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Educacion Para El Trabajo


Enviado por   •  28 de Junio de 2015  •  4.230 Palabras (17 Páginas)  •  282 Visitas

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Platón: La educación es el proceso que permite al hombre tomar conciencia de la existencia de otra realidad, y más plena, a la que está llamado, de la que procede y hacia la que dirige. Por tanto “La educación es la desalineación, la ciencia es liberación y la filosofía es alumbramiento.

Que es educación: Formación destinada a desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenecen.

Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud.

Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos. Reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes.

La “teoría de los valores” es un movimiento eminentemente germánico, que ha ejercido una cierta influencia en los países de lengua española a través de las obras de los filósofos Scheler y Hartmann.

En español, existe el término sinónimo “axiología” (del griego “axios” –valioso- y “logos”, estudio o tratado de los valores). La cuestión fundamental gira en torno, pues, del valor y los valores.

“Valor” tiene un significado económico, estético y moral. Ahora bien, en cuanto concepto capital de la llamada “teoría de los valores” o “axiología”, se estudia en un sentido filosófico general para determinar la naturaleza y carácter del “valor” y de los llamados “juicios de valor”.

Entre los muchos antecedentes de teorías sobre el valor, podemos aducir a Nietzsche y su “transvaloración” donde ya se descubre el valor como fundamento de las concepciones del mundo y de la vida. Marx también basa buena parte de sus análisis socioeconómicos en el concepto de valor y plusvalía. Otra corriente preparatoria de la “teoría de los valores” es el utilitarismo.

Sin embargo, hay que llegar a los siglos XIX y XX para que llegue a ser una disciplina filosófica relativamente autónoma, con autores como Brentano, Lessing o Meinong, y que culminará como tal con autores como Max Scheler, Hartmann o Lavelle, que recurren para ello en parte a la fenomenología.

Scheler ha indicado que todas las teorías de los valores existentes hasta entonces pueden dividirse en tres tipos:

a) “Teoría platónica del valor”: el valor es absolutamente independiente de las cosas y está sitiuado en una esfera metafísica y aun mitológica.

b) “El nominalismo de los valores”: el valor es relativo al hombre y está fundada en la subjetividad (agrado-desagrado; deseo-repulsión…).

c) “teoría de la apreciación”: una mexcla de a) y b)

Scheler no admite ninguna de estas teorías, pues busca una “axiología pura” o una “teoría pura de los valores”, similar a la “lógica pura”: los valores son captados por una intuición emotiva, distinta de una mera captación psicológica.

Según la teoría de los valores, nos hallamos rodeados por un cosmos de valores que no producimos, sino que tenemos que reconocer y descubrir. Estos valores se caracterizan por:

a) El valor es un nuevo tipo de ser: no es el ser real, ni el ser ideal, sino el ser valioso.b) Los valores son objetivos: no dependen de las preferencias individuales sino que mantienen su valor más allá de toda apreciación. c) Los valores se presentan siempre frente a un aspecto negativo: belleza-fealdad.d) Son totalmente independientes de la cantidad, por eso no pueden establecerse relaciones cuantitativas entre actos valiosos. e) Puede establecerse una jerarquía entre los valores

Una escala es una sucesión ordenada de valores de una misma cualidad

Y por su lado, un valor, es la cualidad que los individuos le conferimos a las cosas, individuos, hechos, es decir, es la estimación, ya sea la misma positiva o negativa, que le atribuimos a las mencionadas cuestiones. Por otro lado, los valores son las características morales inherentes a una persona, como ser: humildad, responsabilidad, solidaridad, entre otros.

En tanto, una escala de valores será aquella nómina o lista de cosas, cuestiones morales que son importantes para cada persona en particular. Así como cada individuo es singular, único y no se parece en nada a otro individuo, cada uno tendrá una particular y singular escala de valores, o sea, puede ser que muchas se parezcan o coincidan con las que sostienen otros individuos, sin embargo, esta escala de valores es personal y propia de cada uno. Cada cual le imprimirá a la suya su experiencia de vida, su aprendizaje en la vida, entre otras cuestiones, que por supuesto tenderán a condicionarla y a darle esa particularidad que hablábamos.

