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Genero concepto y construccion

Lu SonziniApuntes5 de Julio de 2018

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MATRIMONIO/DIVORCIO. ¿PROCESO O ESTADO? (Scheider Silvia)

1) El amor romántico y el matrimonio. Idea de pareja. “Amor” y “Razón”

En la primera entrevista se recaba la historia de la pareja, preguntando: ‘cuéntenme cómo, entre los cientos y cuentos de personas que caminan por allí, por la calle, ustedes dos llegaron a formar una pareja’. Allí aparecen los supuestos básicos subyacentes:

-se cree que a los 21 años ya se es maduro: nadie es lo suficientemente maduro a los 21 años pese a la mayoría de edad legal. No es ninguna novedad que en la actualidad la adolescencia se ha extendido. Las causas son la casi imposibilidad de los jóvenes de encontrar su propio empleo, quienes cursan estudios superiores son mantenidos económicamente. Así, personas de entre 22 y 25 se suponen ‘maduras’ pero actúan en su vida real y cotidiana como jóvenes de escuela secundaria.

-A la primera caracterización de cómo empezó la relación, se le añade el ‘nos enamoramos’. Esta idea de amor, proviene de la idea de amor romántico del siglo XIX con su concomitante dosis de sufrimiento, pasión, celos, delirio, poesía, felicidad, deseo, etc.

En Occidente formamos pareja bajo esta consigna. No se nos ocurriría formar pareja sin estar enamorados. Sin embargo no siempre fue así: el matrimonio etimológicamente proviene de ‘mater’: madre, se constituyó desde la época del imperio romano para salvaguardar el patrimonio (de ‘pater’: padre). Al concebirse la herencia como derecho de los hijos legítimos, habidos dentro del matrimonio, la única forma que tenía un hombre antes de la era de los análisis de ADN de garantizar que quienes lo heredan fueran realmente sus hijos, era instituyendo un tipo de sociedad (la conyugal) en la cual la fidelidad de la esposa estuviera ‘garantizada’ o ‘custodiada’. Será antes que nada la madre que le da nombre y razón de ser al matrimonio, el pater, garantiza bienes materiales que le darán sustento a su mujer. De allí que la mujer debe adoptar el apellido de casada, con lo cual, pasa a formar parte de las propiedades del hombre. La primogenitura y la virginidad como valor en sí misma obedecen a la misma lógica, de allí que el único hijo que realmente se puede dar como propio, el primer hijo habido con mujer virgen. La institución matrimonial tal como la concibieron los romanos perdura a lo largo de los siglos y el advenimiento del cristianismo como la religión occidental perfecciona estas ideas, otorgándoles el rango de divinas y adscribiéndolas así al orden natural de las cosas creadas por Dios.

Esto sirve para explicar cómo en la actualidad se considera que el ámbito natural de lo femenino es el hogar y la crianza de los hijos, y el marido debe ser el proveedor principal y quien gane más dinero en la pareja. Se puede argumentar que hoy en día las niñas y los niños ya no piensan así y que los jóvenes fueron educados con otros valores y costumbres, pero siempre como telón de fondo aparecen estas cuestiones.

Además esta idea de amor, tiene otra característica: el Romanticismo. El romance, alude al ‘caliente’ mundo de la subjetividad, del individualismo, de lo sensual y las sensaciones. Extensivamente se fue delineando como perteneciente al mundo de lo femenino: las mujeres son naturalmente más románticas que los varones, si lo son suelen condenarlos a la burla. Las experiencias amorosas son también llamadas romances, en las cuales él y ella enfrentarían cualquier adversidad. Ante semejante exigencia de pasión y torbellino, no se puede entender que el matrimonio no está diseñado para otorgarnos tanta satisfacción ni tanto romance, ni tanta felicidad.

2) La pareja como constructo social moderno. El progreso de la pareja

La modernidad es sinónimo de razón, de ciencia y progreso. Las parejas modernas son aquellas que incluyen este ideal de construcción. A la pregunta de por qué uno formó pareja, la clásica respuesta es ‘porque la amo’, pero de inmediato aparece la concepción moderna dado que el amor romántico no es practico ni juicioso. Se observa mucho que dicen ‘lo elegí porque es una excelente persona, excelente madre’, dando cuenta de que estas ideas sí son prácticas y juiciosas.

Los relatos que suelen poblar la reconstrucción de los genogramas nos hablan de las penurias de Europa en la primera guerra mundial, de la terrible guerra civil española, del hambre en su sentido más literal, de las persecuciones, del horror del nazismo que se avecinaba. Es esos relatos se narra la racionalidad de dejar todo y partir hacia un lugar seguro. El progreso era algo que habría de suceder si se ponía el suficientemente empeño y esfuerzo.

