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El Aprendizaje del Aprendizaje


Enviado por   •  7 de Octubre de 2015  •  Ensayos  •  5.416 Palabras (22 Páginas)  •  5.138 Visitas

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RECENSIÓN SOBRE LA OBRA

“EL APRENDIZAJE DEL APRENDIZAJE”

(Una introducción al estudio del Derecho)

DEL AUTOR

JUAN RAMÓN CAPELLA

Editorial Trotta, Sociedad Anónima.

Madrid, España.

Quinta Edición, 2009.

123 páginas.


La obra de este catedrático de la Universidad de Barcelona, quien además es jurista, filósofo y político, nos relata la importancia de aprender a aprender, fundamentalmente la obra se encuentra dirigida a los estudiantes de la carrera de derecho, pero resulta útil también para cualquier universitario. La obra es producto de la experiencia del autor como docente, sin que ello signifique que su contenido se limita únicamente en tratar aspectos cotidianos derivados de una relación profesor-alumno, pues incluso se resalta el papel del aspirante a profesionista visto desde un enfoque social, a fin de que el estudiante sepa el entorno en que se encuentra desde su ingreso a la universidad.

Si bien el título de la obra parece enfocarse en técnicas de aprendizaje; basta adentrarse en el contenido de la misma, -obviamente a través de su lectura-, para advertir que el autor no hace sino poner a disposición del lector (universitario) excelentes y prácticos consejos a fin de que el estudiante aproveche en un mayor porcentaje las diversas opciones que se presentan en el curso de su enseñanza.

Es por eso que no se está ante un libro fastidioso o aburrido, en el que un experto catedrático -pretendiendo haber encontrado el hilo negro- precise los puntos a seguir a través de ciertas técnicas o pasos a fin de lograr un mejor aprendizaje; contrario a ello, esta obra es sin duda un libro ameno, hasta cierto punto divertido, en el que ciertamente un diestro en la materia de la enseñanza transmite a los estudiantes, como ya se dijo, ciertas recomendaciones para lograr que su paso a través de la universidad sea más eficiente sin que ello implique grandes sacrificios, sino que más bien versa sobre una cuestión de actitud; pues incluso el autor se atreve en uno de sus capítulos a enseñar la técnica para la elaboración de una buena <chuleta>, herramienta tan necesaria hoy en día para la presentación de exámenes, conocida comúnmente en nuestro país como acordeón.

Así pues, y pasando al contenido de la obra, en la misma el autor primeramente se enfoca en hacer entender al lector (importante recordar que el libro se encuentra dirigido a un estudiante profesionista), que socialmente existe una desigualdad social, haciendo hincapié en que las funciones sociales son desempeñadas por la población, con independencia de que los sujetos que la integran sean o no conscientes de ellas y de sus mecanismos causantes.

Que ante ello, derivada de la división poblacional que provoca la desigualdad social, existe también una división social del trabajo, misma que el autor refiere que se encuentra dividida entre trabajo intelectual y trabajo no intelectual (físico), que también puede entenderse como ordenante y subalterno.

Luego entonces,  dice el autor que la universidad no es una institución meramente educativa, sino también una institución política, la cual no solamente suministra conocimientos a sus alumnos, sino también lo más importante: los títulos.

Con ello, la universidad es quien forma esa división social del trabajo, al dotar a pequeños grupos de personas de una sociedad, de la calificación para la realización de un trabajo predominantemente intelectual. Los títulos que son un reconocimiento o certificación pública de un determinado saber, son sobre todo, según el autor, derechos de entrada a profesiones delimitadas, en las que se lleva a cabo por lo general un trabajo intelectual; que además, por más saturado que esté el mercado del trabajo, siempre el de las profesiones tituladas lo estará menos.

Así, refiere el autor, al ingresar a la universidad el estudiante comienza a experimentar aspectos del mundo social y conceptual que ignoraba, con los que logra crear nuevos puntos de vista, enriqueciendo con ello el pensamiento, y por consecuencia el lenguaje; provocando con ello ser tratado por la gente con respeto, ya que ahora tiene el nivel de un estudiante de universidad, quien resulta ser un beneficiario de bienes culturales que sólo se distribuyen a una minoría de la sociedad.

Que por consecuencia, la política del Estado será siempre acotar en lo mayor posible, el acceso de la población a las instituciones educativas superiores, para que así, los egresados sean preferentemente la élite de la sociedad.

Con tales reflexiones, el autor resalta el hecho de que el universitario tiene un lugar de privilegio en la sociedad, pues posteriormente cuando obtenga su título y sea, por consiguiente, un profesionista, estará incluido en la esfera minoritaria que lleva a cabo el trabajo intelectual.

Posterior a ello, el autor se adentra ahora en el tema de la obra en el capítulo “Las Clases”; en el mismo asegura que un estudiante normalmente supone que una parte fundamental del aprendizaje se realiza en las clases; punto el cual no está del todo claro, ya que con el pasar del tiempo el estudiante comprobará que muchos estudiantes no van a clase, y que no todos los que no van a clase son precisamente “malos estudiantes”, así como que muchos de los estudiantes que asisten a clase no parecen haber aprendido gran cosa, constituyéndose entonces en “malos estudiantes”. Así entonces, dice el autor, el estudiante se encontrará con que existen tres diferentes clasificaciones de clases: a) clases que sirven para aprender, b) clases que sirven para aprobar, y c) clases que no sirven ni para aprender ni para aprobar.

Las clases que sirven para aprender, según el autor, son muy fáciles de reconocer pues en ellas se aprende algo, y respecto de este tipo de clases, recomienda que conviene asistir a ellas; empero, dice, uno no debe cometer el error de tener como único medio de aprendizaje para aprender de verdad sobre esa materia, sino que es necesario trabajar con elementos básicos al margen de la clase, tales como libros, manuales, etcétera.

Respecto de las clases que sirven para aprobar, asegura que generalmente crean un problema especial, ya que casi siempre el profesor es aburrido o sencillamente malo, y a los estudiantes no les gusta acudir a sus clases; empero, también en este tipo de clases sucede que el profesor tiende a suspender a quien no va a clase y a aprobar a los que van; así entonces, como conviene aprobar, estas clases plantean un problema especial, y por ello habrá que frecuentarlas lo indispensable, y ponerse de acuerdo con compañeros para mantener un turno de asistencia y, si sólo hay que dejarse ver de vez en cuando, lo sensato será no insistir demasiado en ocasionarse problemas, y escapar al tedio leyendo algo interesante en las últimas filas del aula.

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