LA TELEASISTENCIA DE PERSONAS DEPENDIENTES
Mary Carmen FernandezApuntes16 de Noviembre de 2019
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TEMA 1: LA TELEASISTENCIA DE PERSONAS DEPENDIENTES.
INTRODUCCIÓN
La Dependencia se define como la incapacidad funcional para el desarrollo de actividades de la vida diaria y la necesidad de requerir ayuda para su realización. Las personas dependientes padecen la pérdida o la no adquisición de habilidades funcionales, que son el conjunto de destrezas que se requieren para adquirir independencia y poder desenvolverse por sí mismas en su entorno próximo. Cuando se reconoce la condición y el grado de dependencia de una persona, esta recibirá en su domicilio la visita de un/a trabajador/a social que evaluará su situación socio-familiar y asignará el recurso más apropiado para cubrir sus necesidades de atención.
El bienestar propio de las sociedades de países desarrollados, como es el caso de España, ha permitido que se viva cada vez más años y con mayor calidad de vida. En España, la esperanza de vida es de alrededor de 81 años. Sin embargo, según se va alcanzando la vejez, se pierden capacidades y autonomía funcional, requiriendo la ayuda de otras personas para llevar a cabo algunas de sus actividades cotidianas.
INTRODUCCIÓN: EL CONCEPTO DE DEPENDENCIA
Durante un tiempo, el Consejo de Europa estuvo trabajando en la elaboración de un texto que a modo de consenso pudiese ser asumido por los países europeos y que recogiese iniciativas y recomendaciones en materia de dependencia.
Como resultado, en septiembre de 1998 el Comité de Ministros del Consejo de Europa aprueba la Recomendación relativa a la dependencia. En este texto se expone de manera precisa que se debe entender la dependencia como “un estado en el que se encuentran las personas que por razones ligadas a la falta o la pérdida de autonomía física, psíquica o intelectual tienen necesidad de asistencia y/o ayudas importantes a fin de realizar los actos corrientes de la vida diaria y, de modo particular, los referentes al cuidado personal”
Esta definición plantea la existencia e interactuación de tres factores que implican el poder hablar de dependencia:
- La existencia de una limitación física, psíquica o intelectual que merma determinadas capacidades de la persona.
- La incapacidad de la persona para realizar por sí mismo las actividades de la vida diaria.
- La necesidad de asistencia o cuidados por parte de un tercero.
Este punto de vista planteado por el Consejo Europeo está en consonancia totalmente con el planteamiento de la clasificación de discapacidades propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y la Salud (CIF), que propone el siguiente esquema:
- Déficit en el funcionamiento
- Limitación de actividad
- Restricción en la participación
- Barrera
- Discapacidad
Supone la pérdida o anormalidad de una parte del cuerpo o de una función fisiológica o mental. Sustituye al término “deficiencia”.
Son las dificultades que un individuo puede tener en la ejecución de actividades; pueden clasificarse en distintos grados según la importancia, la extensión, cantidad calidad o intensidad en que se esperaría la ejecución de la actividad en una persona sin alteración de la salud. Sustituye al término “discapacidad”.
Son problemas que experimenta un individuo en su implicación en situaciones vitales; la presencia de esta restricción depende de la participación esperada de un individuo sin discapacidad en una cultura o sociedad determinada. Sustituye al término “minusvalía”.
Son todos los factores ambientales del entorno de una persona que pueden llegar a condicionar el funcionamiento y crean discapacidad, estos pueden ser: un ambiente físico inaccesible, falta de tecnología asistencial apropiada, actitudes negativas de las personas hacia la discapacidad, así como la inexistencia de servicios, sistemas y políticas que favorezcan la participación.
En el CIF es un término paraguas, ya que se utiliza para referirse a los déficits, las limitaciones en la actividad y las restricciones en la participación. Este término denota los aspectos negativos de la interacción entre el individuo con una alteración de la salud y su entorno, conformado por factores contextuales y ambientales.
Entendemos la dependencia, por tanto, como el resultado de un proceso que se inicia con la aparición de un déficit en el funcionamiento corporal como consecuencia de una enfermedad o accidente. Este déficit conlleva una limitación en la actividad, que en el caso de no poder compensarse mediante la adaptación del entorno, provoca una restricción en la participación que se concreta en la dependencia a la ayuda de otra persona para realizar las actividades propias de la vida cotidiana.
