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Futura Crisis De Agua En La Agricultura

Geobarberena9 de Junio de 2015

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PROBLEMAS RELATIVOS A LA CALIDAD DE LAS AGUAS SUBTERRANEAS.

En función del material consultado y asequible sobre la historia de la regulación del agua subterránea es necesario hacer unas precisiones metodológicas para situar en contexto la presente investigación. En primer lugar, con la aproximación que permite la historia del derecho se hace un recuento y análisis sobre la evolución del régimen jurídico aplicable al agua subterránea centrando el debate principalmente en las épocas de la Independencia y la Revolución, no obstante se presenta brevemente el régimen anterior para comprender mejor estos dos periodos. En segundo lugar, con el reconocimiento del funcionamiento del agua subterránea como parte esencial del ambiente se presentan los problemas que se han suscitado a consecuencia de la facilidad y costo de la construcción de pozos que, aunado a la errónea idea del balance hídrico, ha provocado la extracción indiscriminada de agua subterránea y una serie de problemas ambientales que ponen en peligro la sustentabilidad del agua como eje articulador del ambiente.

Es evidente ahora la preocupación que existe en México por el deterioro ambiental causado por el uso indiscriminado del agua y por las implicaciones que se suman por el cambio no controlado de uso del suelo; sin embargo, muchas de las variables involucradas tienen que ver con el agua subterránea relacionándose directamente con la causa-respuesta de diferentes deterioros ambientales identificados. El problema y consecuentemente la solución no han quedado definidas con la claridad necesaria ya que usualmente el método usado para la supuesta administración del agua se basa en los aparentes resultados del denominado balance hídrico, resultados que no permiten definir la respuesta de sistema que el agua subterránea guarda con otras componentes del ambiente, incluyendo los ecosistemas.

INTRODUCCION.

Hoy en día los estudios en la investigación sobre el agua son abundantes y permiten ver la evolución que ha tenido este elemento desde diversas perspectivas. No es novedad que la mayoría se centren en el estudio del agua superficial y más recientemente en el ciclo hidrológico. Sin embargo, poca ha sido la atención que ha tenido el estudio del agua subterránea. El interés es escaso si se tiene en cuenta la importancia que reviste para el equilibrio de los ecosistemas y para mantener un equilibrio favorable para todos los componentes del ambiente. Quizá el hecho se debe a que los impactos que estas puedan tener no son tan visibles y son a más largo plazo que aquellos relacionados con el agua superficial y no han llamado la atención pública. Además, los estudios técnicos y científicos sobre su funcionamiento son relativamente recientes lo que ha limitado el conocimiento de entender su papel como eje primordial del ambiente.

El agua subterránea ha existido en el ambiente desde antes de la formación de la vida en el planeta. Desde el inicio, los habitantes de un territorio se incorporaron a ella como una parte integrada, reconociendo el poder de ésta sobre la vida de la comunidad. Si bien es posible que usualmente fuera considerada un ente religioso y místico, no es casual que los habitantes en cualquier región de antaño hayan logrado un equilibrio entre el agua existente, la densidad de población y la actividad particular así como una distribución poblacional específica basada en un conocimiento inteligente de las características de su presencia. Por ejemplo, en el hoy estado de Oaxaca se han congregado comunidades con diferente densidad y número de habitantes, que contrasta con poblaciones del norte árido del país. En efecto, la distribución de la densidad de habitantes en Oaxaca había estado controlada por el caudal de agua asequible que la fuente, usualmente un manantial, aportaba. Los pueblos iniciales sabían que ciertos manantiales eran perennes y otros no, así que la población y su ocupación se encontraba condicionada por este aspecto.

Los altibajos en las condiciones climáticas reflejados en sequía de varios años que eliminaba manantiales efímeros eran amortiguados por aquellos manantiales de presencia perenne con un caudal relativamente constante.

Los cambios ambientales aunque casi imperceptibles en su inicio, comienzan a partir de la llegada del progreso resultado de efectos de la Revolución Industrial que se esparcieron durante el siglo XIX alrededor de América del Norte. Si bien el impacto de este cambio en la sociedad fue enorme, ya que es considerada como el mayor cambio tecnológico, socioeconómico y cultural de la historia y frecuentemente es comparado con el de la revolución neolítica (unos 6,000 años atrás), cuando el arado hizo posible el desarrollo de la agricultura originaria contribuyendo no sólo a la producción de alimentos sino también a una marcada y continua devastación de suelo, bosque y agua; hoy en día, la agricultura moderna tiende a la labranza conservacionista (labranza cero y siembra directa).

