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El método ontológico de Marx

mabera96Documentos de Investigación7 de Febrero de 2019

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El método ontológico de Marx, es aquel fundamento que nos permite aprehender la realidad, siendo esta su objeto de estudio. Desde la perspectiva ontológica, el conocimiento teórico es aquel que deviene del objeto (es decir, la realidad), del análisis de su estructura y  dinámica; y, este estudio y análisis, debe sobrepasar su mera descripción.

El análisis ontológico marxiano, el objeto de estudio posee varias características que, mediante su comprensión, permitirán hacer un abordaje satisfactorio de este. En primer lugar, supone que la realidad no es la suma de partes aisladas, sino una totalidad de particularidades que no se pueden fragmentar; por ende, desde este marco no es posible separar la realidad y estudiarla por partes, ya que no existe una realidad “social”, una “económica” o una “política” por separado, ya que todas estas (y otras esferas) se conjugan e interactuan entre sí a lo largo de la historia. Segundo, la realidad es dinámica, todas sus partes son movibles, son cambiantes; por ello, es necesario no despojarla de su historicidad y de las contradicciones que se dan en su interior. Esta perspectiva nos permite, por un lado, entender la forma actual de la dinámica y estructura del objeto, esto por medio de su explicación a partir de los procesos históricos, siendo el presente una prolongación o continuación de estos y despojándola de su inmediatez; y por otro lado, al abarcar ese carácter contradictorio de la realidad, permite entender esta como un metabolismo, siendo esa convivencia entre la positividad/negatividad la principal protagonista de las transformaciones de la realidad. Es entonces la realidad independiente de la subjetividad del ser humano: ella existe y el sujeto se encuentra inmerso en ella, es activo, pero no la transforma, ya que su transformación se debe a razones causales; por lo tanto, todo lo que existe es objetivo y es capaz de existir independiente del sujeto.

Las categorías que permiten explicar la realidad del ser social del método ontológico son movibles, es decir, se transforman con el tiempo; que si bien, en su esencia es la misma, estas cambian en adaptación a cada proceso histórico. Por lo tanto, el objeto determina al ser social, la realidad permea la forma en la que los individuos se relacionan y satisfacen sus necesidades. Por lo tanto, desde esta perspectiva, es imposible entender la sociabilidad del ser humano fuera de las dinámicas que se dan en estás esferas; lo que nos remite, a el análisis del ser social desde la categoría trabajo, que, según el método ontológico, constituye una categoría fundante de la sociablidad del ser.

El trabajo, es una forma exclusiva perteneciente al ser humano, ya que esta convierte al ser humano en ser social. Esto se debe a que el trabajo implica una relación ser humano-naturaleza, esta se caracteriza por transformación de la naturaleza, que permite la satisfacción de sus necesidades; pero, al mismo tiempo, el ser humano transforma su propia naturaleza en el proceso. Mediante esa relación el ser humano objetiviza los medios necesarios para su subsistencia, mientras este se constituye a través de esta relación; es decir, a parte de permitirle saciar sus necesidades, el trabajo se convierte en fuente de conocimiento, permitiéndole al ser humano el adquirir habilidades y conocimientos para dinamizar el proceso y conseguir su objetivo de una manera más formidable.

En todo lo mencionado anteriormente, la conciencia –lo que nos diferencia del resto de seres naturales- juega un papel importante en esta relación. En todo el proceso el ser humano tiene conciencia de su objetivo; a partir de la presencia de una necesidad, el individuo anticipa (mediante la conciencia), por medio de interrogantes, alternativas, formas y posibles resultados; luego, se elige la mejor alternativa y se materializa el producto que se había ideado previamente. Es este procedimiento que le permite al ser social transformar la naturaleza y a sí mismo, perfeccionando sus capacidades y habilidades físicas y mentales y el proceso de trabajo en sí.

Por consiguiente, el ser social posee distintas particularidades que lo distinguen como tal y que le permiten, a través del trabajo, tanto satisfacer sus necesidades, como dar ese salto de lo natural a lo social. Ejemplo de esto es la capacidad de objetivar las ideas que concibe por medio de la conciencia, ya que este no es un simple proceso causa-efecto, sino que implica múltiples mediaciones; también, la reflexión que se da durante la previa-ideación y objetivación del producto, dejando al trabajo lejos de ser un proceso mecánico. Además de esto, el ser social adquiere conocimiento y capacidades, formas de ser o hacer, que universaliza a través de uso de instrumentos como el leguaje; transmitiendo los saberes entre los mismos individuos de la sociedad o a las generaciones futuras. Entonces, en conjunto con lo anterior, lo que hace social al ser son esas relaciones sociales (que trascienden a las relaciones interpersonales), que se entretejen en medio de este proceso y que fundan esa sociabilidad del ser, desprendiéndolo de la singularidad. Por tanto, el trabajo exige una relación de dependencia de unos con otros mediada por una necesidad de división del trabajo, y permeada por el poder y los roles.

