LA MANO INVISIBLE Y RACIONALIDAD LIMITADA

UNIVERSIDAD ADVENTISTA DE CHILE

Facultad de Ingeniería y Negocios

Ingeniería Comercial

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LA MANO INVISIBLE Y RACIONALIDAD LIMITADA

Presentado Por:

Belén Díaz Heraldo

Microeconomía II

Prof.  Felipe Irribarra Caimanque

Chillán, 09 de Septiembre de 2019

La Mano Invisible y La Racionalidad Limitada

Introducción:

El siguiente texto es un ensayo personal que tiene como finalidad contrastar “la mano invisible”, expresión utilizada por Adam Smith, quién es considerado el padre de la economía moderna y, la racionalidad limitada. Este economista planteaba, principalmente, que la búsqueda del interés propio tomando las decisiones correctas podía ser beneficioso para el conjunto de la sociedad y permitir que se alcancen así los mayores niveles de bienestar social. Por otra parte, la racionalidad limitada contradice esta teoría diciendo que nuestra capacidad de juicio es imperfecta y limitada.

Estos son dos temas importantes dentro del estudio de la economía y a su vez, cuestionables, por lo que en el presente trabajo me concentraré en explicar con más detalle la teoría de Adam Smith y plantear la hipótesis sobre cómo la racionalidad limitada puede influir en la toma de decisiones de un consumidor (por factores que la teoría de "la mano invisible" no toma en cuenta) y además, las consecuencias que dejaría si seguimos apoyando este principio.

¿Hasta dónde es justa una economía de mercado? Adam Smith formuló la metáfora de la mano invisible para describir a la economía de libre mercado como un mecanismo capaz de permitir que el mercado fuera capaz de auto regularse a sí mismo, sin intervenciones del gobierno y facilitar la interacción entre compradores y vendedores en éste mismo. La importancia está en que la famosa mano invisible interviene en la producción, incentivándola o disminuyéndola, manifestándose de igual manera sobre los precios y su mercado.

Entonces, si suena tan bien, ¿cuál es el problema en esta teoría? El problema está en que la famosa mano invisible supone que los compradores y los vendedores poseen información completa sobre los bienes y servicios que se ofrecen en el mercado y las empresas que participan en él.

Y en la realidad, sabemos que no es tan así. Cuando Adam Smith formuló esta metáfora fue en el año 1759 y quizás en ese entonces era mucho más fácil entender este concepto, se respetaban los precios fijados y las personas, con la información total que poseían, podían elegir las mejores alternativas respecto a su decisión de compra, el mercado, precios, etc.

Sin embargo, me pregunto yo, si realmente era así. Nunca vamos a elegir una alternativa óptima de consumo ni con toda la información del mundo, porque primero, es imposible determinar todas las soluciones a un problema y segundo, predecir sus consecuencias. Actualmente, sabemos que existen mercados imperfectos que funcionan ineficientemente porque sus consumidores no conocen toda la información necesaria y también, pasa que una de las partes que interviene en una transacción no cuenta con la misma información que la otra (ya sea porque el dueño de la empresa es amigo/a de la persona, son familiares, etc) y se genera otro tipo de problemas. También tenemos los famosos monopolios, lo que al existir sólo una empresa encargada de dominar el mercado, fija los precios a su conveniencia y nos perjudica a nosotros, los consumidores.

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