Por las convenciones morales que existen en cada sociedad y que por tanto calificarán determinadas situaciones, conductas y acciones como buenas o malas, aceptables e inaceptables, es que en algunos aspectos coinciden las escalas de valores de unos y otros, pero en las cuestiones más de fondo prevalecerá la individualidad.

La carencia de esta escala, de alguna manera, dejará al hombre muy vulnerable y solo en el mundo y a merced de las voluntades de otros que pueden no tener las mejores intenciones.

Por el contrario, quien sí cuenta con una escala de valores, por ejemplo, su escala presenta el siguiente orden: amor, paz, respeto, tolerancia, unidad, solidaridad, seguramente, se tratará de un individuo que promoverá siempre acciones que tengan como objetivo el bienestar propio y el de quienes lo rodean, e irá en detrimento de aquello o aquellos que propongan absolutamente lo opuesto como ser el odio, la falta de respeto, el egoísmo, la desigualdad y la mentira.

El estudio de los valores corresponde a la Axiología que es una disciplina que forma parte de la Filosofía.

Características de los Valores

Los valores permiten la descripción valorativa de lo que es útil o deseable para el individuo y la sociedad. Además contribuyen q preservar la Identidad Nacional Venezolana dentro del contexto sociológico para así asociarlo a su ente creador; el hombre. También nos permite expresarnos y simbolizar nuestros diversos grados de valoración que desempeñamos en nuestro papel dentro de la sociedad.

Las características de los valores

Prosiguiendo nuestro análisis acerca de los valores, hoy estudiaremos sus características, entre las que se citan la dependencia, la polaridad, la cualidad y la jerarquía. Estableceremos también la distinción entre valores y bienes, conceptos que hoy tienden a confundirse. Finalmente, a partir de todo lo que hemos visto hasta aquí, haremos una breve reflexión acerca de la crisis de valores que aqueja a nuestro tiempo.

La polaridad se da siempre en toda valoración, no hay obra de arte que sea neutra, ni espectador indiferente ante ella. / ABC Color

Capacidad: Reconoce las características de los valores.

La dependencia

Los valores necesitan plasmarse en bienes para concretizarse, ya que no existen por sí mismos. Por eso se dice que son dependientes, es decir, necesitan un depositario u objeto en que apoyarse. Sin los objetos, los valores son meras posibilidades.

Los valores son las cualidades o propiedades de los depositarios, llamados bienes. Por ejemplo, la belleza de una escultura, la elegancia de un vestido, la utilidad de un vehículo, etc.

El valor no es un elemento ni agrega cosas, tampoco confiere ser a una cosa, es una especie de cualidad no esencial para la existencia del objeto. La escultura sigue siendo un objeto o bien sin la cualidad de la belleza.

La polaridad consiste en que los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente valor negativo. La polaridad encierra los dos valores límites: bueno – malo (moral), verdadero – falso (ciencia.), bello – feo (arte). Al primer término de toda valoración se le llama valor positivo; al segundo, valor negativo, disvalores, antivalores o contravalores.

La cualidad: Los valores son totalmente independientes de la cantidad y por eso no pueden establecerse relaciones cuantitativas entre las cosas valiosas. Por ejemplo, el amor es un valor que no se puede cuantificar; una cualidad que no se puede determinar numéricamente. ¿Cuánto ama una madre a su hijo?, o ¿cuánto quiere la esposa al marido?

La jerarquía:Valorar no es sólo optar entre un valor y el correspondiente disvalor; no consiste en la opción tajante entre extremos excluyentes; no es sólo establecer la diferencia entre bien y mal. Valorar es también definir prioridades jerarquías, gradaciones. Es lo que llamamos jerarquía de los valores. Esto significa que los valores se presentan de acuerdo con una gradación: hay valores inferiores y valores superiores.

Los valores superiores pueden pasar a ser inferiores por razones circunstanciales. Por ejemplo, para un árabe extraviado en el desierto una fruta de coco puede ser más valiosa que una bolsa de perlas, porque en ese momento no le sirven para nada. Así, el valor circunstancial de los objetos reales depende de la estimación que se tenga de ellos.