Sin embargo, pese a que estos supuestos básicos continúan, parece que algo ‘falló’ en la construcción imaginaria del propio proyecto familiar y los consultantes sólo atinan a culpar al otro por el ‘fracaso’ del proyecto compartido.

Casarse con alguien de buena familia fue y sigue siendo una categorización presente en las transmisiones cotidianas que se hacen de padres a hijos. Crecer en materia económica y sufrir si esto no se logra, también.

3) Crisis del ‘para siempre’. Posmodernidad y ‘amor liquido’

La liquidez que nos rodea y en la cual devenimos es el producto de la caída de todo lo solido que caracterizó el ideario moderno. Ejemplos de esto son la barbarie de Hiroshima o los campos de exterminio nazis, fueron un insulto al mito del progreso y el desarrollo indefinidos propuesto por la modernidad. En esta sociedad posmoderna global, es donde encontramos parejas y familias que consultan.

Bauman habla de la sustitución del deseo por las ganas, y de hecho resulta interesante pensar en los jóvenes que hoy se enamoran y se unen y en la precaria capacidad simbólica que determina que el deseo, ese motor que moviliza y estimula, se transmute en nada más que en ganas, algo así como la precarización del estimulo y su transformación en algo mucho más módico y  cuya satisfacción no demanda más que unos pocos minutos. De esos pocos minutos a la eternidad de el ‘para siempre’, es entendible cómo eso nos produce vértigo y miedo.

El matrimonio parece obligado a satisfacer demasiados frentes y todos al mismo tiempo: debe proveer compañerismo, solidaridad, intimidad y gratificación sexual permanente, negociaciones respecto de proyectos, generar consenso en la educación de hijos y en las relaciones sociales y familiares, debe promover el desarrollo de cada uno de los integrantes de la pareja y debe otorgar exclusividad sexual. Y además debe hacer todo esto sin solución de continuidad. Esto es lo que genera conflictos, porque se le pide a la pareja que realice todo esto al unísono, en vez de concebir que no es posible complacer todos estos ítems al mismo tiempo.

Durante la terapia, es importante promover la reflexión y poner en evidencia las contradicciones de el ‘para siempre’ y al mismo tiempo la contradicción que representa el escaso margen de tiempo que se le presta al desarrollo y finalización de las distintas crisis evolutivas, la impaciencia con las que se enfrentan estas crisis y el fin muchas veces apresurado del matrimonio por no poder respetar estos tiempos evolutivos. Por eso es útil invitar a reflexionar sobre esta construcción, preguntando qué queremos decir al decir ‘toda la vida’. Esto último suele llevar al proceso terapéutico hacia la noción del ‘nos estamos casando’ en contrapartida con el habitual ‘estamos casados’.

4) Estamos casados o ‘nos estamos casando’. Proceso constructivo y género

En nuestra cultura el matrimonio es considerado como una meta, un objetivo a cumplir y que incluso los rituales marcan la transición, operando como una suerte de logro o triunfo. Se suele pensar que el matrimonio es un estado acabado en el mismo momento de su fundación social.

Si vemos el matrimonio como proceso, este proceso como tal siempre está sujeto a la posibilidad de cambio. Los consultantes llegan con la irreal impresión de cambiar al otro, pero los terapeutas solo podrán intervenir para facilitar el cambio en la forma en que se relacionan estas dos personas.

La pasión inicial va mudando en una suerte de deseo de permanecerjuntos y va moldeando la sensación de pertenencia y de cariño cada vez más profundos, configurando esa experiencia subjetiva única llamada amor. Del enamoramiento inicia el amor subsiguiente. El enamoramiento será un sentimiento que podríamos situar del lado del egoísmo, donde lo que prima es la necesidad de estar cerca de la otra persona y las expresiones verbales se arman en la primera persona del singular, y el amor seria un sentimiento que se podría ubicar del lado del altruismo, es decir, sería un sentimiento donde la seguridad y el bienestar de la otra persona pasan a ser para mi tan importantes como son los míos propios. Pensamos y hablamos en términos de su crecimiento personal.

Es importante hacer el rastreo de cómo se fue generando este viraje desde el encuentro y enamoramiento inicial al deseo de convivencia y a partir de esta ultima cómo se fue generando ese desencanto que se traduce en ‘ya no sé si te amo’.

La noción de estar casándose todo el tiempo  nos da la posibilidad de dimensionar la magnitud de la tarea y de la necesidad de llevar a cabo acciones concretas, de manera continua, a fin de que ese matrimonio siga siendo viable. Esto permite incorporar la perspectiva de género en la terapia, dado que las diferencias culturales sobre la asignación de género suelen acompañar la sensación de desencanto y frustración al descubrir con ‘quién estoy casado/a realmente’.

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