Efectos de la violencia contra la mujer y los hijos en etapa de formación en el Perú contemporáneo
Mercedes del Carmen Díaz PichiuleDocumentos de Investigación8 de Abril de 2019
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ
ESTUDIOS GENERALES LETRAS
TRABAJO INDIVIDUAL
Título: Efectos de la violencia doméstica contra la mujer y los hijos en etapa de formación
Nombre: Mercedes del Carmen Díaz Pichiule
Tipo de evaluación: Trabajo Final
Curso: Taller de Escritura e Interpretación de Textos (LIN-126)
Horario: 0170
Profesor(a): Marco Antonio Trigoso Aching
SEMESTRE 2018-1
I. Esquema
Tema: Efectos de la violencia doméstica contra la mujer y los hijos en etapa de formación en el Perú contemporáneo
1. Introducción
2. Efectos fisiológicos y psicológicos de la violencia doméstica contra la mujer y los hijos en etapa de formación
2.1. La desnutrición como efecto fisiológico de la violencia doméstica en los hijos en etapa de formación
2.2. La depresión como efecto psicológico de la violencia doméstica en los hijos en etapa de formación
3. Efectos cognitivos y conductuales de la violencia doméstica contra la mujer y los hijos en etapa de formación
3.1. El bajo rendimiento escolar de los hijos en etapa de formación como efecto cognitivo de la violencia doméstica
3.2. Los problemas en el comportamiento de los hijos en etapa de formación como efecto conductual de la violencia doméstica
4. Cierre
II. Texto
Actualmente se suele escuchar reiteradamente sobre situaciones de violencia contra la mujer en la que esta última es agredida por su esposo o su pareja sentimental, o también sobre situaciones de maltrato infantil en las que padres golpean a sus hijos. Estos tipos de violencia están englobados en una mayor denominada violencia doméstica. Esta violencia, conocida también como violencia familiar, es aquella que se desarrolla dentro de la convivencia familiar y puede ser ejercida por un solo miembro o algunos hacia otro u otros. Por ejemplo, dentro de esta violencia familiar se encuentran, además de la violencia contra la mujer y el maltrato infantil, la violencia contra el hombre, la violencia filio-parental (de hijos a padres) y e incluso el abuso de ancianos.
A su vez, esta violencia doméstica implica actos violentos de tipo físico, verbal, psicológico, sexual, entre otros. Las cifras de estos tipos de violencia se detallan en los registros estadísticos del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables los que dan cuenta de que durante el periodo de enero a diciembre del 2017 se atendieron, según registros del Centro Emergencia Mujer (CEM), 95 317 casos de violencia familiar de los que el 50,5% fueron de tipo psicológico mientras que de tipo físico y sexual fueron el 39,6% y 9,5% respectivamente. (2017:1-2) Así también, durante los primeros meses de este año 2018 entre enero y abril, 40 212 casos de violencia familiar fueron atendidos de los que el 50,9% de estos fueron de tipo psicológico imponiéndose ante el 39,7% de tipo físico y el 8,8% de tipo sexual. (2018:1-2) Estas cifras llevan a la pequeña conclusión, de que si durante los primeros 4 meses del presente año se han reportado alrededor de 40 mil casos, al finalizar el período 2018, la cantidad de casos atendidos puedan sobrepasar a los del 2017 siendo aproximadamente unos 120 mil casos de violencia doméstica.
Dado que las cifras siguen en aumento, así como también por el hecho de que los hijos se ven afectados seriamente al ser víctimas directas o indirectas de esta violencia, en el presente texto se detallará los efectos de la violencia contra la mujer y los hijos en etapa de formación. Por un lado se encuentra los efectos fisiológicos y psicológicos de esta violencia y, por otro lado, los efectos cognitivos y conductuales.
En primer lugar, se presenta los efectos fisiológicos y psicológicos de la violencia doméstica contra la mujer y los hijos en etapa de formación. Ambos efectos son muy importantes, ya que se ven estrechamente relacionados por afectar directamente a la salud de la persona. Por lo que, estos problemas fisiológicos pueden originar o agudizar problemas psicológicos, así como también se puede dar de manera inversa en la que estos últimos serían los responsables de los primeros. Si bien no todos los casos presentan esta relación entre estos efectos, muchos de ellos si la experimentan de forma parcial o total. Entre los efectos fisiológicos más relevantes de la violencia doméstica se encuentra la desnutrición crónica en los hijos en etapa de formación y entre los psicológicos se encuentra la depresión en estos mismos.
