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LA GLOBALIZACIÓN Y EL MUNDO DEL TRABAJO


Enviado por   •  6 de Enero de 2016  •  Apuntes  •  5.534 Palabras (23 Páginas)  •  239 Visitas

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ESCUELA UNIVERSITARIA DE RELACIONES LABORALES

LA GLOBALIZACIÓN Y EL MUNDO DEL TRABAJO. 2015-2016

INTRODUCCIÓN (voz 1)

PARTE I: TRABAJO Y GLOBALIZACIÓN

LECCIÓN 1: LA TAYLORIZACIÓN DEL TRABAJO

  1. Introducción.

En el primer tema del bloque dedicado al trabajo y la globalización hemos procedido a analizar de una forma diacrónica los diferentes tipos de organización del trabajo que nos han llevado a la actual forma globalizada de organización del trabajo. En este sentido, partiremos del análisis del paradigma de producción taylorista-fordista.

[Fuentes bibliográficas: Benjamin Coriat:

El taller y el cronómetro. Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la producción en masa, S. XXI, Madrid, 1993 [1979]

El taller y el robot. Ensayos sobre el fordismo y la producción en masa en la era de la electrónica, S XXI, Madrid, 2000 [1990].]

[1ª  Práctica → documental: fordismo y modelo T de Henry Ford → voz 3 + analizar la dimensión política (Eº del bienestar) y las repercusiones en la salud de los trabajadores + mirar el libro del calvo del año pasado]

Dicho análisis se ha realizado desde una perspectiva ideológica. Más concretamente, se ha procedido a realizar un análisis marxista del mundo del trabajo en el que Benjamin Coriat, alejándose de otras perspectivas más liberales y más cercanas a una ideología capitalista, describe el mundo del trabajo desde una perspectiva crítica y de clase utilizando y remitiéndose a conceptos marxistas como el de “clases sociales”, “lucha de clases”, “plus-valor” y “proceso de acumulación del capital”, “explotación”, “salario” y “reproducción de la fuerza obrera”, etc., y haciendo referencias expresas a Marx y su obra “El capital”.

  1. Antecedentes: el maquinismo.

B. Coriat encuentra los antecedentes del paradigma de organización taylorista-fordista en el maquinismo del S. XIX. De esta forma, el autor encuentra el antecedente directo de la línea de montaje en la introducción de las máquinas e investiga qué consecuencias tuvo la implementación de estos dos procesos en el mundo del trabajo. En ese sentido, subrayará que estas dos formas de organizar el trabajo tuvieron como efecto directo la destrucción del oficio. Así, toda esa mano de obra que provenía del campo y que no tenía ninguna cualificación, pudo ser utilizada para llevar a cabo un trabajo que anteriormente había sido desempeñado por mano de obra cualificada y con oficio. Todo ello, tal y como expone Benjamin Coriat, sirvió para desvincular a los trabajadores del control de los modos de producción. Así, mediante estos dos procesos (maquinismo y después taylorismo-fordismo) se logró sustituir el conocimiento por la máquina y la línea de montaje, de forma que, en palabras del autor, se logró la “sustitución del obrero profesional por el obrero-masa, no cualificado, y sobre todo no organizado (ni sindicado)”. Un obrero que será totalmente manipulable y adaptable a las nuevas formas de producción capitalistas.

        Por lo tanto, a través del maquinismo, se comenzó a anular el trabajo especializado y a acabar con el oficio de los trabajadores. En este sentido, dicho oficio requería una disciplina y un acervo de conocimiento que hasta esa época se transmitía a través de la familia. Por otra parte, era el mismo oficio el que tenía la capacidad para autoreclutar a los nuevos trabajadores, constituyendo así una forma de autogestión del mercado obrero, que, junto a todo lo anterior, suponía un obstáculo directo para la acumulación de capital, bien a través de la imposición de un ritmo propio a la producción, o bien a través de la exigencia de salarios justos.

        En conclusión, el maquinismo (junto a la creación de la fábrica y la división del trabajo) supuso uno de los pasos encaminados a expropiar el control sobre el proceso productivo, el cual acabó finalmente externalizándose y quedando en manos del capitalista, el cual controlará el reclutamiento, los tiempos y las formas de trabajo.

        Por consiguiente, B. Coriat concluye afirmando que, tanto el maquinismo, como más tarde el taylorismo y el fordismo, constituyeron formas o instrumentos políticos de dominación. Así, en palabras de Coriat, se trató en todo momento de crear una “tecnología y táctica pormenorizada del control de los cuerpos en el trabajo”, ya que “había que convertir a las grandes masas urbanas en obreros fabriles, obreros en cadena, conseguir su sumisión a la nueva disciplina de la fábrica, a la ley del cronómetro (del reloj)”. Se trataba por lo tanto de disciplinar la vida (tanto laboral como privada) de toda aquella mano de obra que procedía del campo y traía consigo otras formas de trabajo y de vida no compatibles con las formas de producción y la necesidad de acumulación capitalista.

[buscar información sobre las medidas políticas que acompañaron este proceso de disciplina: ley de vagos y maleantes, etc.]

En cuanto al maquinismo, la introducción de las máquinas en las fábricas trajo consigo un aumento de la rentabilidad para los capitalistas que se concretó en dos aspectos: por una parte redujo los costos de fabricación a través de la sustitución de la mano de obra especializada, que era el elemento más caro de la producción; por otra aumentó el ritmo del trabajo y la productividad. Pero este aumento de la productividad vino además acompañado, gracias a la máquina, de la eliminación de todos aquellos conatos de insubordinación e indisciplina que venían originados por la falta de regularidad (absentismo) y las costumbres desordenadas en el trabajo.

        Hay que mencionar también, como método utilizado por el capital para conseguir la sumisión de los trabajadores a la disciplina y las condiciones de trabajo fabriles, la utilización de lo que se denominó “fuerzas menores”, es decir, la utilización de niños y mujeres como mano de obra más barata y más sumisa que estaba más dispuesta a aceptar esa disciplina y que constituía una fuerza de trabajo dócil tanto en el trabajo como en el aprendizaje.

        Con todo, los países capitalistas se situaron ante un nuevo modelo de acumulación de capital basado, no ya en las rentas provenientes del propio capital invertido sino en el aumento constante de la productividad del trabajo.

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