EL JUICIO DE NUREMBERG
derechista25 de Septiembre de 2012
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EL JUICIO DE NUREMBERG
INTRODUCCIÓN
En 1946 se estaban desarrollando las sesiones del proceso de Nuremberg, en el que fueron juzgados los dirigentes del régimen nazi que dirigió el III Reich Alemán. Algunos países y muchas gentes de la época no aceptaron la validez jurídica de aquel Tribunal Internacional. Se aducía que los vencedores no podían ser justos jueces de los vencidos. Sin embargo, los dirigentes de las naciones que se vieron arrastrados a la guerra tenían muy claro que aquello no podía volver a repetirse y que era necesario juzgar y condenar a los principales responsables de la terrible catástrofe de la Segunda Guerra Mundial. El tribunal era un primer paso para robustecer la paz futura y para garantizar un orden internacional que impidiera la repetición de situaciones semejantes.
Más de medio siglo después casi nadie discute la oportunidad de aquellos juicios. La Organización de Naciones Unidas configuró un nuevo sistema de relaciones internacionales, que no ha conseguido erradicar las guerras, pero que ha logrado controlarlas y localizarlas, evitando su extensión. No hemos alcanzado otra PAX Augusta, pero se ha evitado la conflagración total, a pesar de los difíciles tiempos de la guerra fría y la carrera de armamentos.
Por eso los Procesos de Nuremberg son uno de esos acontecimientos históricos complejos, que pueden ser analizados y juzgados desde distintas perspectivas, y que merece ser recordado.
Antecedentes:
En la historia no existían precedentes de la celebración de un juicio internacional contra los dirigentes de una nación soberana después de perder una guerra contra otras naciones.
La inexistencia de un derecho internacional reconocido por todas las naciones constituía un gran obstáculo para imputar delitos a los políticos desde instancias ajenas a la soberanía de su estado. Sus acciones estaban solo sometidas al ordenamiento jurídico de su país y el político era únicamente responsable ante los tribunales de este. Los políticos nazis, pues, solo podrían ser juzgados por los tribunales alemanes.
Las noticias de las atrocidades que estaban cometiendo los alemanes durante la guerra y la convicción de que el gobierno nazi había provocado deliberadamente la contienda favorecieron desde principios de 1941 el desarollo de la idea de someter a un juicio internacional a los dirigentes del nazismo.
Wiston Churchill fue quien primero habló de crímenes de guerra y de la necesidad de que "el castigo por estos crímenes debiera tener lugar cuando se produjera el desenlace definitivo de la contienda".
En 1942 se creó una comisión con el fin de ir elaborando una lista de responsables que debían ser juzgados cuando terminase el conflicto.
En 1945, en la conferencia de Yalta, Stalin, Churchill y Roosevelt trataron también este tema, analizaron un amplio documento elaborado en Estados Unidos y establecieron las bases para llegar a un convenio entre los aliados sobre la forma en que el juicio debería celebrarse.
Finalmente, el 8 de agosto de 1945, cuando ya se había acabado la guerra, se firmó en Londres el acuerdo entre los 26 paises que habían intervenido en ella contra Alemania por el que se decidió la creación de un Tribunal Internacional Militar.
JUICIO A CRIMINALES DE GUERRA
Este proceso comienza con una sesión preliminar en Berlín, el 18 de octubre de 1945, presidida por el juez militar ruso Nikitchenko. Pero el proceso como tal en contra los principales culpables de crímenes contra la paz, de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad se celebró entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946 en el Palacio de Justicia de la ciudad de Nuremberg. Lamentablemente muy pocos responsables de la barbarie alemana fueron juzgados e incluso muchos jerarcas nazis lograron evitar ser atrapados. A Nuremberg llegaron las caras más conocidas del III Reich, al menos, aquellas personas que aún seguían vivas al momento de celebrarse el proceso. Himmler, Goebbels y el propio Hitler se habían suicidado para evitar ser juzgados; solo Göring llegó vivo a Nuremberg en su condición de gran jerarca nazi.
