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FUNDAMENTACION TEORICA DEL DESARROLLO SUSTENTABLE

mfornier12 de Junio de 2013

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Fundamentación Teórica del Desarrollo sustentable

Después de la Segunda Guerra Mundial, creció el interés sobre los modelos de crecimiento macroeconómico y las cuentas de ingresos nacionales. Las variables que podían ser fácilmente medibles, los parámetros diferenciados que pudieran recoger valores para caracterizar el contexto económico, se convirtieron en objeto de estudio y planificación. Las necesidades, metas y participación del ser humano fueron marginadas en beneficio de objetivos macroeconómicos.

A medida que el análisis estadístico aportaba estudios más exhaustivos a nivel nacional, se evidenció que, en algunos casos, países con crecimiento económico experimentaban un empeoramiento de las condiciones y la calidad de vida.

Paralelamente, algunas sociedades, con ingresos relativamente modestos, lograron niveles de bienestar humanos ciertamente satisfactorios. Estas disyuntivas entre los ingresos y el bienestar social también se extendían a países industrializados. Había que revisar los conceptos de desarrollo, crecimiento económico y distribución de la riqueza.

A comienzos de la década de los años 70, en la Universidad Sussex, del Reino Unido, se realizó un amplio estudio sobre cómo combinar crecimiento y distribución social. Las conclusiones fueron importantes: era necesario aumentar la productividad, pero analizando de quiénes y para quiénes. La redistribución de los medios de producción y los servicios básicos no sólo no era suficiente, sino que, a su vez, debía ser incrementada la productividad de la mayoría de los pobres.

El informe del Club de Roma de 1972, que resultó del proyecto sobre la Condición Humana, iniciado en 1968, marcó un hito en la conceptualización del desarrollo, al considerarlo como "el proceso que experimenta una sociedad para conseguir el bienestar de la población, relacionándose de forma armónica con el entorno natural, consiguiendo así, satisfacer las necesidades materiales y establecer las bases para que todo individuo pueda desplegar su potencial humano". (1).

En contraposición al carácter netamente cuantitativo del crecimiento, el desarrollo es definido como un proceso que involucra aspectos cualitativos de la condición humana en un país, región, localidad o continente.

La reformulación de la esencia del desarrollo continuaría con la tesis del otro desarrollo, promovida por sectores de Europa Occidental a través del informe "¿Qué hacer?", aparecido en 1975. Su enfoque hace énfasis en el desarrollo como un concepto integral en el cual el ser humano y la satisfacción de sus necesidades constituye el objetivo supremo.

Al respecto, una de las principales precisiones de los autores del informe plantea que: "El desarrollo es un todo; es un proceso cultural, integral, rico en valores; abarca el medio ambiental natural, las relaciones sociales, la educación, la producción, el consumo y el bienestar". (2).

Paralelamente con la tesis del otro desarrollo, toma cuerpo la aproximación al desarrollo por el camino de las "necesidades humanas básicas", que tiene puntos esenciales de contacto con aquella concepción. Sin embargo, esta última tesis logra penetrar de forma más aguda en la identificación e inserción de las necesidades humanas dentro de la estrategia del desarrollo, lo cual trasciende hasta el marco de la teoría económica y permite un análisis más balanceado de la esfera del consumo.

Al colocar el acento en la erradicación de la pobreza, el derecho al empleo, la distribución equitativa del ingreso y el acceso universal a los servicios básicos, ambas tesis se inscriben dentro del movimiento renovador del pensamiento socioeconómico, que rompe con la óptica tradicional sobre los problemas del desarrollo.

En correspondencia con el predominio de esta nueva concepción en la escena internacional, el Banco Mundial modificaría su criterio relacionado con la problemática del desarrollo, los cuales se argumentan en la parte dos del Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1990, titulado: "La pobreza y el desarrollo humano". La propuesta, si bien parece conceder una mayor prioridad a los factores sociales o humanos en la estrategia del desarrollo, en la práctica no rebasó los límites de las concepciones cuantitativas que identifican el desarrollo con el crecimiento económico.

