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El Turismo: Orígenes Y Evolución

ahtzirianvaEnsayo26 de Enero de 2014

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EL TURISMO: ORÍGENES Y EVOLUCIÓN

ANTECEDENTES

Si bien es cierto que ya en la antigua Babilonia se registran claras evidencias de viajes, que en La Odisea se pone de manifiesto la gran vocación que tenían los griegos por viajar, quienes asiduamente concurrían a fiestas de carácter religioso, en las cuales se celebraban simultáneamente competencias atléticas, tanto en Atenas como en Delfos, Corinto y Olimpia, ciudad esta ultima en la cual se originan precisamente las Olimpiadas, y que algunos antiguos escritores, como es el caso de Herodoto, considerado por muchos como el “Padre de los Escritores de Turismo”, describen los extensos viajes realizados en su época, no es posible identificar actividades similares a las que hoy conocemos con el nombre de turismo sino hasta el Imperio Romano.

La historia cuenta que durante el apogeo del Imperio, en los meses de verano se producían considerables movimientos de personas que desde Roma se dirigían hacia el campo y hacia los sitios de veraneo situados a las orillas del mar. Fernández Fuster hace referencia en su obra a las villas vacacionales situadas en Baias, lugar considerado como verdadero antecesor de los centros vacacionales de playa actuales, citado, incluso, en la literatura de la época.

Los romanos visitaban, además, templos y santuarios, asistían a festividades y concurrían a baños termales. Los relatos indican que al principio, en sus grandes viajes, la gran meta era Grecia, pero que posteriormente, con la adopción y difusión del Cristianismo, numerosos grupos de peregrinos comenzaron a viajar a Tierra Santa.

Según los historiadores, ya en esa época se disponía de itinerarios y guías, en los cuales se especificaban las rutas, los nombres de los caminos, las distancias y los tiempos requeridos para viajar entre los distintos puntos del Imperio.

Obviamente los romanos no identificaban a estas actividades con el nombre de turismo, pero de acuerdo con la concepción que actualmente tenemos del mismo no cabe ninguna duda que ellas constituyen los antecedentes remotos más claros de que se dispone sobre el particular.

En efecto, con la caída del Imperio Romano y la invasión de los bárbaros la mayoría de los pueblos decayeron, las grandes obras viales se fueron destruyendo y viajar se convirtió en algo peligroso, puesto que en los pocos caminos transitables, los viajeros se encontraban expuestos a los asaltantes.

Los viajes se vieron retraídos hasta la Edad Media, donde la gente, por razones de seguridad, comenzó a viajar en grupo; especialmente de peregrinos que recorrían grandes trayectos para visitar lugares como Canterbury, Santiago de Compostela y la Tierra Santa.

De acuerdo con lo indicado por H. Robinson, las peregrinaciones se convirtieron en un acontecimiento de la época, y menciona en su obra la existencia de una guía del viajero del siglo XIV, que ofrecía a los peregrinos información detallada sobre los países y las regiones que cruzarían y el tipo de hospedaje que podrían encontrar en el camino.

Las cruzadas vinieron a dar un nuevo ímpetu a los viajes y contribuyeron a revitalizar el comercio, como consecuencia del movimiento de soldados, peregrinos y mercaderes que transitaban a lo largo de los caminos de la Europa Medieval.

El movimiento de los viajeros comenzó a ser de tal magnitud que en el año 1282 los propietarios de las principales posadas de la ciudad de Florencia se reunieron para fundar el primer “gremio de posaderos”, con el propósito de transformar al hospedaje, que hasta entonces constituida en realidad una acción de caridad, en una actividad comercial.

Como consecuencia, las posadas comenzaron a tener licencia de funcionamiento, les fue permitida la importación y reventa de vinos, y la explotación del negocio pasó a ser una facultad de la ciudad, la cual, en subasta pública, adjudicaba los permisos de operación a particulares por periodos de tres años.

De esta forma, la actividad del hospedaje efectivamente se convirtió en un negocio rentable, y el gremio se fortaleció de tal manera que para el año 1290 estaba integrado por un total de 86 posadas.

Es interesante hacer notar que este nuevo concepto del hospedaje no se limito exclusivamente a la ciudad de Florencia, sino que se extendió a Roma y a otras ciudades, entre la que debe destacarse a Venecia por su tradicional rivalidad comercial con la primera.

La competencia entre las ciudades por la atracción de los viajeros se intensificó, y en ellas se comenzaron a organizar eventos especialmente destinados a agasajar a los mercaderes, con el fin de lograr su preferencia.