Distinción entre valores y bienes: Los bienes son objetos en los que se depositan cualidades valiosas. Por ejemplo, una estatua, un gesto, una sentencia, un cuadro, un acto moral, un libro, etc. Los valores y bienes se encuentran ligados, pero a pesar de estar muy relacionados, existe una diferencia entre ellos: los bienes, objetos reales, cambian de una época a otra y de un lugar a otro; mientras que los valores, entes inmutables, son de siempre y para siempre.

Por ejemplo, Las Meninas, de Picasso son muy diferentes desde el punto de vista de su concepción estética y de su estilo de Las Meninas, de Velázquez, porque son bienes relativos e históricos; pero no sucede lo mismo con el valor belleza, que sería una entidad ideal, existente al margen de los productos históricos.

La crisis de valores: Lo importante, además de conocer o intuir lo valioso, es ponerlo en práctica. Cuando los valores elevados no se realizan o se postergan, cuando no existe una conciencia de la dignidad humana, surge lo que se llama una crisis de valores.

La crisis de valores es algo que se da en la sociedad de nuestro tiempo. Vivimos una época de grandes convulsiones morales que alcanzan todos los órdenes de la existencia humana y que en el campo del espíritu ha determinado una confusión de ideas y valores.

En palabras del filósofo Adolfo Sánchez: “Hoy nuestra civilización se rige por los valores materiales y parece no interesarle los valores humanos. La inteligencia llegó a crear una admirable técnica sin precedente en la historia, y ha sido tan desproporcionado el crecimiento y tan maravillosos los resultados que bien pronto su creador los elevó, de medios que eran, a la categoría de fines. Todas las actividades de la vida y la cultura han sufrido a causa de este equívoco”.

Adquirimos las cosas con el puro afán de poseerlas, las adquirimos para tenerla. Al consumir las cosas, perdemos contacto con la realidad. Por ejemplo, con una botella de cerveza bebemos la imagen de la bella y sensual rubia del anuncio. De esta manera, consumir es esencialmente satisfacer fantasías artificialmente estimuladas, una creación de la fantasía ajena a nuestro ser real y concreto.

Pero la crisis de los valores plantea promover cambios, alternativas para un mejor desarrollo moral, verdaderamente humano. Al reflexionar sobre los problemas de la crisis de valores, cobramos conciencia y tenemos el deber de pugnar por un mundo mejor.

La calidad de la educación es una de las expresiones más utilizadas en el ámbito educativo, sobre todo cuando se desea justificar cualquier proceso de evaluación o de cambio. Por eso se hace necesario abordar este tema, sobre todo porque como se señaló en un principio, Este término se produjo originalmente para hablar de calidad de resultados, o sea de calidad en el producto final refiriéndose a procesos productivos. educación es un acto esencialmente humano; el alumno acude a la escuela buscando orientación y guía para su desarrollo y formación integral, no sólo para obtener y acumular conocimientos. Ya que muchos de estos conocimientos pueden obtenerse incluso fuera de la escuela y con el desarrollo de la tecnología y las comunicaciones, hasta antes que el maestro mismo. El profesor, por lo tanto, debe tomar su papel de guía y factor de estímulo para el desarrollo de sus alumnos, ya que éstos son el centro del trabajo educativo y tienen en sí mismos todos los atributos como seres humanos.

Esta educación para la vida no se contrapone, de ninguna manera con la educación profesional, social y laboral; por el contrario, va más allá que ésta, la incluye y la incorpora, según afirma Ortega (1986), quien sugiere que la falta de vinculación entre educación, realidad circundante y vida personal y social del educando incide de manera determinante en la problemática en torno a la calidad de la educación. El mismo autor manifiesta que “ como docentes hemos reducido nuestras miras a diseñar objetivos y contenidos específicos de los cursos mismos, poco nos ocupamos del currículo íntegro en su aspecto profesional y ni siquiera lo tocamos en su aspecto vital, aunque los alumnos antes que ingenieros o médicos vayan a ser hombres”

Verónica Edwards (1991) menciona que la calidad de la educación es el valor que se le atribuye a un proceso o a un producto educativo, y que ese valor compromete a un juicio, en tanto se está afirmando algo comparativamente respecto a otro. Decir que una educación es de calidad supone, a su vez, que podría no serlo, es la comparación lo que permite emitir un juicio.

