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Impostores De La Ciencia


Enviado por   •  24 de Junio de 2013  •  2.692 Palabras (11 Páginas)  •  500 Visitas

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ASIGNATURA:

NEGOCIOS INCLUSIVOS

CATEDRATICO:

ING. ROBERTO LUCAS.

TEMA:

IMPOSTORES INTELECTUALES

INTEGRANTES:

QUINTO AÑO

AÑO LECTIVO

2013 - 2014

Contenido

INTRODUCCION 3

EL EXPERIMENTO SOKAL 5

GALILEO GALILEI 7

CLAUDIO PTOLOMEO 10

CONCLUSIONES 13

INTRODUCCION

Una definición bastante acertada del fraude científico es:

“Se considera fraude la fabricación, falsificación y el plagio en la propuesta, ejecución o Comunicación de los experimentos. Se excluyen los errores de juicio, los errores de registro, selección o análisis de datos, las divergencias de opiniones que afectan a la interpretación de los resultados, y las negligencias no relacionadas con el proceso de investigación.”

No hay nada peor para los científicos que el ser traicionados por uno de ellos, y es comprensible. La ciencia avanza apoyándose en lo aprendido antes "sobre hombros de gigantes", dijo Newton; si la base está mal, el edificio se tambalea.

La ciencia constituye un sistema cuyo objetivo es la comprensión de la naturaleza y cuyo producto es el conocimiento.

Este resultado de la actividad científica difiere de otras formas de “conocimiento” en tres propiedades bien definidas:

1) no es absoluto, como son los dogmas religiosos o los decretos reales, sino que más bien es tentativo y perfectible;

2) está basado en el estudio de la naturaleza, en lugar de ser producto del mero raciocinio o de la obediencia a reglas generales arbitrarias;

3) permite hacer predicciones sobre acontecimientos futuros, que si se confirman lo refuerzan y si fracasan lo ponen en duda.

El conocimiento producido por la ciencia no es ni completo ni permanente. Al contrario, se trata de una serie de hechos, leyes y teorías que cubren segmentos restringidos de la realidad (los que han sido accesibles a la metodología y a los conceptos de cada época) y que, además, se han ido modificando de manera más o menos radical a través de los tiempos.

Sin embargo, toda la majestuosa estructura de las ciencias se basa en un postulado: los científicos dicen solamente la verdad, tal como ellos la entienden. En otras palabras, los científicos, cuando hablan o escriben de sus experiencias científicas, no dicen mentiras.

Conviene distinguir entre la mentira y el error.

Errores cometen todos los hombres y mujeres de la ciencia. Los investigadores tienen conciencia de que el conocimiento generado por su trabajo es probabilístico e incompleto, pero cuando lo proponen están convencidos de que, por el momento, es lo mejor que existe.

La mentira es otra cosa: es una afirmación cuya falsedad le consta a quien la formula, sea porque la inventó o porque tiene pruebas de que no es cierta. El mentiroso sabe perfectamente bien que lo que dice no es cierto, pero de todos modos lo dice, seguro de que los demás le van a creer. Y por lo menos por un tiempo, que va de algunos días a milenios, se le cree.

Eliminar por completo el fraude parece una utopía, y, por tanto, no habrá en el sistema de ciencia grandes cambios para combatirlo. La moraleja parece ser: hay fraude, pues estemos alerta para cazarlo lo más rápidamente posible.

Lo que sigue es una selección de algunos de estos fraudes, con la salvedad de que son todos los que están, pero no están todos los que son.

EL EXPERIMENTO SOKAL

Hace aproximadamente 17 años, dos físicos de prestigio reconocido, como Alan Sokal (Universidad de Nueva York) y Jean Bricmont (Universidad de Lovaina), publicaron juntos un libro titulado precisamente “Imposturas intelectuales”, cuyo objetivo era demostrar las falsedades de muchas figuras notables e intocables del mundo intelectual.

El escándalo Sokal fue un famoso engaño logrado por el físico Alan Sokal para exponer al equipo editorial de la importante revista académica de humanidades Social Text.

En 1996, Sokal, profesor de física en New York University, envió un artículo pseudocientífico para que se publicase en la revista postmoderna de estudios culturales Social Text. Pretendía comprobar que una revista de humanidades publicará un artículo plagado de sinsentidos, siempre y cuando: a) Suene bien; y b) apoye los prejuicios ideológicos de los editores (contra las ciencias exactas).

El artículo, titulado “La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica”, se publicó en el número de primavera/verano de 1996 de Social Text y sostenía la asombrosa tesis de que la gravedad cuántica era un constructo social; es decir, que la gravedad existe sólo porque la sociedad se comporta como si existiera, por lo tanto si no creyéramos en ella no nos afectaría.

El mismo día de su publicación, Sokal anunciaba en otra revista, Lingua Franca, que el artículo era un engaño.

El hecho causó un escándalo académico en la Universidad de Duke, entidad que publicaba Social Text. Sokal dijo que su artículo era un pastiche de jerga postmodernista, reseñas aduladoras, citas grandilocuentes fuera de contexto y un rotundo sinsentido, que se apoyaba en las citas más estúpidas que había podido encontrar sobre matemáticas y físicas hechas por universitarios genéricamente llamados 'postmodernos' de humanidades.

Según Sokal y Bricmont, muchos científicos han abusado de conceptos que no conocen bien o que no entienden completamente, e incluso los tergiversan en beneficio de la defensa

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