En los últimos años, según un informe del Banco Mundial, "el Perú logró, en menos de 10 años, que su tasa de desnutrición crónica, o retraso en el crecimiento, entre los niños menores de 5 años, se redujera a menos de la mitad, de alrededor del 28 % en el año 2008 a cerca del 13 % en el año 2016" (2017:11). Esta disminución se logró gracias a las diferentes políticas y programas, como por ejemplo el plan de Control de Crecimiento y Desarrollo (CRED), la estrategia de nutrición denominada "Crecer", el Programa Articulado Nacional (PAN) y el programa de alimentación escolar llamado Qali Warma, que fueron llevados a cabo por parte del gobierno nacional, gobiernos regionales, gobiernos locales, sector privado y organizaciones no gubernamentales (Banco Mundial 2017). A pesar de todo ello, no se ha logrado reducir en gran magnitud esta desnutrición en las zonas rurales a comparación de las zonas urbanas: "la tasa de desnutrición crónica para los niños y las niñas menores de cinco años es de 8,3% en zonas urbanas y 28,8% en zonas rurales" (Endes citada por León, Benavides, Ponce de León, Espezúa 2016:15).
Una de las principales razones por la que se siguen presentando casos de desnutrición crónica en zonas tanto urbanas como rurales es la violencia doméstica. Es así como esta desnutrición, que implica un proceso en el que las reservas orgánicas obtenidas mediante la alimentación son afectadas por la insuficiencia de calorías, proteínas y vitaminas, se considera como efecto fisiológico de la violencia doméstica. Según estudios analizados, se ha encontrado que "de los diferentes tipos de violencia contra la mujer ejercida por la pareja intima, la violencia física severa contra la mujer estuvo asociada con un aumento en la prevalencia de desnutrición crónica en sus hijos menores de cinco años" (Ruiz-Grosso, Loret De Mola y Miranda 2014: 21). Al ser agredida físicamente, la madre se encuentra más propensa a presentar malestares físicos y fisiológicos hasta enfermedades ocasionando a su vez el descuido de sus hijos en etapa de formación. Este caso se ve más afectado por el hecho de que muchas mujeres prefieren no recibir alguna atención médica para no testificar la violencia doméstica de las que son víctima ya sea porque son amenazadas, porque consideran que su agresor lo dejará de hacer o, en casos extremos y presencia de baja autoestima, porque creen que merecen ser víctimas de ella. Esto si bien afecta en gran magnitud a la salud de la madre, los hijos también se ven inmersos en todo este problema. La madre deja de preocuparse por la alimentación de sus hijos o la buena nutrición de estos mismos y toma más importancia el obedecer a su pareja en todo lo que le pida hacer para evitar ser agredida.
De la misma forma, otro caso que se puede presentar es cuando la madre sufre de violencia doméstica por parte de su pareja durante su embarazo. Esto ocasiona que, al presentar una mala salud física y psicológica, "presenten mayor oportunidad de hijos con bajo peso al nacer, parto [prematuro], muerte en el periodo neonatal y un patrón de lactancia menos adecuado" (Ruiz-Grosso et al. 2014:21). Asimismo, al no presentar buenas condiciones al nacer, ni una buena base de alimentación inicial, ni un buen ambiente familiar, el hijo no logra alcanzar un desarrollo óptimo durante los primeros meses de vida lo que genera, a su vez, la presencia de trastornos nutricionales a lo largo de sus primeros años de vida siendo uno de ellos la desnutrición crónica. A este trastorno, se suman otros como la anemia, la anorexia y la bulimia. Estos últimos no son efectos directos de la violencia doméstica si no que tienen su punto de origen en las diferentes consecuencias de ella.
A estos casos, se suma el hecho de que los hijos se vean afectados psicológicamente por ser testigos de la violencia que recibe la madre generando así mayores posibilidades de presentar desnutrición crónica. Esto se ve evidenciado en estudios realizados que indican "que aquellos [niños y niñas] que presencian la violencia doméstica contra su madre son más propensos a sufrir de estrés psicológico. En este sentido, […] el estrés psicológico causa estrés oxidativo, el cual se encuentra asociado o representa también un factor de riesgo para la presencia de bajo peso en los niños y las niñas" (Kitzmann, Epel, Sivonová, Hapuarachchi y otros citados por León et al. 2016:20). Al no poder ayudar ni defender a su madre frente a la violencia ejercida por la figura paternal, los hijos pueden sufrir tanto de estrés psicológico como de impotencia reprimida lo que genera mayores índices de deficiencia inmunológica y, por tanto, también genera el desarrollo de distintas enfermedades fisiológicas como la desnutrición crónica y enfermedades mentales.
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