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Enviado por   •  25 de Marzo de 2013  •  2.141 Palabras (9 Páginas)  •  299 Visitas

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Qué es el vih/sida

El vih/sida es una enfermedad reciente, que azota al mundo entero desde hace poco más de 25 años. El vih significa “virus de la inmunodeficiencia humana” y es el virus que causa la enfermedad denominada “sida” (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). El vih es diferente a la mayoría de los virus porque ataca al sistema inmunológico, que es el que le permite al cuerpo combatir las infecciones. El vih encuentra y destruye un tipo particular de glóbulos blancos (las células t o cd4), que utiliza el sistema inmunológico para combatir las enfermedades. El sida representa la etapa final de la infección por el vih. Es posible que una persona infectada con el vih tarde varios años en alcanzar esta etapa. En las personas que tienen el sida, el virus ha debilitado su sistema inmunológico

a tal grado que al cuerpo se le dificulta combatir las infecciones. Se considera que alguien tiene sida cuando presenta una o más infecciones y un número bajo de células t (cdc, 2008a). La gravedad de las infecciones oportunistas o cánceres ulteriores relacionados con el vih guardan relación directa con el grado de disfunción del sistema inmunológico (ops, 2006).

En el mundo en general, durante el siglo xx, hubo importantes mejoras en la salud que redundaron en un aumento en la esperanza de vida de las poblaciones. Los adelantos tecnológicos en el campo de la medicina, las mejoras en la nutrición y en las condiciones de las viviendas (agua potable, drenaje, electricidad, etc.) dieron paso a un descenso de la morbi-mortalidad por enfermedades infecciosas, fenómeno que se conoce como “transición epidemiológica” (Omran, 1971). Sin embargo, hacia finales

del siglo xx una nueva enfermedad infecciosa, el virus de inmunodeficiencia humana (vih) que produce el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), cambió el ritmo de los avances mundiales y puso en cuestión el curso lineal de la transición epidemiológica (Frenk et al., 1991). Esta enfermedad ha puesto en crisis a los sistemas de salud y ha requerido de grandes esfuerzos coordinados para darle respuesta.

Los primeros casos de sida se diagnosticaron en Estados Unidos en 1981, aunque hay estudios científicos que muestran evidencias de la presencia del virus en humanos desde varias décadas antes (Nahmias et al., 1986; Zhu et al., 1998). El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el vih/sida (onusida) estima que hacia finales del año 2007 unos 33 millones (entre 30.3 y 36.1 millones) de personas vivían con vih/sida. En ese mismo año, un total estimado de 2.7 millones de personas fueron infectadas por el vih y la enfermedad causó dos millones de muertes (onusida y oms, 2008).

En América Latina se estima que viven con vih entre 1.5 y 2.1 millones de personas. La prevalencia en la población adulta para la región está alrededor de 0.5% (rango de 0.4 a 0.7) (onusida y oms, 2008). Esto muestra la permanencia de la gravedad de la epidemia y da indicios de los enormes retos que surgen al enfrentarla. Como tendencia general en México, se considera que la epidemia se mantiene estable y la transmisión ocurre en las poblaciones de mayor riesgo de exposición (hombres que tienen sexo con hombres, trabajadores sexuales y personas que usan drogas inyectables) (onusida y oms, 2007).

PANORAMA DEL VIH/SIDA EN MÉXICO

En México, los primeros casos de sida se reportaron en 1983 en momentos en que se conocía poco de la infección y todavía no existían manuales estandarizados para apoyar la identificación de los casos (Ponce de León et al., 1988; Stanislawski et al., 1984). En los 25 años que han pasado desde el origen de la epidemia, ha habido una gran variación respecto de sus características fundamentales: distribución por sexo y edad, distribución

geográfica, por forma de transmisión, por tiempo de sobrevivencia después de la infección, etc. La respuesta a la epidemia con políticas y acción también ha ido evolucionando. Hasta diciembre de 2007, se habían registrado en México 115 651 casos de sida acumulados, pero el subregisto de casos y el retraso en la notificación son factores que deben considerarse (Magis y Hernández, 2008). La prevalencia de vih en la población general se ha estimado en 0.3%, pero en algunos grupos específicos de población es mayor a 5% (como en hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres y usuarios de drogas inyectadas) (onusida y oms, 2008).

Distribución por forma de transmisión

Como se mencionó en la introducción, hay diversas formas por las que puede transmitirse el virus y, de acuerdo con las formas predominantes que se den en un determinado país, la epidemia adquirirá dinámicas y características específicas. Se considera que la epidemia en México se ha concentrado en algunos grupos de la población que tienen prácticas que los hacen más vulnerables a la infección de vih. Al inicio de la epidemia, antes de que hubiera control de la donación de sangre, hubo muchos casos derivados de transfusiones sanguíneas o uso de instrumentos de donación de sangre contaminados (se estima que se produjeron unos 1 300 casos de mujeres

por recibir sangre contaminada o ser donadoras pagadas, y poco más de 1 500 de hombres). En 1986 se publicó la ley que exige realizar la prueba

de vih a toda la sangre donada y sus derivados, pero ante la falta de su cumplimiento

en los bancos de sangre, en mayo de 1987 una nueva ley prohibió

la venta de sangre y sus productos (Del Río y Sepúlveda, 2002).

HACIA UN NUEVO MODELO DE NUPCIALIDAD

El conocimiento acumulado alrededor de la formación de las parejas conyugales y de la fecundidad apunta hacia cambios sustanciales en la organización de la vida en familia y, en términos más generales, en los modos de reproducción de la población. Las formas de establecerse y conducir la vida en pareja están en transformación en México, así como en muchas otras partes del mundo. El hecho de que el matrimonio, como uno de los ejes organizadores más importantes de la vida en sociedad, haya venido perdiendo

vigencia en las últimas décadas preocupa a muchos sectores de la población. Algunos leen estos signos como una evidencia más de la decadencia que está azotando a la sociedad y buscan reestablecer un modelo de familia tradicional, asentado en principios a los cuales la evidencia científica muestra que las poblaciones nunca se ajustaron de manera estricta. Tal vez lo nuevo

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