La educación holista es un proceso integral para reestructurar la educación en todos sus aspectos. Como nuevo paradigma nos provee de un marco global basado en lo mejor del conocimiento humano. Considerada el nuevo paradigma educativo para el siglo XXI, se ha desarrollado a partir de las ciencias de la complejidad; el resultado ha sido un paradigma educativo holístico, sin precedentes en la historia de la educación que está revolucionando radicalmente nuestras ideas en el ámbito educativo.

La educación holista supera la visión reduccionista cognoscivista considerando al ser humano en su totalidad, y trabaja en seis dimensiones: emocional, social, cognitiva, estética, corporal y espiritual.

Los principios holísticos de interdependencia, diversidad, totalidad, flujo, cambio, unidad, sustentabilidad, etc. Están en la base del nuevo paradigma educativo con el objetivo de una formación integral del ser humano, objetivo que sólo puede ser logrado superando el paradigma Newtoniano-Cartesiano de la ciencia mecánica del siglo XVII y que hoy todavía sigue dominando a los diferentes sistemas educativos.

Las virtudes son el patrimonio moral del hombre. Ellas le ayudan a comportarse bien en toda circunstancia, es decir, a hacerle bueno en el sentido más verdadero y completo. Ningún hombre nace bueno o malo, como nadie nace médico o artesano, pero de la naturaleza recibe la capacidad para llegar a serlo. Y el deber de ser virtuosos, es decir, buenos en el sentido auténtico, debe ser un empeño de todos porque todos deben buscar mejorar moralmente. No existe otra posibilidad: o se hace uno mejor o se hace peor. Esto significa o que se adquieren las virtudes o nos abandonamos a los vicios.El hombre se encuentra frente a una bifurcación: no se puede no elegir. Se elige el bien, mejora; en caso contrario empeora. Por ejemplo, quien elige ser mesurado en la mesa, hoy, mañana, etc., se hace sobrio y libre ante las atracciones de la comida. Por el contrario, quien es desordenado, hoy, mañana, etc., se hace viciosos y esclavo de los impulsos del momento.

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La teoría aristotélica de la virtud

Ahora bien, no somos sólo razón y, como advierte oportunamente Aristóteles, no podríamos vivir según la razón sin dar, al mismo tiempo, cierta satisfacción a las demandas del cuerpo y a las pasiones del alma. La vida en general, incluida la del que quiere vivir según la razón, precisa de bienes materiales suficientes para calmar el hambre, la sed y el resto de las necesidades corporales. Pero, para llevar una vida racional, es preciso, además, que hayamos aprendido a administrar convenientemente nuestros deseos y nuestras pasiones, dándoles la satisfacción "justa", sin pasarnos ni quedarnos cortos. En su respuesta a las demandas del cuerpo y del alma, nuestra parte racional ha de encontrar un equilibrio que consista en algo así como un "punto medio" entre el exceso y el defecto. Frente a la cobardía y la temeridad, hemos de actuar con valentía; frente al despilfarro y la tacañería, hemos de hacerlo con generosidad; frente a la desvergüenza y la timidez, con modestia; frente a la adulación y la mezquindad, con gentileza; etc.

Aristóteles identifica la "virtud" (areté) con el "hábito" (héksis) de actuar según el "justo término medio" entre dos actitudes extremas, a las cuales denomina "vicios". De este modo, decimos que el hombre es virtuoso cuando su voluntad ha adquirido el "hábito" de actuar "rectamente", de acuerdo con un "justo término medio" que evite tanto el exceso como el defecto.

