Inquisicion
hikaru1325070928 de Noviembre de 2013
3.759 Palabras (16 Páginas)285 Visitas
Uno de los grandes errores de la iglesia
La inquisición
En la Europa del siglo XII, sobre todo en regiones de Italia y de Francia, se hacían fuertes dos tipos de herejías: la albigense y la valdense. La primera surgió en el siglo XII en la región de Albi – de donde toma su nombre la herejía - en el noroeste de Toulouse, Francia. Aunque se desconocen sus fundadores, los albigenses sostenían que existían dos poderes enfrentados: por un lado el dios bueno, creador de lo espiritual, y por el otro, el dios malo (Satán), creador de lo natural. Los también llamados cátaros despreciaban al cuerpo tomándolo como algo sumamente impuro (maniqueísmo) y por lo tanto se oponían al matrimonio. Además, entre otras cosas, rechazaban la divinidad de Cristo, la virginidad de María y los sacramentos de la Iglesia. Si creían en la reencarnación.
Pedro Valdo fue el fundador del movimiento que copia su apellido, los valdenses. Él era un rico comerciante de Lyon que un día de 1173 renuncia a todas sus posesiones y se convierte en un predicador laico itinerante. Sus seguidores fueron conocidos como “los pobres de Lyon”. Se dedicaban a interpretar libremente la Biblia y entre sus postulados rechazan la Santa Misa, las oraciones, y reclamaban el derecho de las mujeres y de los laicos a predicar sin licencia eclesiástica. Fueron excomulgados en el Concilio de Verona de 1184.
En medio de este clima herético, un papa y un emperador, Honorio III y el alemán Federico II Hohenstaufen inauguran el primer tribunal inquisitorio de la historia, en el año 1220. El emperador, si bien simpatizaba con los musulmanes y se había negado a realizar una cruzada contra ellos en Tierra Santa, estaba preocupado por su imagen en la Santa Sede y le pide al Papa poderes especiales para combatir a los herejes de sus tierras. Honorio III instituye el tribunal, pero tenía temor de que fuera usado como herramienta de intereses personales del emperador. Es por ello que encomienda su funcionamiento a dos órdenes mendicantes, los franciscanos y los dominicos. Básicamente, la función de los tribunales inquisitoriales era juzgar y condenar los comportamientos contrarios a la doctrina de la Iglesia. Si bien al principio se persiguió a los herejes, luego continuaron las persecuciones sumando a los judíos y a los musulmanes. Los juzgados podían ser condenados a morir en la hoguera por sus delitos.
Pero la represión violenta de la herejía fue un error teológico de gravísimas consecuencias. De hecho, el papa Juan Pablo II, en su carta apostólica Tertio Milenio Adveniente, del 10 de noviembre de 1984, subrayó la necesidad de revisar algunos momentos oscuros de la Iglesia, para reconocer ante el mundo los errores de algunos fieles y pedir perdón por ello.
Los cataros
El catarismo es la doctrina de los cátaros (o albigenses), un movimiento religioso de carácter gnóstico que se propagó por Europa Occidental a mediados del siglo X, logrando arraigar hacia el siglo XII[1] entre los habitantes del Mediodía francés, especialmente en el Languedoc, donde contaba con la protección de algunos señores feudales vasallos de la corona de Aragón.
Con influencias del maniqueísmo en sus etapas pauliciana y bogomila, el catarismo afirmaba una dualidad creadora (Dios y Satanás) y predicaba la salvación mediante el ascetismo y el estricto rechazo del mundo material, percibido por los cátaros como obra demoníaca.
En respuesta, la Iglesia Católica consideró sus doctrinas heréticas. Tras una tentativa misionera, y frente a su creciente influencia y extensión, la Iglesia terminó por invocar el apoyo de la corona de Francia, para lograr su erradicación violenta a partir de 1209 mediante la Cruzada albigense. A finales del siglo XIII el movimiento, debilitado, entró en la clandestinidad y se extinguió poco a poco.
En contra de la herejía de los cátaros, se forma un gran ejército cruzado a orillas del río Roine, entre Lyón y Velence, si hacemos estricto caso de las cifras de sus componentes, siempre con la tendencia secular en la exageración de estas, diremos que según Guillén de Tudela, la cruzada contra los cátaros, se componía de 20.000 caballeros bien armados, más de 200.000 soldados entre villanos, campesinos, a parte de los burgueses y personajes eclesiásticos.
Al frente de este numeroso ejército cruzado contra los cátaros, grandes señores, caballeros, mercenarios con derecho a botín, violar y arrasar todo cuento pudieran a su paso. Los villanos y campesinos no combatientes eran los encargados de la intendencia del ejército, víveres, aprovisionamiento de armas, así como el consabido grupo de prostitutas, para el entretenimiento de la soldadesca.
Toda esta maquinaria de cruzados anti cátaros, se pone en marcha el día de San Juan del año 1209, descendiendo por el Roine, hasta Montpelier, el 14 de julio del mismo año, forzándose conversaciones para la rendición de los cátaros, entre el legado papal Arnau Amalric y el vizconde Ramón Roger Trencavell, sin éxito.
