ENSAYO SOBRE LA DEMOCRACIA
jordanjoel2002Ensayo11 de Agosto de 2021
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ESCUELA SUPERIOR POLITECNICA DE CHIMBORAZO.
FACULTAD DE ADMINISTRACION DE EMPRESAS.
COMUNICACION ORAL Y ESCRITA.
ENSAYO SOBRE LA DEMOCRACIA.
NOMBRE: JORDAN QUISHPE. (968)
CURSO: 1 SEMESTRE.
PRIMERO 1
FECHA: 08 DE JULIO DEL 2021.
DOCENTE: ING. EDUARDO RUBEN ESPIN MOYA.
INTRODUCCIÓN.
En este ensayo argumentaremos que la democracia es un orden social que garantiza ciertas libertades que, al menos en teoría, toda persona valora, pues, le brindan la posibilidad de desarrollarse plenamente. Asimismo, sostendremos que, además de lo anterior, la democracia es una herramienta colectiva, ya que les permite a las sociedades tomar decisiones que conciernen a toda la comunidad, considerando la opinión de los ciudadanos, ya sea directa o indirectamente, lo cual no debe ser soslayado de manera alguna.
En el marco de la democracia, la oposición política democrática es crucial, porque, al apegarse a los votos y a la ley, al ser tolerante y saber negociar, así como al defender los derechos de toda persona y no sólo los de sus partidarios, coadyuva a darle durabilidad, viabilidad y solidez al sistema democrático mismo, lo que es positivo, pues, como dijimos, éste garantiza libertad.
El presente texto está organizado de la siguiente manera: en la primera parte detallaremos lo que entendemos por democracia. En concreto, vamos a enfatizar que hablamos de un orden colectivo en el que el sufragio y las leyes (diseñadas éstas a favor del individuo, es decir, a favor de la libertad) son fundamentales. En el segundo apartado explicaremos por qué la libertad es relevante. En esencia, destacaremos que, sin ella, el individuo no puede ser, es decir, ve minimizadas sus posibilidades de realización personal. Asimismo, dejaremos claro que, en una sociedad democrática, los votos y el marco legal no son lo único que le dan respaldo a la libertad: las políticas públicas orientadas a minimizar la pobreza y, sobre todo, a crear igualdad de oportunidades, son también esenciales, pues, quienes sufren de privaciones mayúsculas no son realmente libres. Aunado a lo anterior, comentaremos que la utilidad de la democracia no termina con la creación de libertad: el progreso económico y, por supuesto, el social son otros de sus resultados.
En la tercera sección detallaremos qué es un gobierno democrático y de qué manera contribuye a darle solidez a la democracia misma. Así, veremos que un gobierno de tal naturaleza respeta la ley en todo momento, protege a los individuos de abusos por parte de otros y nunca atropella los derechos de nadie. En la cuarta parte destacaremos la importancia de la oposición. En particular, vamos a subrayar que se trata de un vehículo para que los grupos que piensan distinto a la mayoría puedan expresar sus ideas, anhelos, proyectos, etcétera.
En el quinto y último apartado resaltaremos que, al hablar de oposición, no nos referimos a cualquiera sino a una democrática, es decir, aquella que acepta su derrota en las urnas, se apega a la ley y defiende los derechos/libertades de todos, no nada más los de sus partidarios, entre otras cosas. Finalmente, cerraremos con una conclusión.
- ¿QUÉ ES LA DEMOCRACIA?
Para la mayoría de las personas, el hablar de democracia es lo mismo que hacerlo de votos y elecciones a la hora de decidir quién gobernará. Esto es correcto, pues, la democracia es un orden colectivo, es decir, un conjunto de leyes y mecanismos que funcionan como herramienta o tecnología social, cuyo propósito principal es solventar un problema tan inevitable como universal: quién va a gobernar y por cuánto tiempo lo hará.
En algunas colectividades, el asunto se resuelve siguiendo un criterio de edad: que gobiernen los viejos, hasta su muerte. Este es el caso de algunas sociedades africanas, por ejemplo, las cuales han sido estudiadas en detalle por la ciencia antropológica. En otras, la solución ha consistido en que gobiernen los más fuertes o carismáticos y que sus hijos los sucedan. Ejemplo de ello son los grandes imperios que el mundo ha conocido.
El punto es que todos los grupos humanos, sean “modernos” o “primitivos”, “desarrollados” o “subdesarrollados”, etcétera, tienen que decidir quién gobernará y por cuánto tiempo. La democracia es, precisamente, como ya apuntamos, una forma de solucionar este problema: de manera periódica, sin trampas ni manipulaciones, así como recurriendo a la regla de una persona un voto, los ciudadanos deciden quién los gobernará (la duración del mandato, si hay reelección o no, etcétera, depende de las preferencias de cada sociedad).