Ahora bien, la actuación de acuerdo con el "justo término medio" o conforme a la "virtud" requiere de un cierto tipo de sabiduría práctica a la que Aristóteles llama "prudencia" (phrónesis). Sin ésta, nuestra actuación se verá abocada irremisiblemente al exceso o al defecto o, lo que es igual, al "vicio".

El siguiente pasaje de la Ética a Nicómaco recoge sintéticamente todos los puntos de la concepción de la virtud aristotélica que acabamos de repasar:

"La virtud (areté) es un hábito [o disposición adquirida] de la voluntad consistente en un termino medio en relación con nosotros; [termino medio] que es determinado racionalmente por una regla recta (órthos lógos), aquella por medio de la cual lo determinaría un hombre dotado de sabiduría práctica" (phrónimos) (Ética a Nicómaco, II, 6, 1106b 3-6).

La idea contenida en la última frase de este precioso pero difícil texto aproxima algo la ética aristotélica al "intelectualismo moral" de Sócrates y Platón. También para Aristóteles la sabiduría está en la base del comportamiento virtuoso. Para Aristóteles, lo mismo que para Sócrates y Platón, la conducta moral tiene su fuente última en el uso (práctico) de la razón. En cuestión de moral, es de nuevo la razón la que tiene la última palabra. Es verdad que, según Aristóteles, lo que todas las acciones del hombre persiguen es simplemente la felicidad, pero son la razón y la sabiduría que ésta propicia las que nos indican lo que debemos hacer para alcanzarla, que no es otra cosa -como hemos visto- que comportarnos siempre conforme a la virtud o del modo más excelente. Pues, en efecto, para Aristóteles, es mediante el ejercicio firme y continuado de la virtud (de la virtud o la excelencia que le es propia) como el ser humano alcanza la felicidad plena y perfecta.

El intelectualismo moral socrático

La concepción socrática de la virtud

En la antigua Grecia, se llamaba areté a lo que perfecciona a una cosa, haciendo que sea tal y como debe ser. Areté era aquello que hace que las cosas en general sean lo que les corresponde esencialmente ser, adquiriendo la perfección que les es propia. El término castellano que mejor recoge el significado de areté es "excelencia", pues areté es, en efecto, aquello en lo que reside la excelencia de una cosa, aquello que la hace excelente. Sin embargo, diversas circunstancias históricas han querido que areté sea regularmente traducido por el término castellano "virtud".

"Virtud" es un término con claro sentido moral, pero el antiguo areté no tuvo inicialmente ninguna connotación moral explícita. Precisamente fue Sócrates, en el siglo V a.C., el primero en otorgar a areté el sentido moral del que se halla cargado el sustantivo castellano "virtud". Antes de Sócrates, el término areté se aplicaba a las herramientas de trabajo o a los instrumentos musicales, a los animales, a los distintos tipos de trabajadores, etc. Se hablaba, por ejemplo, de la areté de un caballo para referirse a su velocidad, su resistencia y su habilidad para salvar obstáculos, pues estas características son las que hacen "excelente" a un caballo.

Sócrates, por su parte, comienza a aplicar el término areté al ser humano en general, al hombre en cuanto tal. Y se refiere a la areté del ser humano como a aquello que hace a éste mejor, mejor ser humano en general, pero, además y sobre todo, mejor en un sentido moral. Areté es, para Sócrates, aquello en lo que el ser humano encuentra su perfección o su "excelencia" en el sentido moral de ambos términos.

Sócrates

Ahora bien, dado que Sócrates concibe al hombre como un ser dotado de un alma capaz de pensar y de razonar, y encuentra que esta capacidad es lo que más esencialmente define al hombre, concluye que la excelencia o areté de éste habrá de consistir en el ejercicio de dicha capacidad. Y como entiende, a su vez, que tal ejercicio se halla orientado a la adquisición de saber y conocimiento, termina por identificar la areté del hombre con el saber y el conocimiento. El mejor hombre, el hombre bueno, el que está a la altura de su perfección y de su condición humana, es el hombre sabio.