Lo anterior se constata con claridad durante la década de los 80, especialmente en la primera mitad (1980-1986). En estos años, la explosión de la crisis de la deuda externa de los países subdesarrollados termina en forma abrupta con tres décadas de relativos progresos socioeconómicos y da paso a la peor recesión después de la conocida durante los años 30, con el sensible empeoramiento de las condiciones de vida y agudos retrocesos sociales, en particular, entre los grupos de población más vulnerables, los niños y las madres.

A mediados de esta década, surge el estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) titulado "Ajuste con rostro humano" que, como enfoque alternativo, insistió en la necesidad de tener en cuenta la dimensión humana de las políticas de ajuste e integrarlas a éstas en su conjunto, en lugar de considerarla como un componente adicional de bienestar. El modelo de ajuste con rostro humano, según sus propios autores, introduce "una dimensión de alivio de la pobreza en las necesarias políticas de ajuste, de igual manera que la redistribución del ingreso y la atención a las necesidades básicas lo hacen respecto a las políticas de crecimiento". (3).

Las cuestiones asociadas a la pobreza y su superación devinieron, cada vez más, el centro de las concepciones latinoamericanas acerca del desarrollo, que a partir de la profundización de la tesis de la "pobreza crítica" y, más tarde, con la formulación de reformas estructurales, se apartan de la visión tradicional del desarrollo latinoamericano y pretenden superar las limitaciones inherentes a las políticas de ajuste aplicadas hasta entonces.

La tesis de la CEPAL de "transformación productiva con equidad" de finales de los 80, destaca dentro de los esfuerzos por articular lo que los autores denominan una "concepción actualizada del desarrollo": crecer, mejorar la distribución del ingreso, consolidar los procesos democratizadores, adquirir mayor autonomía, crear condiciones que detengan el deterioro ambiental y mejorar la calidad de vida de toda la población; en fin, "la transformación de las estructuras productivas de la región en un marco de progresiva equidad social". (4).

Hacia finales de los años 80, existían las condiciones necesarias tanto desde el punto de vista político y social como teórico-conceptual para avanzar hacia una adecuada revalorización de la dimensión humana del desarrollo. No es casual que en 1990 vean la luz tres informes sobre el tema:

•Informe sobre el Desarrollo Mundial, del Banco Mundial, dedicado ese año a la pobreza.

•Desafío para el Sur, de la Comisión Sur.

•Desarrollo Humano. Informe de 1990, primero de los siete informes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. (PNUD), publicado hasta la fecha.

En este informe la Comisión Sur define del desarrollo de la siguiente forma:

"A nuestro juicio éste (el desarrollo) es un proceso que permite a los seres humanos utilizar su potencial, adquirir confianza en sí mismos y llevar una vida de dignidad y realización. Es un proceso que libra a la gente del temor a las carencias y a la explotación. Es una evolución que trae consigo la desaparición de la opresión política, económica y social (...). El desarrollo supone, por consiguiente, una creciente capacidad para valerse por sí mismo, tanto en el plano individual como colectivo".

El verdadero desarrollo, según nuestra comprensión tiene que centrarse en la gente, estar encaminado a la realización del potencial humano y a la mejora del bienestar social y económico de las personas, y tener por finalidad el logro de lo que ellas mismas consideran que son sus intereses sociales y económicos.

Es mediante la participación efectiva de los individuos que el proceso de desarrollo puede orientarse hacia el logro de los valores de la localidad. Este logro es un componente indispensable del desarrollo, concepto que no puede restringirse a la satisfacción de las necesidades biológicas de sobrevivencias o materiales creadas por el sistema socioeconómico.

Por otro lado se puede apreciar que a finales de la década de los sesenta se resaltó la dimensión social del desarrollo y se comenzó a hablar de desarrollo económico y social, sin embargo es un hecho evidente que la mayoría de las interpretaciones tienden a privilegiar un concepto en el cual prima la idea de lo económico.

Esto último lleva a considerar de un modo explícito y en su interrelación dinámica dos dimensiones: La Económica y la Socio local.

Autores como Gastón Berger han señalado que: (…)"Una teoría del desarrollo que solo trabaja con variables económicas es irrealista e inapropiada". (5).

El enfoque moderno de las teorías de desarrollo reconoce como indiscutible la existencia de factores no económicos en la dinámica de este. La posición unilateral de considerar solo los aspectos económicos está siendo superada, aunque generalmente es admitido que los problemas del desarrollo no se agotan en un análisis de variables económicas, esto no tiene mucha

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