Ahora bien, las sociedades no sólo enfrentan la cuestión de decidir quién gobernará, sino que también deben asegurarse de que quien quiera que sea que lo haga no cometa abusos de ningún tipo una vez que ocupe el poder. Imaginemos, por ejemplo, una situación en la que, en un país X, la gente vota mayoritariamente por el partido A y éste gana las elecciones. Una vez en el poder, dicho partido decide que una de sus políticas será privar de sus viviendas a todos aquellos que votaron por B. Si en este país imaginario sólo impera la ley de la mayoría, es decir, la democracia a secas, quienes favorecieron a B perderán sus casas. En un caso como el descrito, el gobierno sería “democrático”, porque fue electo por medio de los votos, claro está; pero, no estaríamos ante una democracia plena porque, a todas luces, se violarían los derechos básicos de algunas personas y, por lo tanto, su espacio de libertad sería transgredido.
De esta manera, no es correcto pensar que porque en un país haya elecciones periódicas entonces es democrático: la democracia no consiste nada más en votar cada determinado tiempo, sino también en tener en pie, y hacer respetar, evidentemente, ciertas reglas o instituciones que garantizan la libertad de los individuos. En otras palabras, lo esencial en toda democracia, además de los sufragios, es la existencia de libertad para cada persona, la cual debe estar claramente enmarcada en la ley y sustentada por la misma.
Está claro, entonces, que cuando discutimos sobre la democracia no nos referimos a cualquiera, sino a la de corte o naturaleza liberal. Su virtud es que, además de basarse en los votos, está diseñada para favorecer al individuo: las leyes están ahí para protegerlo y darle libertad. Por ello, en toda democracia de verdad una de las tareas esenciales del gobierno es aplicar la ley, es decir, salvaguardar la integridad, propiedad, los derechos, etcétera, de todo ciudadano. Aunado a ello, en la democracia liberal las acciones de los gobernantes encuentran límites: quien gobierna no puede actuar contra individuo alguno arbitrariamente. Vale aclarar que dichos límites giran en torno a un conjunto de derechos básicos que toda persona posee nada más por ser persona: derecho a la vida, a participar en la actividad política y económica del país, a la libertad, a la privacidad, etcétera.
De esta forma, si bien no se trata de un orden social perfecto –de hecho, ninguno lo es– la democracia liberal es el menos malo, pues, al estar construida para el individuo, le brinda a éste ciertas prerrogativas que, al menos teóricamente, toda persona valora, como la propiedad privada, la igualdad ante la ley (independientemente de si uno es rico, pobre, hombre, mujer, etcétera) y la oportunidad de participar en las decisiones de la colectividad.
Es importante destacar que la democracia puede ser directa o indirecta. En la primera de ellas, las decisiones públicas son tomadas por todos los miembros de la sociedad por medio del sufragio. De esta manera, el gobierno consulta a la ciudadanía cada vez que se requiere decidir respecto a cualquier tema como, por ejemplo, si aumentar impuestos o bajarlos, si construir una carretera o no, si implantar la pena de muerte o no, si permitir el aborto o prohibirlo, etcétera. La gracia de la democracia directa es, por lo tanto, que las decisiones colectivas responden claramente a los deseos de la mayoría, lo cual es válido siempre y cuando los derechos fundamentales de las minorías sean respetados, cuestión que nunca debemos perder de vista. El problema con la democracia directa es, no obstante, su ineficiencia práctica, pues es muy costoso y engorroso organizar votaciones cada ocasión que una decisión tiene que ser tomada. Por ello, la alternativa es la democracia indirecta, la cual consiste en que el gobierno es ejercido por representantes de la ciudadanía, los cuales son designados por ésta gracias al voto. Estos representantes tienen la obligación de gobernar respetando los derechos de toda persona. Aunado a ello, las decisiones que toman son democráticas, es decir, los representantes votan para decidir si aumentar impuestos o no, por ejemplo.
- LA LIBERTAD Y OTRAS VIRTUDES DE LA DEMOCRACIA.
Ya vimos que la democracia importa porque provee de libertad al individuo. Ahora nos concentraremos en la relevancia, precisamente, de la libertad. También comentaremos un poco respecto a otras de las razones por las que la democracia es crucial: puede contribuir a la paz y estabilidad sociales, así como a la generación de progreso económico para todos.
En esencia, la libertad es de importancia porque provee un marco que permite que el individuo “sea”, es decir, que se desarrolle plena y satisfactoriamente. Sin libertad, las personas no pueden decidir a qué dedicarse, dónde vivir, qué estudiar, cuántos hijos tener e incluso cuestiones como qué tipo de ropa vestir. De hecho, en ausencia de libertad se puede dar el caso de que al individuo incluso se le diga, o se le pretenda decir, qué pensar. Un ejemplo de lo anterior está dado por algo que suele ocurrir en los países que se autodenominan democráticos, pero que, en realidad, están lejos de serlo: los asesinatos de periodistas que expresan opiniones distintas a las “oficiales” o, simplemente, diferentes a las de un grupo en particular. Otro ejemplo de lo que sucede cuando no hay libertad es lo que le pasó a la comunidad judía en Alemania durante la época nazi: nada más por ser judíos, millones de personas perdieron sus trabajos, sus casas, sus familias y, en muchos casos, hasta sus vidas. En una democracia de verdad esto nunca hubiera sucedido, pues, al garantizarse los derechos básicos de toda persona, nadie –ni siquiera por decisión de la mayoría– podría haber hecho con los judíos lo que los nazis hicieron.
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