que inclusive ha llevado a plantear que existen dos e inclusive tres Panamá: la del sector servicio, el sector rural y el sector indígena.
Algunas cifras ilustran estas disparidades: durante los últimos años en promedio la población de áreas rurales no indígenas consumió menos de la mitad de lo consumido por las poblaciones urbanas, mientras que las áreas indígenas consumieron casi 10 veces menos. En la pasada década casi un quinto (20%) de los panameños estaban crónicamente desnutridos mientras que entre los niños indígenas esta tasa llegó al 50%.
Esta situación puede superarse estimulando el crecimiento y expandiendo las oportunidades del empleo formal sobre todo para los jóvenes, y desarrollando el capital humano principalmente de los sectores de menor ingreso, mejorando la institucionalidad, gobernabilidad y dotación de infraestructuras no solo a nivel urbano sino también a las áreas rurales.
De allí que uno de los desafíos que deriva para Panama de la ampliación del Canal por ejemplo consista en revertir esta tendencia y que los excedentes de este proyecto por el contrario contribuyan a lograr que el país marche hacia una mayor integración económica y social otorgando más recursos hacia las áreas geográficas y poblaciones más necesitadas.
DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA
Es el reparto de los productos obtenidos en la industria entre los elementos que concurren a su formación. Lo que se distribuye, sin embargo, no es generalmente el producto mismo, es su precio, ya porque aquél no admite la descomposición en partes, ya también porque, dada la división del trabajo, cada cual consume cosas distintas de las que produce. Por eso la distribución suele verificarse por medio de la moneda, y no es en realidad un fenómeno que pueda separarse del cambio, sino uno de los fines que éste cumple.
La riqueza se divide entre los dos elementos verdaderamente activos que la crean: el trabajo y el capital. La parte que toma cada uno constituye y se llama su retribución. Es indiferente para el hecho de la distribución y las leyes que le rigen el que una sola persona reúna los caracteres del trabajador y capitalista, o que sean muchos los que contribuyen a la producción por cualquiera de esos títulos, aunque en este último caso las retribuciones tomarán formas diversas, según que la industria se establezca con intervención de un empresario o por medio de la sociedad.
Adoptado como base de la distribución el principio de que tiene lugar únicamente entre los que producen la riqueza, dedúcese de él que las retribuciones habrán de ser proporcionadas a la participación que se tome en la industria, y resultarán, por tanto,desiguales para trabajadores y capitalistas, para cada uno, en suma, de los individuos de la Sociedad
Riqueza de Panamá no se distribuye equitativamente
Aunque el informe dice que el ingreso per cápita es de $11,788, economistas afirman que la cifra es menor y señalan que la posición puede representar desventajas para el acceso a fondos internacionales.
El “ranking” que ubica a Panamá en la sexta posición dentro de los países más ricos de América Latina en términos del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita por paridad del poder adquisitivo, podría ser inexacto, según economistas consultados.
Según un informe de la publicación Latin Business Chronicle, en Panamá hubo un alza del 1.8%, representando unos 11,788 dólares por persona.
Sin embargo, el economista Aristides Hernández sostiene que el monto correcto es de aproximadamente 7 mil dólares, debido a que se dividen los casi 25 mil millones de dólares del PIB nominal entre la población actual del país.
Señaló que este indicador sirve para ver cuánto es el ingreso promedio, pero no ofrece información sobre los niveles de la distribución de la riqueza y otros aspectos importantes de la economía.
“El ingreso per cápita no es un indicador suficiente para evaluar la realidad de los ingresos de un país, es solamente un indicador comparativo que representa el ingreso promedio”, expresó.
Agregó que este es un indicador muy engañoso, ya que tiene sus ventajas y desventajas. Por ejemplo, cuando Panamá quiera acceder a donaciones a nivel internacional puede obtener una respuesta negativa, ya que será considerado como un país con mucho ingreso per cápita, mientras que hay gran parte de la población que está lejos de ese ingreso.
Al igual que Hernández, el catedrático de la Universidad de Panamá Juan Jované, señala que este indicador no habla sobre la distribución del ingreso.
“Panamá ha crecido mucho, pero la participación de los asalariados en el PIB ha bajado, es decir hay un mayor deudo en la distribución de los ingresos”, afirmó.
El también economista dijo que Panamá desde hace algún tiempo, ha sido considerado un país de ingreso medio alto, por lo que no puede aplicar a un sinnúmero de programas internacionales de ayuda que van dirigidos a países de menor desarrollo relativo. “Todo esto llama la atención a un problema y es la distribución de los ingresos”.
Contradicción.
Mariano Mena, coordinador del Consejo Nacional de Trabajadores Organizados, expresó que aunque Panamá aparezca como sexto entre los más ricos, por la mala distribución de los ingresos el país queda muy mal a nivel internacional, dejando una clara contradicción.
“Los mecanismos para medir la distribución per cápita son mentirosos, porque no es cierto que en Panamá a cada ciudadano le toque esa cantidad”, manifestó.
“Producimos mucho y distribuimos muy poco, muchos generamos para pocos”, recalcó.
En tanto, Giovani Fletcher, presidente del Instituto Panameño de Derecho de Consumidores y Usuarios, mencionó que el desarrollo económico no necesariamente se transforma en desarrollo económico a nivel distributivo.
Ley de la distribución de la riqueza
En estos últimos 20 años de democracia en Panamá constantemente observamos en los medios de comunicación protestas de los diferentes grupos de trabajadores, tanto estatal como del sector privado, por mejoras en sus condiciones laborales y en particular por sus aumentos de salario, a pesar de que en este mismo período el crecimiento económico según los informes del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ha ido en ascenso, tanto que Panamá está entre los primeros lugares en América Latina de bonanza económica.
La economía panameña ha desarrollado la capacidad de endeudamiento que le permite al gobierno de Martinelli comprometer los ingresos del Estado, tanto presentes y futuros en proyectos multimillonarios como el Metro, compra de corredores, la torre financiera, la ampliación del Canal, el aeropuerto de Río Hato, la ampliación del aeropuerto de Tocumen, la ampliación de la autopista Arraiján–La Chorrera, entre otros proyectos. Por qué no se piensa igualmente en la población mayoritaria de trabajadores que genera esa riqueza económica día a día con su fuerza laboral, otorgándole un proyecto de ley que le haga justicia al aporte que hacen a ese boom económico.
Una ley que se denominaría “Ley de la
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