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Ghandi Y El Movimiento Social En Oaxaca


Enviado por   •  29 de Agosto de 2013  •  2.264 Palabras (10 Páginas)  •  349 Visitas

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Rubèn Valencia Nùñez

Ponencia presentada el 17 de agosto de 2007 en el XXVI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS) en el foro dedicado a “El Pensamiento emancipador. Reflexión y Práctica desde los Movimientos Sociales”. Previo a dicho foro participé en la presentación del libro “Ghandi y la desobediencia civil en México”, del pensador humanista Pietro Ameglio durante la cual planteé la relación entre la lucha de Ghandi con el movimiento social en Oaxaca.

Agradezco a Pietro por invitarme a compartir las reflexiones que hemos estado haciendo en Oaxaca en torno a la desobediencia civil planteada por Ghandi y con el valioso aporte que Pietro hace de su pensamiento. Es importante resaltar que desde hace 2 años le damos vuelta al asunto del programa constructivo y el Hind Swaraj y que a través de la edición de Pietro pudimos conocer. Me gustaría empezar con algunas similitudes.

La comparación de nuestra lucha en Oaxaca con la que tuvo que enfrentar el pueblo indio para lograr su independencia quizá a algunos pueda parecerle simplista. Pero ahí van algunas ideas.

Cuando Gandhi habla de “colonia inglesa”, nosotros podríamos hacerlo de Ulises Ruiz y los partidos políticos. Cuando habla de civilización moderna, pues nosotros de capitalismo y neoliberalismo. Muy cercano a lo que pasa ahora en México y en Oaxaca nos resultan las palabras de Ghandi cuando dice que no sólo piensa en los ingleses, sino en los mismos indios de la lucha. Es decir, de lo que se trata es de una crítica a los que buscan a través de la lucha ocupar espacios de poder en las instituciones que crearon los ingleses.

Siguiendo con los paralelismos, podríamos relacionar la visión de Gandhi respecto a la falta de un liderazgo moral de los dirigentes del congreso en la India con lo que ocurre en el Consejo Estatal de la APPO, que en su conjunto no ha demostrado esa legitimidad, agravado por la falta de consenso.

Pero lo cierto es que me gustaría que la relación entre nuestro presente y lo que en su momento dijo Gandhi, no quedara reducida a una relación exclusiva con una persona de su calidad moral, sino que vaya más allá en busca de lo que une a los pueblos que protagonizaron la lucha contra el colonialismo inglés en la India con la gente que hace lo propio en el contexto de represión y autoritarismo en nuestra Oaxaca.

De quienes me gustaría hablar es de todas las personas sencillas, organizaciones, chav@s, banda, mujeres, maestr@s, amas de casa, que se empezaron a dar cuenta de que por más que luchan en sus espacios por cambiar la realidad, no lo pueden hacer entregando un voto, lanzándose así a la desobediencia civil, mostrando que es más grande y fuerte el coraje ante el avasallamiento de una vida digna que el miedo a la represión.

La no-cooperación es una forma de resistencia civil no violenta, como lo han hecho muchísimos pueblos indígenas y las personas en las calles que dejaron de asistir a los restaurantes o negocios que llamaron a la represión o a la entrada de la PFP. Comprendieron en ese momento que había que defender lo propio, el territorio, la autonomía. Entiendo que esto de la no cooperación se refiere a nuestra relación con el estado, con el gobierno, como por ejemplo los boicots que todo el tiempo se hicieron a los actos culturales de Ulises Ruiz, como en la Guelaguetza, cuya asistencia fue únicamente la de empleados de confianza y de quienes debían favores, (así como de personas pagadas por el Gobierno o amenazadas de perder el empleo si no acudían). O en el bloqueo a carreteras en las regiones, en oposición a la construcción de unas supercarreteras que sólo están sirviendo para el paso de mercancías de las transnacionales y no al paso de la gente, la mayoría de la cual no tiene casi ni dinero para un camión y mucho menos para un carro con el que transitar por ellas.

En lo que se refiere a la desobediencia civil, que es la forma mas avanzada de lucha no violenta según Gandhi, se ha practicado en Oaxaca en distintos espacios y niveles, y sin que las personas supieran teóricamente en qué consiste. Simplemente empiezan a no creer en el estado y comienzan a desobedecerlo, pasando a una ofensiva civil consistente en no hacerle caso y a desobedecer unas leyes creadas para proteger los intereses de unos pocos en contra del pueblo.

Los brotes de desobediencia civil en Oaxaca están por todos lados, y el 14 de junio sirvió para que se visibilizaran aún más: la instalación de las barrikadas, la toma de las instancias de gobierno, la toma de los medios de comunicación, incluido el canal 9, ante su negativa a dejar al pueblo dar su voz a través de él, la marcha hacia la ciudad de México, el plantón y el tianguis que siempre lo acompaña, etc.

Entiendo que la desobediencia civil y todo tipo de resistencia civil no violenta, son medios, no el fin mismo, que busca la liberación, que es su fin. La resistencia, pues, a través de ella, es un medio para alcanzar esa liberación de los poderes opresores y del sistema que los resguarda.

Ese fin buscado, es lo que Gandhi llama programa constructivo. Nosotros estamos en esta etapa precisamente, en la de proponer una alternativa en nuestros programas de lucha. Una alternativa que es, ante todo, anticapitalista.

Programa constructivo

Ghandi decía que sin programa constructivo, ninguna acción no violenta de resistencia tenía sentido, y much@s estamos de acuerdo con eso. Tal vez en Oaxaca lo que más se acerca a ese programa constructivo son los llamados “usos y costumbres”. Una forma de organización socio-política tradicional de nuestros pueblos y que fue elegida por más de 400 municipios de los 570 existentes en Oaxaca durante la reforma de la Ley Indígena de 1995. Ahí está la propuesta de fondo, las alternativas vivas, que el movimiento trata de fortalecer, pero siempre bajo amenaza. No hay que caer en una visión romántica que entiende lo indígena como algo valioso pero anclado en el pasado. Es un mundo que está en constante reflexión y transformación, y cuya regeneración tendrá que venir desde adentro. Ahora la mayor amenaza son los partidos políticos y la visión que se les transmite a los pueblos desde las escuelas, cuyos siempre están diseñados para mantener la ideología del poder. El papel de la modernidad y de los valores y estilo de vida que se impone en nuestras sociedades sería un tema sobre el que también deberíamos discutir, como un elemento más de ese capitalismo que en Oaxaca, como decía antes, se convirtió en el elemento fundamental contra el que todos coincidimos en dirigir nuestra lucha. Un capitalismo que va íntimamente unido a una concepción del poder vertical, frente a la

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