ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Observador

EnriqueQuinilla12 de Diciembre de 2012

3.122 Palabras (13 Páginas)447 Visitas

Página 1 de 13

México: cuando “la democracia nos mata”, crónica de un fraude anunciado.

Carlos Figueroa Ibarra.

Al repasar la historia de América latina en los últimos diez años, no he dejado de recordar lo que alguna vez escribió Marx con respecto a la turbulencia política observada durante la oleada revolucionaria en Europa a partir de 1848. En el caso particular de Francia tal oleada terminaría en el golpe de estado de Luis Bonaparte, Napoleón III, el 2 de diciembre de 1851. Napoleón el chico, el sobrino del tío, como desdeñosamente fue llamado por Marx, acababa así con la república e instauraba el orden imperial. La legalidad republicana se hacía cada vez más asfixiante ante la combatividad incesante de los de abajo, empezando por el proletariado francés quien había sido ahogado en sangre desde el principio del proceso.

Advirtiendo la camisa de fuerza que para las fuerzas reaccionarias implicaba dicha legalidad, Marx escribió en su famoso libro “las luchas de clases en Francia 1848-1850”: “La ironía de la historia universal lo pone todo patas arriba. Nosotros, los «revolucionarios», los «elementos subversivos», prosperamos mucho más con los medios legales que con los ilegales y la subversión. Los partidos del orden, como ellos se llaman, se van a pique con la legalidad creada por ellos mismos. Exclaman desesperados, con Odilon Barrot: La légalité nous tue, la legalidad nos mata, mientras nosotros echamos, con esta legalidad, músculos vigorosos y carrillos colorados y parece que nos ha alcanzado el soplo de la eterna juventud”. Durante la guerra fría el anticomunismo hizo una caricatura del conflicto social: en la región y en el mundo lo que se observaba era la lucha de la democracia contra el totalitarismo. No importó si como parte del campo democrático se encontraban las dictaduras más deleznables del mundo, como la guatemalteca, la argentina o la chilena. Finalmente, nos dice la derecha, la democracia se impuso al comunismo. Ironías de la historia, en los últimos diez años, ha sido la derecha la que ha estado pateando el tablero de la democracia: golpes de estado en Venezuela (2002), Honduras (2010), Paraguay (2012); tentativas de golpe de estado en Bolivia (2008, 2012), Guatemala (2009), Ecuador (2010) y fraudes electorales en México (2006, 2012). Parafraseando a Odilon Barrot en el libro de Marx, la derecha en todos estos países podría estar diciendo “la democracia nos mata”.

La democracia nos mata, asesinemos a la democracia.

Como la democracia está matando a la derecha, en México la derecha neoliberal (Partido Revolucionario Institucional, PRI) y la derecha clerical-neoliberal (Partido de Acción Nacional, PAN), tienen que matar a la democracia. El proceso electoral en México en este 2012, como el de 2006, asesinó a la democracia. En ese sentido estas elecciones son la continuación de las de 2006. En ese año, el candidato de la derecha clerical-neoliberal, Felipe Calderón, supuestamente habría ganado las elecciones con una diferencia de apenas 0.5% de los votos. El proceso electoral fue de ínfima calidad. El gobierno federal gastó en tres meses aproximadamente 1,300 millones de pesos (más de 100 millones de dólares) en una campaña publicitaria encaminada a destruir la imagen de Andrés Manuel López Obrador. También las cámaras empresariales hicieron inversiones millonarias que se difundieron a través del duopolio televisivo. Fue exitosa la campaña concertada entre el gobierno federal encabezada por el presidente Vicente Fox, la cúspide empresarial y los grandes medios de comunicación principalmente electrónicos. A esta entente se sumó la alta jerarquía católica. La divisa fue “Lopez Obrador es un peligro para México”. La campaña mediática fue exitosa pues abatió la diferencia de 10 puntos que llevaba López Obrador. No obstante ello, la consolidación del triunfo de Calderón se dio porque se observó un fraude electoral que pudo otorgarle el 0.5% con el que ganó. Desde entonces, el gobierno de México vivió una constante crisis de legitimidad que fue uno de los factores para que Calderón se lanzara a la guerra contra el narcotráfico. Se pensaba que dicha guerra le daría una popularidad que estaba descalabrada con el conflicto poselectoral. Seis años después, la guerra contra el narcotráfico ha mostrado su fracaso. Más de 60 mil muertos y otros miles de desaparecidos ha costado este esfuerzo, sin que se haya logrado detener a los cárteles del narcotráfico. El partido oficial, el PAN, sufrió en estas elecciones de 2012, según palabras de su presidente Gustavo Madero, “una derrota mayúscula”.

