Inquisicion

LA IGLESIA CATÓLICA FRENTE A LA INQUISICIÓN

En la era medieval, la Iglesia Católica estaba muy bien posicionada y contaba con gran cantidad de seguidores, los cuales, se aferraban a sus designios sin protesta alguna, creyendo que este era el camino correcto para llegar a la salvación.

A partir de 1184 la Iglesia Católica empezaba a genera algunas dudas entre sus seguidores, por lo tanto, algunos de ellos decidieron alejarse de este camino, causando así la creación de grupos críticos de las decisiones y ordenes implantadas por los Papas y sus domínicos. (Gil, s/f) Aquellos grupos eran considerados herejes puesto que tenían creencias contrarias a las establecidas por esta religión, siendo esto en dicha época un pecado, ya que la fe se consideraba la más grande posesión del ser humano, la cual lo llevaría a trascender y alcanzar la felicidad absoluta. Estos grupos conformados por personas dudosas de la religión Católica y la forma en que se imponía, eran los Valdenses y los Cátaros.

Según Martínes, F los Valdenses se conformaban por predicadores que vivían en apostólica pobreza, con el fin de predicar por su comunidad sin importar si eran clérigos o no; esto no era aceptado por el papado ya que dichas personas dispuestas a transmitir los conocimientos de Dios debían ser acreditados por el obispo de su respectiva diócesis. El segundo grupo estaba conformado por los Cátaros, fueron los más temidos por la Iglesia Católica, puesto que cuestionaba sus actos y consideraban que esta hacia un abuso de su poder, causando así grandes dudas y criticas; dicho grupo veía las creencias de su religión como una verdad absoluta, por lo tanto, se entregaban en cuerpo y alma a contribuirle al señor, suprimiendo algunos actos, tales como comer carne, mentir, tener relaciones sexuales y demás, con el fin de servirle sinceramente al señor, tanto así que sus actos fueron considerados más puros y verdaderos que los propios de la Iglesia Católica. (2008)

Estos grupos al ir en contra de las doctrinas establecidas y ser considerados herejes, fueron castigados; esta represión consistía en ser excomulgados, lo cual era inmoral y determinante en dicha época; aquellos castigos tenían repercusiones sociales y se convertían en enemigos de la iglesia.

De esta forma, “el papa Lucio III en el sínodo de Verona, Italia, en 1184. En colaboración con Federico I Barbarroja, emperador del Santo Imperio Romano, el papa decretó que cualquier persona que hablara o hasta pensara en contra de la doctrina Católica sería excomulgada por la iglesia y debidamente castigada por las autoridades” (Dumont, 2009) generando así, la persecución de predicadores no autorizados con el fin de castigarlos. Este designio fue llamado <<La Carta Magna>> dando origen

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