EL USO DEL CONOCIMIENTO EN LA SOCIEDAD
javito18Resumen20 de Abril de 2019
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EL USO DEL CONOCIMIENTO EN LA SOCIEDAD - Friedrich A. von Hayek
Muchas de las controversias contemporáneas respecto de la teoría económica y de la política económica tienen su origen, así me parece, en una idea equivocada acerca de la naturaleza del problema económico que confronta la sociedad. Esta idea equivocada, a su vez, se origina en una errónea transferencia, a los problemas sociales, de los hábitos de pensamiento que hemos desarrollado al ocuparnos de los problemas de la naturaleza.
¿Cuál es el problema que deseamos resolver cuando tratamos de construir un orden económico racional? Con base en ciertos supuestos comunes, la respuesta es bastante sencilla. Si disponemos de toda la información pertinente, si podemos empezar con un sistema dado de preferencias, y si poseemos conocimiento completo de los medios a nuestra disposición, el problema que queda es puramente de lógica. En otros términos, la respuesta a la pregunta acerca de cuál es el mejor uso que podemos darle a los medios a nuestro alcance está implícita en nuestros supuestos. Para expresarla brevemente en forma matemática, la respuesta es que las proporciones marginales de substitución entre cualesquiera dos bienes o factores, debe ser la misma en todos sus diversos usos.
Sin embargo, decididamente este no es el problema económico que confronta la sociedad. Y el cálculo económico que hemos elaborado para resolverlo, aunque constituye un paso importante hacia la solución del problema económico de la sociedad, no provee una respuesta a dicho problema. La razón de esto es que los "datos" para toda la sociedad, que son el punto de partida del cálculo económico, nunca son "dados" a una sola mente.
El problema de un orden económico racional lo determina el hecho de que el conocimiento de las circunstancias que debemos utilizar nunca existe en una forma concentrada, sino solamente en la forma de elementos dispersos, incompletos y frecuentemente contradictorios, que diferentes individuos poseen. El problema económico de la sociedad no es, por consiguiente, simplemente un problema relativo a cómo asignar recursos "dados", si "dados" significa dados a una sola mente que deliberadamente resuelve el problema que plantean estos "datos". Es más bien el problema de cómo lograr el mejor uso de los recursos conocidos por cualquier miembro de la sociedad para fines cuya importancia relativa solamente esos individuos conocen. O, para expresarlo brevemente, es el problema de la utilización del conocimiento que no le es dado a ninguno en su totalidad.
Me temo que este aspecto del problema fundamental ha sido oscurecido en vez de ser iluminado por muchos de los recientes refinamientos de la teoría económica, especialmente por muchos de los usos que se han hecho de la matemática. Aun cuando el problema que deseo discutir primordialmente en este trabajo es el de la organización económica racional de la sociedad, frecuentemente señalaré sus íntimas conexiones con ciertos problemas metodológicos. Muchas de las ideas que deseo expresar son conclusiones hacia las cuales diversas formas de razonamiento han desembocado inesperadamente. Pero, según veo ahora estos problemas, esto no es accidental.
En el lenguaje ordinario describimos por medio de la palabra "planeamiento" un complejo de decisiones interrelacionadas acerca de la asignación de recursos disponibles. Toda la actividad económica es, en este sentido, "planeamiento": y en cualquier sociedad en la cual cooperan muchas personas, este planeamiento, quienquiera que lo haga, tendrá que estar basado en alguna medida, en conocimiento que, en primer término, no es dado al planificador sino a otra persona, y que en segundo término debe ser comunicado al planificador. Las diversas formas en que este conocimiento sobre el cual las personas basan sus planes les es comunicado, es el problema crucial para cualquier teoría que explique el proceso económico. El problema de decidir cuál es la mejor manera de utilizar el conocimiento que inicialmente se encuentra disperso entre toda la gente es, cuando menos, uno de los principales problemas de la política económica o, lo que es lo mismo, del intento de diseñar un sistema económico eficiente.
La respuesta a esta pregunta está íntimamente relacionada con la otra pregunta que surge aquí, esto es, la pregunta acerca de quién ha de hacer el planeamiento. Alrededor de esta pregunta giran las disputas acerca del "planeamiento económico". Esta es una controversia acerca de si el planeamiento ha de ser hecho por una autoridad central, para el sistema económico total, o si ha de ser dividido entre muchos individuos. El planeamiento, en el sentido específico que el término se usa en las controversias contemporáneas, significa necesariamente planeamiento centralizado —dirección de todo el sistema económico, de acuerdo con un plan unificado—
La competencia, por otra parte, significa planeamiento descentralizado, realizado por muchas personas diferentes. La solución intermedia, acerca de la cual muchos hablan pero que a pocos les gusta cuando la ven, consiste en la delegación del planeamiento a industrias privilegiadas o, en otros términos, a los monopolios.