El asesinato de la democracia que hoy observamos, comenzó en 2005 con la multimillonaria inversión que desde ese año hicieron los grandes poderes fácticos mexicanos para promover la imagen del que ya se perfilaba como candidato del PRI, Enrique Peña Nieto. El duopolio televisivo hizo suyo a dicho candidato y como lo ha denunciado el diario londinense The Guardian, cientos de millones de dólares fueron invertidos en promover la imagen de Peña Nieto y en denostar la de Andrés Manuel López Obrador. Siguieron las casas encuestadoras Mitofski, GEA-ISA, Parametría y las encuestas hechas por el diario Milenio. Todas ellas dándole a Peña Nieto hasta en los días previos a las elecciones una ventaja de entre 12 y 18%. Es muy probable que las encuestadoras referidas, nunca podrán explicar cómo el domingo tal ventaja se redujo a 6.51%. Algunas de estas empresas mercenarias ya han empezado a ofrecer disculpas, costo menor si se compara con los millones de dólares que recibieron por adulterar las encuestas. El PRI también tendría que explicar de dónde sacó el dinero para que Peña Nieto obtuviera el 38.14% contra el 31.65% de López Obrador. Siendo el tope de gastos de campaña 360 millones de pesos (casi 26 millones de dólares), Peña Nieto pudo haber gastado más de 13 veces esa cantidad: 357 millones de dólares si fuera cierta la afirmación de López Obrador de que los gastos de campaña del priísta ascendieron a 5 mil millones de pesos. De esta cantidad, 1,800 millones de pesos (más de 128 millones de dólares) se habrían gastado en comprar el voto en el estado de México en donde Peña gobernó hasta hace poco. Tragicómicamente, el lunes 2 de julio las tiendas Soriana se abarrotaron de personas de humilde condición haciendo compras de pánico pues se corrió el rumor de que los monederos electrónicos que les había dado el PRI dejarían de funcionar. En las filas en las cajas la gente comentaba que les habían dado entre 100 y 500 pesos por el voto (7 y 35 dólares).

A varios días de la elección, el recuento del 57% de las casillas electorales realizado por el IFE, refleja que las cifras iniciales obtenidas por los cuatro candidatos presidenciales están confirmadas. No hubo adulteración del contenido de las casillas electorales, ni alteración sustancial de los resultados electorales. El fraude observado en México en las elecciones del 1 de julio, ya no puede ser el mismo que el que se observaba antaño. Hay muchos candados y organización en la oposición que impedirían al partido oficial o de maquinaria electoral más eficaz, realizar relleno de urnas, adulteración de actas y otras triquiñuelas. Hoy se trata sobre todo de la mediación prebendal y el control organizativo de votantes cautivos. Así las cosas, no debe extrañar que haya informes de compra de votos no solo en las periferias urbanas sino también en las regiones rurales empobrecidas. Una organización no gubernamental que monitorea la calidad de la democracia en México, Alianza Cívica, realizó una encuesta que arroja datos verdaderamente inquietantes. Dicha encuesta realizada en 21 estados de la republica mexicana, indica que a 28.4% de los votantes les habrían comprado o coaccionado el voto. De ese total de votos comprados o coaccionados, el PRI resulta el principal implicado con un 71%, el PAN lo habría estado con el 17%, el Partido de la Revolución Democrática con un 9% y el partido Nueva Alianza (PANAL) con un 3%. La encuesta determinó que en 14% de las casillas se observó acarreo de ciudadanos para que votaran. Todo esto demuestra que existe una cultura política compartida de clientelismo y acarreo de votantes y al mismo tiempo que el principal actor y beneficiario de dicha cultura fue Enrique Peña Nieto. También se demuestra que quien regresa al gobierno, no es un nuevo PRI, democrático y modernizado. Regresa con Peña Nieto el PRI de siempre. El PRI de la poderosa maquinaria electoral que siempre pretendió legitimar un orden autoritario. La novedad ahora es que en este proceso electoral de 2012, la sociedad mexicana ya no es la de la edad de oro del priato, aquella que era cooptada o controlada a través de la Central de Trabajadores de México (CTM), la Confederación Nacional Campesina y la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) y del propio PRI a través de sus organizaciones en estados y municipios. Es novedad también que a diferencia de la época de oro del PRI, en México existe también una izquierda que ha logrado convertirse en una fuerza viable y con fuertes posibilidades de ganar la presidencia de la república. Acaso

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (18 Kb)
Leer 12 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com