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Entrevista A José Saranago

hans2617 de Junio de 2014

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Entrevista con José Saramago

«La izquierda no tiene ni una puta idea del mundo»

Eduardo Mazo

Revista Veintitrés, febrero del 2002.

El 17 de octubre de 1730, el Cabildo de Lanzarote, en las islas Canarias (España), envió un documento a los Oidores de la Real Autoridad del Rey informando que "habiendo reventado un volcán la noche del día primero del pasado, echando fuego diez y nueve días en que dejó quemadas casas, aljibes, maretas, fábricas, pajeros, tierras labradas y perdidas totalmente las cosechas, las casas casi tapiadas y del dolor que causa el lloro y lamentos de los hombres, mujeres y niños, el cielo nos favorezca"

A cierta distancia de aquel herido paisaje que hoy se denomina Parque Nacional de Timanfaya, vive, en una bella y blanca casa de perfil insular, José Saramago. Al llegar a la isla aún no castigaba el calufo, ese calor local y profundo, ni el siroco imponía en el cielo su amarillo de desierto africano. Los tres perros que Pilar del Río, la esposa del escritor, ha rescatado del abandono de sus dueños, alborotan entre curiosos y alegres alrededor de la mesa donde está servido el café. Ella los identifica: "el caniche se llama Pepe; el de agua, Camoes, y la yorkshire, Greta", mientras va llenando de elogios y cuidados a ese tumulto canino. Luego, ya en la acogedora biblioteca del escritor, los sonidos lejanos semejan un suave salmodia enmarcando la entrevista.

-El siglo XX reveló el fracaso estrepitoso del socialismo real, con el crecimiento ponencial del fundamentalismo religioso y otros. Hoy, doscientas cincuenta personas poseen una riqueza superior al cuarenta por ciento del producto interior bruto de la humanidad. La lucha y la conquista por las ocho horas hoy se licuan ante jornadas superiores por un lado, y ejércitos de desocupados por otro. Frente a todo esto, ¿usted me podría decir si la botella de la historia está medio llena o medio vacía?

-Si yo le contestara que está medio llena sería lo mismo que si le contestara que está medio vacía. Lo que es, es, y lo que está, es lo que está. En La Sagrada Familia, de Marx y Engels, hay una frase que yo cito con demasiada frecuencia porque es ejemplar. Y a mí me sorprende que el debate de ideas y el debate sobre las soluciones que se puedan encontrar, incluso el debate en el interior del propio socialismo, no pase, esencialmente, por palabras tan sencillas como esas. Ellos escribieron: "Si el hombre es formado por las circunstancias, entonces, hay que formar las circunstancias humanamente." Claro que el capitalismo no forma circunstancias humanamente, ya lo sabemos, pero hay que soportar la evidencia que tampoco el socialismo ha creado los elementos y las circunstancias necesarias para formar al hombre. Y en esto estamos. Ahora vienen las consecuencias. Una de ellas es la debilidad del movimiento sindical internacional. Se sientan a la mesa de negociaciones para implorar, no ya para exigir, para implorar aumento de sueldo. Hay algo que debería significarse. ¿Quiénes trabajan la industria armamentista, por ejemplo? Obreros. Pero nunca hay huelgas en esta industria. Entonces, cuando hablamos mucho de la conciencia obrera, estamos repitiendo tópicos que después, cuando llega la hora, nos salen por la culata.

En Francia, ¿dónde ha ido a buscar votos Le Pen? A los activos afiliados del P.C.F. ¿Y el programa de los inmigrantes? Cuando nos quedamos en el espacio de las frases retóricas del humanismo, todo eso funciona, está muy bien, se hacen discursos magníficos, pero cuando el inmigrante llega, -y nosotros, los portugueses tenemos una experiencia dura de eso, pues la segunda ciudad portuguesa en Europa ha sido París- primero se le abren las puertas, no ampliamente, por supuesto, pero cuando ya no es necesario ¡fuera! Entonces, si no nos damos cuenta que por encima de todo hay un problema fundamental de la humanidad que es el problema ético, por encima de todo lo que sabemos, por encima de las religiones que están ahí, corrosivamente, para destruir el pequeño espacio de comprensión mutua, de diálogo, que están ahí para destrozarlo todo, si no adoptamos un principio ético de responsabilidad personal y colectiva, ¿adónde llegaremos? A ninguna parte.

-En aquél socialismo frustrado se educaba a los niños, sin embargo, con un sentido humanista, de solidaridad y de estímulos creativos, más allá de cierta servidumbre ideológica. ¿Dónde está el punto de inflexión en el que muchos de aquellos niños se hayan convertido hoy en despiadados mafiosos?