La condición de dependencia implica la necesidad de cuidados, en mayor o menor medida. En este caso hablamos de atención sociosanitaria, entendida como el conjunto de demandas asociadas a aspectos de salud (enfermedades, afecciones...) y demandas sociales relacionadas con el desarrollo de las actividades básicas de la vida diaria que presenta la persona dependiente.
Existen tres grupos de patologías que crean dependencia y, en consecuencia, hacen que la persona usuaria necesite asistencia sociosanitaria en el domicilio:
1. Alteraciones motoras:
- Articulares (reumatismos)
- Óseas (fracturas)
- Musculares (atrofias por inmovilismo)
- De la motilidad (neurológicas)
2. Alteraciones cognitivas:
- Demencia
- Depresión
3. Alteraciones sensoriales:
- Disminución de la visión
- Disminución de la audición
Para concluir debemos tener en cuenta que la necesidad de asistencia y/o cuidados ha existido siempre, pero lo que ha sufrido cambios es su dimensión, su importancia social y su naturaleza, de forma que ha dejado de verse como un problema exclusivamente individual o personal, para convertirse un problema que afecta a la sociedad y que supone el planteamiento de una nueva delimitación de objetivos y funciones del Estado de Bienestar, así como nuevos compromisos de protección.
Las personas dependientes requieren la atención de una o varias personas para realizar tanto las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) como cualquier otra actividad que le permita desarrollarse en cualquier ámbito con normalidad.
- Actividades básicas de la vida diaria: se trata de las tareas más elementales de la persona, que le permiten desenvolverse con un mínimo de autonomía e independencia: el cuidado personal, la movilidad esencial, las actividades domésticas básicas, reconocer personas y objetos, entender y ejecutar órdenes o tareas sencillas, orientarse…
- Apoyo para su autonomía personal: entendiendo esta como la capacidad de tener control, afrontar y tomar por sí mismo/a decisiones personales sobre cómo vivir conforme a las normas y preferencias propias, además de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria.
Los motivos por los que se origina la situación de dependencia pueden ser muy diversos y por muchos factores, como veremos más adelante. Y cada situación de dependencia puede presentar distintas peculiaridades y necesitar de un tipo de servicio u otro (Servicio de teleasistencia, Centro de día, Centro residencial...).
El proceso de dependencia
Es el SAAD (Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia) de cada Comunidad Autónoma quien, a instancia del/la interesado/a o a través de los servicios sociales comunitarios, valora la situación de dependencia y le asigna a cada persona, atendiendo a sus características físicas, sociales y de entorno, su grado de dependencia.
Durante los primeros años de puesta en marcha del SAAD cada uno de estos grados se clasificaba a su vez en dos niveles, en función de la autonomía y atención y cuidado que requería la persona. Hoy día, permanece únicamente la clasificación en grados de dependencia, desaparecen la distinción de niveles (Real Decreto-ley 20/2012, de 13 de julio).
Hay que tener en cuenta que muchas personas, aun teniendo el mismo grado dependencia reconocido, pueden sufrir patologías o disfunciones diferentes, teniendo por ello necesidades y requerimientos específicos. La valoración de grado se da dependiendo del número de actividades de la vida diaria que pueda realizar de forma autónoma la persona en cuestión.
Es a través de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, por la que se ofrecen determinados servicios para hacer frente a la situación de desprotección que pueden sufrir la mayoría de las familias y usuarios/as en situación de dependencia.
Serán el/la solicitante y sus familiares o cuidador/a quienes decidan qué servicio es el más adecuado para su situación, teniendo en cuenta el grado con el que ha sido valorado/a.
Es importante conocer el tipo de dependencia que tienen las personas a las que se dedican los cuidados ya que, dependiendo de esta, se deberán ofrecer unos servicios u otros, adaptando así de forma más eficiente y eficaz el tiempo y los servicios.
Será siempre el/la profesional o responsable del servicio quien guíe y establezca las tareas a realizar respecto a cada usuario/a, así como mostrar el modo y medio de hacerlo. El siguiente esquema muestra los diferentes grados de dependencia que existen: moderada, severa o gran dependencia.
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