Desde una perspectiva contemporánea, consideraríamos probablemente que el saber y el conocimiento no tienen por qué hacer mejores a los seres humanos; que un hombre sabio se puede comportar de la peor manera posible. Pero esto resulta inconcebible para Sócrates. La conclusión más notable de la ética socrática es precisamente que el conocimiento del bien y de lo justo determina a la voluntad a actuar bien y justamente. Según Sócrates, nadie actúa mal voluntariamente. El que actúa mal, lo hace por ignorancia del bien, porque desconoce qué es "lo bueno": nadie obra mal a sabiendas.

Así, pues, según Sócrates el conocimiento es condición necesaria y suficiente para obrar con rectitud o virtuosamente, mientras que el mal es producto de la ignorancia. Y es esta particular vinculación de la virtud al conocimiento lo más característico de la concepción socrática de la moral y la que justifica que se haya aplicado a ésta el nombre de "intelectualismo moral".

El tema de la virtud en Platón incluye dos cuestiones fundamentales: la relativa al modo en que se puede poseer la virtud y la relativa a su esencia o naturaleza. En cuanto a la primera cuestión vemos en este filósofo la huella del punto de vista intelectualista de su maestro Sócrates: quien posee una virtud posee un cierto conocimiento: no se puede hacer el bien o la justicia si no se sabe qué es el bien y la justicia, del mismo modo que no se puede hacer un trabajo físico determinado, levantar un puente o construir una mesa si no se tiene un conocimiento de ello. En cuanto a la segunda cuestión, el tema de la esencia de la virtud, Platón la concibe como el estado que le corresponde al alma en función de su propia naturaleza. Como en el alma humana encontramos varias partes, a cada una de ellas le convendrá un tipo de virtud determinado: así, la virtud de la parte racional es la sabiduría o prudencia que consiste en el conocimiento de los fines verdaderos de la conducta humana, en el conocimiento de lo que se debe hacer en cada ocasión particular; a la parte irascible le corresponderá la virtud de la fortaleza, disposición de la voluntad merced a la cual podemos realizar la conducta que la prudencia enseña como adecuada en cada momento, realización que pasa en muchas ocasiones por la renuncia a placeres y beneficios propios; finalmente, a la parte concupiscible le corresponderá la virtud de la templanza: disposición moderada de los apetitos que le permite al alma no ser perturbada continuamente por deseos abundantes y excesivamente intensos.

LA INTEGRALIDAD

La Integridad, como cualidad personal, se refiere a la total o amplia gama de aptitudes poseídas.

Una persona íntegral es aquella que no se queda en una solaactividad, son individuos que desarrollan múltiples disciplinas, oficios o profesiones diferentes, son las llamas polifacéticas, se desempeñan en diferentes campos profesionales; durante la historiapodemos nombrar Albert Einstein, Leonardo Da vinci (quien se destacó como pintor artístico, escultor, arquitecto, ingeniero, filósofo, escritor, músico y anatomista), Aristóteles(fue un filósofo, lógico ycientífico) entre otros.

Podemos definir la integralidad del ser humano como el conjunto armonioso y funcional característico del hombre, el cual resulta de la interacción de los factoresbiológicos, psicológicos, sociales y culturales propios de la conformación del ser humano. Esta integralidad, surgida de las múltiples condiciones y características del hombre, impide que el ser humano puedaser definido por un solo factor e impone una definición del hombre de carácter globalizador que toma en cuenta la multiplicidad que le es propia. El conjunto de elementos y factores que conforman laintegralidad humana le aportan al individuo características que le permiten existir y actuar en los diversos campos que son escenarios de la acción humana.

Factores biológicos permiten que el hombresea considerado un elemento viviente con todos los procesos que le son propios. Dichos factores Comprenden: Los genes, las células, cuyos elementos son los organelos celulares; los órganos, formadospor conjuntos de células con funciones determinadas y los sistemas, constituidos por conjuntos.

Factores psicológicos, el hombre es la única especie que tiene conciencia de sí, capaz deautocrítica y autocontrol, con estructuración del pensamiento, y con valor ético de sus actos. Entre estos factores encontramos: los sentimientos, las emociones, los pensamientos, los instintos y el...

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