-Yo no puedo decir dónde está el punto de inflexión, pero hay un caso más cercano a nosotros, europeos: sería interesante saber qué es lo que hacen, y sobre todo, saber qué piensan hoy las chicas y los chicos del mayo del 68, que entonces tenían 18 y hoy tienen 50 años. Claro que hay una vieja frase que dice que si a los 18 no eres un revolucionario no tienes corazón, pero si a los 40 sigues siendo revolucionario, no tienes cabeza. Y eso significa que es inevitable que la entrada en la edad adulta convierte a ese chico generoso, solidario, en un señor muy preocupado por su coche y por su segunda vivienda. No es que no tenga derecho al coche ni a la segunda vivienda, incluso a una tercera vivienda, pero ese señor ha vuelto la espalda -no quiero decir retóricamente a sí mismo- a cosas en las que creía. Y la pregunta es: ¿por qué es que ha dejado de creer en eso?

-¿Cree usted que -como señalan algunos críticos- los pueblos utilizan a la izquierda para lograr sus fines y luego la abandonan?

-Si fuera así, eso sería demasiado maquiavélico. Tampoco sabemos muy bien qué es el pueblo, nadie sabe qué es el pueblo. No creo que se usaría conciente o inconscientemente a la izquierda. Pero en el caso concreto de Galicia, es sorprendente que, viviendo España en democracia, coloque en puestos de poder con responsabilidades políticas, a un hombre terrible como el señor Fraga Iribarne. Galicia tiene una tradición caciquil conocida y, en el fondo, el señor Fraga Iribarne es un cacique de Galicia. Yo creo que, al contrario de lo que hemos aprendido, no hay dos sexos, hay tres: el masculino, el femenino y el político. Y ahí se unen unos y otros, con lo mismo de bueno y lo mismo de malo. Viniendo de la izquierda o de la derecha se convierte en política, y a la hora de convertirse en política me recuerda siempre una obra de teatro de Sartre que se llama L´Engrenage, que es la historia de una revolución triunfante y el líder, que es un chico muy apuesto, se sienta por primera vez en el sillón del poder. Cuando acaba de sentarse entra el secretario para decirle, y con esto termina la obra: "Está ahí afuera el embajador de los Estados Unidos de Norteamérica". En nuestro caso, en Portugal, tuvimos la complicidad de los partidos de izquierda, en particular del Partido socialista, no sólo con la socialdemocracia alemana, sino incluso con la propia CIA, para interrumpir el proceso revolucionario, y por otra parte, el papel de provocación que han hecho pequeños partidos de la llamada extrema izquierda. Al paso del tiempo nos encontramos con que el presidente del Partido Social Demócrata de Portugal (que es un partido de centro derecha, por no decir de derecha) había sido anteriormente un militante maoísta. La ministra de cultura de España ha sido maoísta. Y en su viraje no fue hacia el Partido Comunista, ni siquiera al PSOE. Se fue al Partido Popular. Usted tiene toda la razón cuando en la anterior pregunta buscaba el punto de inflexión, pero yo no puedo responderle con exactitud. Lo único que puedo compartir con usted es la evidencia de que hay un punto de inflexión, pero, ¿cuándo se da? ¿Dónde? ¿Es igual para todo el mundo? ¿Ocurre simultáneamente en la misma edad para todos? ¿Y por qué unos sí y otros no?

-Si como en la ex Unión Soviética, ese punto de inflexión se dió en un plano de carácter general, -aunque sus manifestaciones individuales puedan ser más o menos radicales-, ¿es al mismo tiempo, la caída del sistema, también producto de esos virajes colectivos?

-Creo que hay una especie de pecado mortal. No se puede, -bueno, también se puede- hacer todo a favor de la gente sin preguntar a la gente si lo quiere o no lo quiere. Podemos llegar a decir que lo estamos haciendo para el bien de los demás, pero yo creo que hay mucha más seguridad en lo que se está haciendo si se hace con la participación de esos para quienes supuestamente estamos haciendo bien las cosas. Y el pecado mortal de la Unión Soviética y las democracias populares ha sido esta formulación: "Estamos aquí para defenderlos. Vosotros no os preocupéis". Si todo se hace sin la participación de los ciudadanos en el trabajo político, ellos serán como tutelados. Esa tutela tendrá forma de educación, pero no participas en tu propia educación: te educan, no te educas tú. Y en otro aspecto te están prohibiendo. Que el ciudadano soviético no pudiera viajar, que no tuviera acceso a cosas nada extraordinarias, las más corrientes, cosas que están al alcance de todos.

-¿Cree que al priorizar al Partido por sobre el Estado, es decir al militante por sobre el ciudadano, la legalidad socialista desaparece?

-Eso es, efectivamente lo que ha ocurrido en los países socialistas.

-Existen distintas internacionales. Hay internacionales de la religión, de las finanzas, de los medios y hasta deportivas, etc. ¿No podríamos ir al encuentro de una internacional de la razón?

-Nosotros tenemos la tendencia a oponer a algo que no es racional lo que llamamos

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