Ejercer el poder, otro factor de la desigualdad

Ignacio Figueroa Catalán

Ejercer el poder, otro factor de la desigualdad

Gerencia Social

Jorge Castillo

Introducción

En Chile, desde la conformación de la Republica y del Estado como principal benefactor, creador y proveedor de políticas públicas dirigidas al desarrollo de la sociedad, hemos podido percibir como estas políticas y programas han contribuido con la brecha de desigualdad entre las distintas capas de la población, problemática que, en el año 2014, según la OCDE, nos plasmó como el país con mayor desigualdad en la región, según la herramienta de medición del coeficiente Gini. Esta desigualdad, ha sido acarreada desde la llamada “cuestión social”, momento histórico que se enmarca dentro de un contexto económico capitalista, donde un creciente proceso de migración campo-ciudad forzó una urbanización descontrolada y no panificada que empeoro las condiciones de vida de las clases más desprotegidas del Chile del siglo XIX. Esta alta conflictividad social producida por estas injusticia e inequidades encauzaron una gran irrupción de diversos movimientos de trabajadores del mundo del salitre, portuario, campesinado y obrero, movilización de recursos que logro generar agencia dentro de lo público, obligando al Estado a tomar cartas en el asunto y dar respuesta a los problemas públicos planteados por la sociedad de esa época.

En base a esto, es que podemos corroborar, como a pesar de la existencia de estas desigualdades tan significativas para el bienestar social de las comunidades, estas se han impuesto, gracias a la colaboración y organización que han tenido para sobreponerse a los problemas que las afectan. Pese a esto, la sociedad en su conjunto ha experimentado un gran malestar con las instituciones públicas en general, ya que queda de manifiesto como los representantes y líderes políticos no se conectan con la realidad de las personas, lo que genera una asincronia entre la percepción de la sociedad sobre sus necesidades y las respuestas públicas que sus gobernante les proveen. Es por esto, que es importante percatarse de esta disyuntiva existente al ejercer el poder político, si lo ocupamos para beneficiar el bienestar común de la sociedad, o para privilegiar el bienestar personal y servirse del poder para provecho propio.

Desarrollo

En un sistema democrático como el chileno, la primicia valórica que se debe poner antes de cualquier fundamento normativo es el principio de igualdad que es intrínseco a las personas, esto los reconoce como sujetos de derecho portadores de dignidad, razón y conciencia, por lo que cualquier carencia social que impida el desarrollo integral de las personas –situación de pobreza, vulnerabilidad, desigualdad o discriminación- se deben entender y asimilar como carencias propias de la democracia, ya que esta debe garantizar a cada ciudadano el ejercicio pleno del poder soberano, por lo que cualquier cosa que impida este ejercicio es parte de una gran desigualdad, que es la desigualdad en el poder político (PNUD, 2017).

Según lo visto en clases, la carencia en los recursos económicos también influye en la capacidad de las personas de ejercer sus derechos y deberes consagrados en la constitucionalidad de nuestras normas, ya que estas no se encuentran en las mejores condiciones de su desarrollo personal, para priorizar la participación de ellos en los asuntos que les competen, esto reproduce una desigualdad con las clases más acomodadas, ya que al no estar restringidos económicamente pueden desarrollarse política y civilmente con mayor naturalidad y sin interferir en sus sustento diario.

Por otro lado y fuera del rol que juegan los ciudadanos en la apropiación de la democracia, el debate gira también en torno al uso que se le ha dado a la representación en el sistema democrático vía el poder que se les confiere a los representantes legítimamente elegidos en procesos eleccionarios, en este caso tomando decisiones para el privilegio de su interés personal. Una vez conseguido el poder, al analizar su conducta, es frecuente observar cómo en muchas de sus acciones, en lugar de preocuparse por atender los intereses de los ciudadanos y solucionar sus problemas y necesidades, se ocupan de los suyos propios, junto con dirigir su desempeño en mantenerse en el sillón e incumplir, sin pudor y con enorme cinismo, cuantas promesas hicieron a la hora de conseguir sus votos.

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