En México la perforación de los primeros pozos en 1847 dan inicio a la historia del uso del agua subterránea, dejando las norias cavadas a mano dentro de un tiempo romántico de la extracción de agua. Los pozos cambiaron no sólo la forma en cómo la naturaleza proveía el elemento, sino que debido al enorme caudal de extracción que involucra, surgieron una serie de consecuencias ambientales negativas como resultado de la ausencia del conocimiento necesario para evaluar lo que implica la extracción de agua subterránea y del cómo ésta se encuentra ligada con otros componentes del ambiente.

Durante la fase inicial de la perforación los pozos surgentes representaron una ventaja. En un inicio se les llamó artesianos ya que los primeros pozos que se hicieron en México usaron la técnica traída de Artois, Francia, donde se perforaron y construyeron los primeros pozos con máquina de perforación moderna que resultaron surgentes. En este sentido, los primeros pozos incorporaron el control natural de la extracción, limitándose a ocupar el potencial artesiano. Por supuesto, existía el uso de bombas manuales de diferente tipo que incluían desde el ascenso de un volumen de agua con un recipiente, hasta la bomba de pistón.

Es un hecho que los impactos ambientales dados por la despresurización inicial del agua subterránea producida por los pozos surgentes evolucionan en forma definitiva a mayores proporciones al incluirse otro instrumento de la modernidad, la extracción del agua subterránea mediante la bomba vertical de turbina. Esta herramienta permitió la extracción de grandes caudales de pozos profundos. Si bien esta práctica se generalizó en México durante la segunda mitad del siglo XX, ya para los inicios de ese siglo en el oeste del vecino país del norte, la práctica había causado ya preocupación (Meinzer, 1920). En buena parte este suceso se da por el bajo costo de la perforación y construcción de un pozo y su bomba vertical, además de la falta de una regulación que controle las características de la perforación, construcción y operación del pozo.

Se podría lanzar una pregunta, ¿cómo es que sólo el pozo y la bomba de turbina hicieron ese impacto? La respuesta está ligada al monto usado de agua subterránea en el país ya que siendo dos tercios de su territorio árido a semiárido es la base fundamental de desarrollo puesto que más del 99% del agua dulce asequible en el territorio está en el subsuelo. Esta es la razón de porque más de 70 millones de mexicanos, un 70% de la industria y más del 30% de la agricultura, dependen de esta fuente.

Entre las razones de la falta de interés público para proteger el agua subterránea está el régimen jurídico aplicable; en un principio con la idea de la “propiedad absoluta” el agua subterránea era considerada accesoria del predio sobre el cual el propietario podía hacer lo que quisiera. Esta idea prevaleció durante mucho tiempo y es hasta la Constitución de 1917 que se demanializan todas las aguas, incluyendo las del subsuelo. Cuando empiezan las etapas posteriores a la Independencia y el deseo de progreso se fomentan por un lado la minería en la que se veía el desarrollo económico del país y por otro, los regadíos que permitían hacer productivo el campo.

Las facilidades brindadas por los diversos gobiernos a estas actividades fueron en ocasiones excesivas y abusivas en relación con otros sectores sociales, como los pequeños propietarios, sin mencionar que muchas de esas facilidades afectaron negativamente a una buena parte de los bienes naturales de la nación.

De un manejo del agua que realizaban los municipios y los estados se empieza a dar una lenta pero progresiva centralización en el gobierno federal de mayores funciones en relación con el agua, sobretodo la que era considerada como superficial. Estos cambios no estuvieron exentos de conflictos entre autoridades, sobre todo municipales y el gobierno federal, pero poco a poco, primero atrayendo la facultad de dar las concesiones, la de construcción de obras y la expedición de permisos de utilización y aprovechamiento, se fortaleció sobremanera la Secretaría de Recursos Hidráulicos. Respecto al agua subterránea el cambio es más lento y se produjo hasta mediados del siglo XX. El régimen jurídico aplicable a las aguas del subsuelo era distinto según la actividad a que se destinase, no era el mismo tratándose de la minería que el regadío, el abastecimiento a poblaciones o el uso doméstico. Hasta mediados del pasado siglo es cuando se exige tener una concesión para su extracción, situación que se vuelve un requisito ligado al escenario del denominado acto de “sobreexplotación” del agua subterránea, que si bien no ha estado definido

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