Otro ejército cruzado contra los cátaros, va penetrando por Carcí, ante Casseneuil, cerca de Agen, dirigido por el belicoso arzobispo de Burdeos.
Las tropas cruzadas se detienen frente a la ciudad cátara de Beziers, el día 22 de julio de 1209, donde el obispo católico de Beziers Renaud de Montreyroux intenta parlamentar con Arnau Amalric, proponiéndole la entrega de 222 cátaros de la ciudad, pero los habitantes de ésta ciudad, se niegan en redondo.
Sucede que un grupo de soldados insulta a los cátaros posicionados tras las murallas, por lo que propicia una imprudente salida de una patrulla, para castigar a los provocadores, lo que aprovechan los cruzados para colarse por la puerta abierta de Beziers, invadiendo rápidamente toda la ciudad cátara, es tanto el ímpetu de los asaltantes, que no pueden impedir los cátaros, el incendio, destrucción, pillaje, y el degüello de todo lo que encuentran a su paso, hombres, mujeres, ancianos, y niños, ante lo horroroso del espectáculo, alguien le pregunta Amalric, como distinguir los cátaros del resto de los habitantes, pronunciándose aquella cruelísima frase del legado papal, “matadlos a todos, y Dios ya separará a los buenos”.
El día 3 de agosto siguiente, las tropas cruzadas atacan la ciudad cátara de Carcasona, que aun de sus dobles murallas, y lo inexpugnable de su asalto, permanece en la mente de todos, el violento fin de la ciudad cátara de Beziers, más aun cuando un traidor aconseja a Ramón Roger Trencavell, la salida a campo abierto con 100 caballeros para enfrentarse a Arnau Amalric, siendo todos hechos prisioneros, y asaltada Carcasona.
No corrió la misma suerte que la ciudad cátara de Beziers, al interceder por sus habitantes, Pedro el Católico de Aragón, y hasta el mismo Inocencio III, prohibiendo pasar a degüello a sus gentes, puesto que su deseo era juzgar por medio de la Inquisición a los cátaros existentes.
Desde este momento Amalric, cede el mando al terrible vizconde Simón de Montfort, quedando toda Occitania a su merced, con las tropas que el rey de Francia Felipe Augusto le facilitó, para el exterminio de los cátaros.
Aunque las tropas de los cruzados, hicieron uso de la obligada cuarentena, para licenciarse, a Simón de Montfort le quedaban aun efectivos con el propósito de seguir los ataques contra los cátaros, asolando todo el Languedoc , castillos cátaros como, Bram, Minerva, Termes, Cabaret, Lavaur, Puillorenç, Les Cassés, Montferrand, Motgey, incendia Altarriba, pasa a degüello a Pamis (a pesar de la prohibición papal) Foix en 1212, conquistan a sangre y fuego Agen, Castelsarrasin, Moissac, Montalbán, todas estas victorias de los cruzados , van seguidas otras tantas hogueras, que son encendidas para quemar vivos a los cátaros y sus simpatizantes.
Un hecho importante de la cruzada contra los cátaros, tiene lugar en la Batalla de Muret y el asalto a la ciudad, por Simón de Montfort contra Pedro el Católico, pero eso merece un capítulo aparte, por la relevancia que significo esta acción contra los cátaros.
Simón de Montfort, a parte sus crueldades, era un guerrero eficiente, cosa que a Inocencio III, le conviene, y Felipe Augusto le cede el dominio de las tierras cátaras de toda Occitania, a satisfacción de Montfort, siendo recibido por el rey de Francia en la población de Melun, agradeciéndole los servicios prestados a la corona, sin mas reconocimiento.
Por parte de los cátaros, experimentan un breve resurgir de sus cenizas, cuando el hijo de Ramón VI, asedia la plaza de los cruzados en Bellcaire en la Provenza, obteniendo una victoria que hace renacer las esperanzas de los cátaros, al ser derrotados los cruzados, lo que anima a Ramón VI, hacerse fuerte en Tolosa, acudiendo Simón de Montfort, y entablándose una furiosa batalla para recuperar la ciudad para los cruzados.
En el sitio de Tolosa defendida por los cátaros, una catapulta lanzada desde las murallas una gran piedra, que da de lleno en la cabeza de Simón de Montfort, muriendo casi instantáneamente, destrozándole el yelmo, la cota de malla y con ello la cabeza en varios pedazos, cayendo Montfort del caballo, la alegría en el bando cátaro es indescriptible, al poder eliminar a su más encarnizado enemigo, el 2 de junio del año 1218, la leyenda dice que una enorme piedra es lanzada desde las almenas de Tolosa por varias mujeres cátaras, implicadas en la lucha, dando final su terrible enemigo.
Le sucede en la persecución de los cátaros Amalaric de Montfort, hijo de Simón, pero la verdad es que durante un tiempo, los cátaros obtienen resonantes victorias, comandados por Ramón VII, hijo de Ramón VI, por lo que es llamado a la ciudad de Meaux
...