Cuál de los dos sistemas será más eficiente, dependerá principalmente de en cuál de los dos podemos esperar que se haga uso más completo del conocimiento disponible. Esto, a su vez, depende de que sea más probable que tengamos éxito, a) poniendo a disposición de una sola autoridad central todo el conocimiento que debe ser usado, pero que inicialmente se encuentra disperso entre muchos y diferentes individuos o, b) comunicando a los individuos aquel conocimiento adicional que puedan necesitar para poder armonizar sus planes con los de los demás.
Conocimiento poco común
Será evidente de inmediato que sobre este asunto la posición que se asuma será diferente respecto de diferentes tipos de conocimiento. Por tanto, la respuesta a nuestra pregunta dependerá en buena medida de la importancia relativa que asignemos a los diferentes tipos de conocimiento: los que con mayor probabilidad estén a disposición de personas individuales y aquellos que con mayor confianza podemos esperar encontrar en posesión de una autoridad formada por expertos escogidos adecuadamente. Si en nuestro tiempo se da por sentado que una autoridad estará en una mejor condición cognoscitiva, la razón es que el conocimiento científico ocupa ahora una posición tan prominente en la mente pública que olvidamos que no es la única clase de conocimiento que es pertinente. Podemos admitir que en lo que respecta al conocimiento científico, un cuerpo de expertos escogidos puede estar en posición para dominar todo el conocimiento disponible, aun cuando con ello simplemente traslademos la dificultad a la selección de los expertos. Lo que deseo señalar es que, aun cuando se dé por sentado que este problema puede ser resuelto, constituye sólo una pequeña parte del problema más amplio.
En nuestro tiempo es casi una herejía sugerir que el conocimiento científico no es la suma de todo el conocimiento. Pero un poco de reflexión muestra que sin lugar a duda hay conocimiento importante y desorganizado que no puede ser llamado científico, tal como el conocimiento de las circunstancias de tiempo y lugar, en esto, cada individuo está en posición ventajosa con relación a todos los demás, porque él posee información de la que se puede hacer uso benéfico sólo si las decisiones que dependen de ella se le dejan a él o son hechas con su cooperación activa.
Sólo es preciso recordar cuánto tenemos que aprender en cualquier ocupación después de que hemos completado nuestro entrenamiento teórico; qué gran proporción de nuestra vida activa la pasamos aprendiendo trabajos específicos, y cuán valioso es en todos los órdenes de la vida el conocimiento de las personas, de las condiciones locales, y de circunstancias especiales. Conocer y operar una máquina que no se usa plenamente, o utilizar el talento de alguien que puede ser mejor aprovechado, o tener conciencia de un excedente al cual se puede recurrir durante una interrupción del flujo de materias primas, es socialmente tan útil como el conocimiento de otras técnicas posibles. El proveedor que se gana la vida usando los viajes vacíos o llenos a medias de vapores, o el comisionista cuyo conocimiento casi se reduce al conocimiento de oportunidades del momento, o el que arbitra que aprovecha las diferencias locales de precios, todos ellos realizan funciones de gran utilidad, basándose en conocimiento especiales de circunstancias del momento que otros no poseen.
Es un hecho curioso que esta clase de conocimiento sea en nuestro tiempo generalmente considerado con cierto desdén y que a quien, por medio del uso de ese conocimiento, obtiene ventajas sobre alguien que posee conocimiento técnico o teórico, se le juzgue como que si hubiera actuado en forma casi condenable. Lograr ventajas con base en un mejor conocimiento de las facilidades de comunicación o transporte es a veces considerado como algo casi deshonesto, aun cuando para la sociedad sea tan importante que se utilicen las mejores oportunidades en este respecto como que se utilicen los últimos descubrimientos de la ciencia. Este prejuicio ha afectado en buena medida la actitud hacia el comercio si se le compara con la actitud hacia la producción. Aun los economistas, que se consideran inmunes a las toscas falacias materialistas del pasado, constantemente cometen el mismo error en lo que concierne a las actividades dirigidas hacia la adquisición de tal conocimiento práctico, aparentemente porque en su esquema de las cosas todo ese conocimiento se supone que es "dado". La idea generalizada parece ser que todo ese conocimiento debiera estar a disposición de cualquiera, y el calificativo de irracional que se aplica al orden económico existente frecuentemente se basa en el hecho de que no está a disposición de todos. Esta manera de enfocar el asunto no tiene en cuenta el hecho de que el método para poner ese conocimiento a disposición de tantos como sea posible es precisamente el problema al cual es preciso encontrarle solución.
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