Al final de la Edad Media, Venecia se destacaba no sólo por su belleza y riqueza, sino también por los grandes atractivos que ofrecían al viajero. Estos atractivos incluían agasajos y espectáculos, los cuales eran ofrecidos con un propósito bien definido.

Sin embargo, no es sino hasta el Renacimiento cuando se comienzan a emprender viajes por razones distintas de las que motivaban a los peregrinos y a los mercaderes.

Las grandes expediciones marítimas realizadas a fines del siglo XV y principios del siglo XVI fueron las que ampliaron al horizonte de la época, y las que despertaron la curiosidad por conocer otros pueblos y lugares, que fue lo que dio origen a una nueva era en la historia de los viajes.

EL TURISMO A PARTIR DEL SIGLO XVI

En el periodo que se inicia en el siglo XVI y que llega hasta casi mediados del siglo XIX se establece las bases del turismo moderno. Durante este periodo tiene su origen el denominado Grand tour, del que posteriormente se deriva el término turismo, y es en esa época cuando se comienzan a desarrollar los centros vacacionales, muchos de los cuales perduran, como es el caso de Bath, en Inglaterra.

En el siglo XVI se comenzó a recomendar, a los jóvenes de la nobleza y de la clase media inglesa, viajar al continente a fin de complementar sus conocimientos y ganar, de este modo, experiencia personal. Los viajes por este motivo se fueron tornando normales y, en su época, tenían una duración cercana a los tres años, razón por la cual en la segunda mitad del siglo XVII, concretamente en 1670, es que es la fecha más temprana en la cual se ha podido comprobar el uso del término, ya se identificaban con el nombre de Grand tour.

En virtud de sus características, los viajes dieron lugar una extensa bibliografía cuya aparición se sitúa a fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, que contenían libros en los cuales se recomendaba la forma de viajar y cómo hacer más provechosos y honorables los viajes por países extranjeros.

Mediante el estudio de la citada bibliografía, así como de los relatos y de las cartas escritas por los viajeros durante sus tours por el continente, en los cuales describían los itinerarios realizados, las distancias recorridas, los medios de transporte y lugares de alojamiento utilizados, se pudo llegar a elaborar algunos mapas que permiten dar una idea de la expresión espacial de los referidos viajes.

Mucho discutió sobre las ventajas y desventajas de estos viajes, debido al hecho de que, con frecuencia, los jóvenes se dedicaban más a los placeres, en los lugares que visitaban, que a los aspectos culturales, los cuales, en definitiva, eran la razón de ser de dichos desplazamientos.

Mientras los jóvenes realizaban estos grandes viajes, impulsando fundamentalmente por un motivo educacional, aunque en parte también por un espíritu aventurero, a fines del siglo XVI se comenzaban a despertar un especial interés por los baños termales, cuyas propiedades curativas eran ya conocidas tanto en la antigua Grecia como en el Imperio Romano.

En el siglo XVII los médicos comenzaron a recomendar las propiedades curativas de los baños termales. En las termas se comenzaron a organizar entretenimientos para los pacientes y, pronto, los que iban por las propiedades curativas de las aguas se vieron acompañados por los que buscaban amenidades y diversión. De tal manera que, en la última mitad del siglo XVII, los centros termales gozaban de una gran popularidad, tanto en Inglaterra como en el continente.

En la primera mitad del siglo XVII, Bath y muchos otros centros termales contaban con una muy buena actividad social y atraían a la gente más importante de la época. No obstante que a fines del siglo XVII ya se había comenzado a manifestar un cierto cambio en las preferencias, como consecuencia del incremento de popularidad que iban tomando los baños mar.

A mediados del siglo XVIII se publicó una tesis sobre el uso del agua de mar y esto generalizó una nueva una nueva moda en los viajes. Moda que perdura hasta hoy el día de hoy.

Lo mismo que había sucedido en los centros termales se repite en lo que se refiere a los baños de mar, y las personas que buscaban placeres y diversión se fueron mezclando con los que iban por razones de salud. De tal manera que a fines del siglo XVIII, los centros situados a las orillas del mar eclipsaban a los centros termales.

En la obra de Burkart y Medlik se alude al hecho de que Brighton, de una simple aldea de pescadores en 1760, llegó a ser, en la segunda mitad del siglo XVIII, el lugar más alegre y más de moda no sólo de Inglaterra, sino de toda Europa.

El lapso transcurrido entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX marca otro de los momentos significativos en la evolución del turismo. La transformación económica y social ocurrida como consecuencia de la Revolución Industrial y el consiguiente surgimiento de una clase media grande y próspera, con nuevos gustos y necesidades, especialmente en lo que se refiere a vacaciones y favorecida, además, por las rápidas mejoras

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