Efectos de la violencia psicológica hacia la mujer cusqueña
22redbluApuntes9 de Abril de 2017
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La violencia psicológica, en la salud mental de la mujer cusqueña al interior de la familia, causa un empobrecimiento de sus capacidades personales: perjudica su vida cotidiana y habilidades, deteriora la autoestima, y provoca disfunción sexual de origen no orgánico. Para comenzar, esta violencia afecta la vida cotidiana de la mujer cusqueña, entendida como “el conjunto de actividades diarias que una mujer realiza” (Deza 1998: 40), ya que, a través de la manipulación, humillación y otras actividades mortificantes por parte del agresor, disminuye sus posibilidades intelectuales y sus habilidades. La fémina entra en un descontrol emocional al cual se le atribuye la inferioridad de su rendimiento general que difiere con su capacidad real. Por ejemplo, la inclusión de las mujeres en el mundo empresarial peruano cada vez es más grande. La Red de Mujeres Empresarias del Perú (REDMEP) es una prueba de ello. Un pequeño, pero importante porcentaje de mujeres que participan en las actividades organizadas por la REDMEP son provenientes de la sierra peruana; naturalmente, mujeres cusqueñas forman parte de esto. De hecho, hace poco se realizó una exposición fotográfica organizada por Sierra Exportadora, en la cual se mostraba el arduo trabajo de las mujeres empresarias de la Sierra: todo el proceso de producción de los cultivos. Es de suma importancia impulsar eventos de este tipo, ya que fomentan el espíritu emprendedor de muchas mujeres sometidas, tradicionalmente, en cuerpo y alma a sus familias. Sin embargo, enlazando este ejemplo con nuestro tema principal, el impacto que tiene la violencia psicológica en las habilidades y capacidades de trabajo de la mujer cusqueña imposibilita que esta forme parte de eventos de tal magnitud. El agresor influye en la pérdida de interés de la mujer por su independencia y/o emprendimiento. Esta pierde las ganas de querer progresar prefiriendo estar sometida a las órdenes de su pareja; se mantiene sumisa.
Por otra parte, la violencia psicológica repercute en el deterioro de la autoestima. La mujer de Cusco suele sentirse desvalorizada, desamparada, indefensa y carente de confianza en sí misma. Es por eso que, mayormente, no opone resistencia cuando su pareja la maltrata tanto psicológica como físicamente. Asimismo, el aislamiento afectivo es otra manifestación de esta violencia. La cusqueña suele alejarse de la esfera pública por temor a críticas hacia su persona lo que demuestra su falta de seguridad. Los constantes escándalos públicos efectuados por su pareja o humillaciones son determinantes para entender este comportamiento. Con el tiempo, va adquiriendo una personalidad pusilánime: no quiere ser la que “destruya” su hogar o familia. La percepción de la vida de estas mujeres es fatalista, es decir, “algunas le echan la culpa a su ‘mala suerte’, otras se sienten culpables, sin serlo, de todos los problemas (…). Dan un sinnúmero de razones que indican su creencia en que ser víctimas es parte de su destino de ser mujer” (Deza 1998: 44). En su autocompasión influye la relación que tenían con su familia cuando eran niñas. Al repetirse estas situaciones de violencia psicológica, física, sexual u otro tipo durante diferentes generaciones, las mujeres se resignan al maltrato viéndolo como una situación normal. Por eso, muchas veces, no recurren hacia su familia cuando están siendo víctimas y quieren dejar de serlo. Saben que no recibirán el apoyo que necesitan, y aun hasta sus padres pueden maltratarlas, también, tildándolas de insolentes por huir de su hogar o sus madres, de carácter sumiso, pueden reprocharlas por no satisfacer las necesidades de sus parejas. Por lo general, ellas tienen la costumbre de casarse desde una edad muy temprana. No experimentan un espacio transitorio de paz, un tiempo para experimentar la sensación de libertad, de estar libre de violencia. De una vida familiar violenta pasan a una vida
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