Se escogió la ciudad de Nuremberg por una cuestión práctica: en Berlín no había quedado en pie ningún edificio que pudiera albergar un procedimiento judicial de estas características, pero Nuremberg poseía un palacio de justicia con una sala capaz para 600 personas, contiguo a un gran centro penitenciario en el que se podía recluir a los detenidos y con un acceso a la sala, que, por una parte, evitaba todo contacto no deseado de los dirigentes nazis, y por otra, hacía completamente seguros los traslados de los presos desde las celdas al tribunal.
Nuremberg ofrecía además, un aliciente añadido: había sido la sede de las grandes manifestaciones; allí habían desplegado todos sus símbolos y banderas aclamadas por multitudes, y allí se había aprobado las leyes más racistas del III Reich. El ingrediente simbólico también era importante.
Los cargos de la acusación
La acusación formuló cuatro cargos:
1.- Crímenes contra la paz: es decir, actuaciones que llevaran a la planificación o ejecución de violaciones de tratados internacionales o comisión de actos de agresión injustificada contra naciones.
2.- Crímenes contra la humanidad: planificación, ejecución o participación en exterminios y genocidios.
3.- Crímenes de guerra: violaciones de las leyes y convenios internacionales sobre la guerra.
4.- Conspiración: actuación con otros o asociación con ellos para cometer cualquiera de los crímenes señalados en los cargos anteriores.
Jueces:
El tribunal quedó consituido por cuatro jueces procedentes de las cuatro potencias principales que habían intervenido en la guerra: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la URSS. Cada uno de ellos tenía un sustituto de su misma nacionalidad. La presidencia recayó en manos del inglés Geoffrey Lawrence.
Acusados:
Los acusados fueron seleccionados entre los ochocientos altos jefes detenidos en los últimos días de la guerra. La lista, al final, quedó reducida a 24 nombres, aunque el tribunal solo abrió la causa contra 22, porque la acusación contra el magnate de la industria pesada Gustav Krupp se sobreseyó por su avanzada edad y mala salud y porque Robert Ley, responsable de los campos de trabajo, consiguió suicidarse, ahorcándose con una sábana antes de que se abriera el proceso. Ante el tribunal se presentó todavía uno menos, ya que Martin Borman siria juzgado en rebeldía porque aun no se había confirmado su muerte en la batalla de Berlín (el total de acusados presentes en Nuremberg fue de 21 personas).
El proceso:
El único jerarca que acompañó a Göring durante el proceso fue Rudolph Hess quien, por su parte, aparentó no estar en sus cabales. Durante los interrogatorios Hess sonreía sin motivos, miraba fijo al techo o dibujaba mamarrachos sobre su banquillo. Apenas en su alegato final esbozó cierto grado de cordura cuando dijo que no se sentía arrepentido de haber servido al hombre más importante que había nacido en tierras alemanas en los últimos mil años, refiriéndose naturalmente a Adolf Hitler. Nunca se sabrá si Hess simuló su estado de locura aunque sus miradas cómplices con Göring parecen ratificar esta sospecha. Hermann Göring, por su parte, también defendió a Hitler con una vehemencia que mereció la admiración de sus adversarios. Mientras los generales y ministros de Hitler se echaban las culpas unos a otros haciendo recaer la responsabilidad en Hitler como impartidor de las órdenes, Göring se levantó indignado y dijo ante el tribunal : "como me hubiese gustado que los alemanes aquí presentes hubiesen limitado su defensa a tres palabras: chupame el culo". Göring bajó la vista una sola vez durante todo el proceso, en ocasión de la exhibición de algunas escenas de los campos de exterminio, y jamás se quebró ante el maltrato de sus carceleros. El otro poderoso Reichsmarschall vestía unas ropas viejas y gastadas y era obligado a comer en una lata sin cubiertos en una pequeña celda de 3x3 sin calefacción ni agua caliente. El mismo trato recibieron el resto de los prisioneros en un acto que demuestra que la sentencia ya estaba firmada antes de que el "juicio" empezara. Nuremberg fue un circo con Göring como figura estelar a falta de Hitler que astutamente se anticipó a la intención de los aliados suicidándose y ordenando quemar su cuerpo. El resto de los prisioneros, especialmente los ministros de Hitler, demostaron una conducta cobarde y egoísta que no sólo indignó a Göring sino también a sus acusadores. El arrogante y soberbio Ribbentropp se rebajó a niveles increíbles con tal de salvar su pellejo
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