En conclusión, el trabajo constituye una categoría fundante del ser social en cuanto es una forma de humanización del ser, donde este es separado del resto de las seres naturales, en una realidad que exige leyes de desenvolvimiento diferentes a las de la naturaleza. Por lo tanto, el trabajo es la base de la sociedad, ya que este propicia relaciones sociales entre individuos que la conforman y la relación sociedad-naturaleza, como base inalienable de la sociedad.

2)

Según la perspectiva marxista, el proceso de trabajo conta de tres elementos: los objetos de trabajo, los medios de trabajo y el trabajo en sí. Desde el análisis ontológico, la realidad, que permea la vida del ser social, es dinámica y cambiante, producto de una historicidad que la determina y la explica. Desde este marco podemos entender la transformación que ha tenido la categoría trabajo a lo largo de la historia del ser humano, y el proceso histórico que determina esta categoría en la actualidad: el capitalismo. Aunque, el trabajo en nuestros tiempos no sea similar a lo que aprendimos con respecto al trabajo ontológico, existe siempre una base material ontológica; el ser humano requiere satisfacer sus necesidades y la manera de lograrlo parece ser la sociabilidad, la dependencia a las relaciones sociales cargadas de poder y de roles, que se expresan de forma distinta en la actual sociedad capitalista. Por ello, es preciso decir que los elementos del proceso de trabajo que propone Marx, aunque si bien no se expresan de la misma manera en la actualidad, siguen siendo elementos fundamentales del trabajo.

Creo pertinente empezar caracterizando el objeto de trabajo como elemento. Los objetos de trabajo contituyen todos aquellos materiales que serán intervenidos para ser objetivados en un producto, siendo la naturaleza la proveedora de estos. Se pueden distinguir tres tipos: a) las materias preexistentes, que son aquellas que no han tenido intervención o no han implicado un proceso de trabajo; b) las materias primas, que son aquellas que ya contienen un proceso de trabajo en sí, como lo es la leña, que le da un valor; y, c) las materias auxiliares, que son las que no intervienen directamente en el proceso de trabajo, pero que sí sirven de manera indirecta, como pueden ser el agua y el carbón. A raíz del capitalismo, es casi inexistente el uso de materias preexitentes; sin embargo, el uso de materias auxliares, como el combustible, y de materias primas en la sociedad capitalista, exigen un gran impacto ambiental, repondiendo a la lógica de consumo desmedido e inconsciente. Ante la gran demanda de productos es más la exigencia de materias primas o auxiliares, cuya extracción implica, la mayoría de veces, la explotación y el irrespeto a la naturaleza.

        Por otro lado, los medios de producción son aquellos que, por medio de sus propiedades, facilitan la transformación del objeto de trabajo. Desde el análisis ontológico marxista, la diferencia entre el proceso de trabajo en cada una de las épocas históricas,no es qué se hacía, sino el cómo. Por ejemplo, en el trabajo ontológico, la naturaleza también era proveedora de medios de trabajo, pero eso ha cambiado con el paso de la historia; la tierra deja de ser la proveedora directa de medios, y estos, en su mayoría, ya contienen en sí un trabajo pretérito. El producto, como la condición objetiva del proceso de trabajo, puede ser usado como medio para otro proceso de trabajo.

Entonces, desde esta perspectiva, los medios de trabajo en la estructura capitalista responden a las exigencias de la aceleración de los procesos de trabajo; para ello el capitalista ampliacia del trabajo muerto, introduce maquinaria que pretende en algún momento desplazar al trabajo vivo, aunque esto sea imposible, ya que el trabajo vivo es el conservar y realizar productos con valores de uso. Por ello, es importante destacar la tecnificación y modernificación de los medios de produción, que ayudaría a aumentar, no solo la agilidad y rapidez del proceso de trabajo, sino, además, el del plusvalor, ya que ya no se tratata del contenido del trabajo, sino de la cantidad de producción.

Por último, el trabajo en sí mismo, el cual en el capitalismo es despojado de su naturaleza ontológica; es decir, su fin ya no es generar medios para satisfacer las necesidades del ser humano, sino vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario que le permitirá comprar esos medios de subsistencia. El trabajo es, en esta dinámica, el uso de la fuerza de trabajo, la cual es mercancía que tiene un valor puesto por el mismo capitalista que la compra; el o la capitalista es dueño de la fuerza de trabajo del obrero o la obrera, la cual esta bajo su control durante la jornada de trabajo. En este proceso, el o la obrera son sometidos ante la lógica del trabajo productivo, con el fin de que generen un producto, el cual le pertenece al capitalista; este tiene como objetivo extraer el valor equivalente al trabajo invertido en el producto o, incluso, aún más valor de uso y de cambio (que se pueda vender), es decir, un plusvalor.

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