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Cuidados familiares y personas dependientes


Enviado por   •  16 de Agosto de 2019  •  Ensayos  •  5.924 Palabras (24 Páginas)  •  186 Visitas

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LAS FAMILIAS Y LOS CUIDADOS A LAS PERSONAS MAYORES DEPENDIENTES: ENTRE LA RECIPROCIDAD Y LA AMBIVALENCIA.

RESUMEN

La atención a las personas mayores dependientes en nuestro contexto social depende fundamentalmente de las familias. Sobre esta realidad se articulan diferentes elementos que dan cuenta de la complejidad de la situación; cuestiones como las representaciones sociales sobre el envejecimiento y la dependencia, los cuidados personales y la construcción de los roles de género, la solidaridad familiar y la responsabilidad pública en la atención. Todo ello se articula con los procesos relacionales que cada familia cuidadora debe afrontar y resolver para desarrollar la atención de las personas dependientes. La experiencia de trabajo grupal con personas cuidadoras sirve como guía para mostrar parte de estos procesos y dinámicas familiares frente a los cuidados (la redefinición de los vínculos, la ambivalencia entre el deber de cuidar y las aspiraciones, recursos, y oportunidades disponibles, la desorientación, la incertidumbre, etcétera,). Esta formalización no refleja la complejidad del fenómeno del cuidado, mas, experiencias de este tipo dan cuenta de las oportunidades de intervención, en ámbitos de atención primaria, como recurso de apoyo complementario y de reconocimiento, frente a la hoy tan escasa ayuda institucional que reciben los cuidadores.

Introducción

La atención y cuidado de las personas mayores, y más en concreto de los mayores dependientes, se está convirtiendo en los últimos años en una cuestión de interés, objeto de análisis, investigación y de planificación de políticas públicas (la Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia es su exponente legal). Así, de una realidad asignada al ámbito privado, competencia casi exclusiva de las familias, ha pasado a ser un asunto público, que además se está conformando como un problema social; y en este sentido, se trata por un lado de una situación social a la que se debe dar respuestas, porque afecta al bienestar y las oportunidades de desarrollo de personas y familias, pero por otro lado, y más en la actual coyuntura socioeconómica, se plantea cómo se debe responder, cuál debe ser la cobertura de ayuda, cuál el detrimento de recursos, quién debe asumir la responsabilidad, etcétera. Esta realidad no es ajena a una cierta imagen social de las personas mayores. Imagen que tiene un contenido simbólico y que habla de cómo se valoran y qué se espera de ellos y que nos remite a ideas de déficit, limitaciones, exclusión, desinterés, aislamiento, descalificación, enfermedad y muerte.

Además, como señalan Abellán, Esparza, Castejón y Pérez (2011), el giro de lo privado a lo público “resulta de transformaciones que abarcan prácticamente todas las dimensiones del proceso de modernización social: demográfica, epidemiológico-sanitaria, familiar/convivencial, de género, diseño y distribución de los servicios público/privado, progreso social y material, relación estado/mercado/familia, y creciente multidimensionalidad del abordaje con que se entiende y estudia la dependencia” (p. 8).

Las investigaciones y análisis estadísticos muestran la importancia cuantitativa de una realidad que además de sumamente amplia, es compleja y heterogénea. Se evidencia un escenario con un aumento progresivo de la población mayor, con el incremento de los de mayor edad, asociado a mayores tasas de dependencia y necesidades de cuidados de larga duración, con un descenso en la mortalidad y sobre todo un aumento de las enfermedades crónicas frente a las transmisibles. Así, se constata que al igual que se ha dado un proceso de transición demográfica, se puede hablar también de una transición epidemiológica; las enfermedades infecciosas ya no son la principal causa de discapacidad y muerte, sino que ahora predominan las enfermedades crónicas (enfermedades  del aparato circulatorio, el cáncer, las enfermedades respiratorias, y se destaca el aumento de la mortalidad por enfermedades como la demencia y el Alzhéimer) (Carretero, Garcés, Ródenas y Sanjosé 2006).

Estos primeros apuntes perfilan sólo una parte del mapa que se pretende recorrer, porque la realidad que comienza ya a mostrarse invita a hacerse una serie de preguntas que serán el hilo conductor de estas reflexiones: ¿Cómo cuidar de estas personas?, ¿quién cuida? y ¿en qué se sustenta el cuidado?

  1. Los cuidados a las personas mayores dependientes y la reciprocidad familiar

La dependencia se define como limitaciones, o situaciones ligadas a la falta o pérdida de autonomía (física, mental, intelectual o sensorial), de carácter permanente, que afectan a las personas y que requieren de atención y cuidados (para una o varias actividades básicas) de manera prolongada (Ley 39/2006). Son por tanto dos los elementos que se distinguen de las situaciones de dependencia: la necesidad de cuidados y ayuda de otros y su duración a lo largo del tiempo, dado el carácter permanente de los estados de dependencia (los denominados cuidados de larga duración). Por otro lado, la diversidad de tipos de ayuda necesarios para atender estas situaciones plantea la responsabilidad y la complejidad que supone la atención; se trata de cuidados de salud o médicos, cuidados personales, alimentación, tareas domésticas, compras, medicación, transporte, gestiones diarias, hasta ayudas técnicas, adaptaciones de la vivienda, etcétera.

Hasta este momento, a pesar del desarrollo de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia y de la extensión de servicios públicos y privados de asistencia personal, residenciales, etcétera, la realidad que muestran las estadísticas y las diferentes investigaciones realizadas sobre los cuidados de personas dependientes indican claramente que son prestados en el entorno familiar. Rogero afirma que “la distribución de los cuidadores informales en España refleja la existencia de una jerarquía de cuidadores relacionada con la cercanía de parentesco (...) las relaciones intergeneracionales son primordiales en la atención a mayores en nuestro país, incluso por delante del cuidado de los cónyuges o parejas” (2010, p. 199).

Este escenario viene a corroborar la afirmación de Durán (2002) que el peso de los cuidados se encuentra soportado por las familias, en el hogar, y añade que se trata de un ámbito cuyos costes son invisibles para los poderes públicos. A dicha invisibilidad se une que, por otro lado, son básicamente las mujeres las que prestan estos cuidados; las tareas del cuidado personal han estado asignadas y asociadas tradicionalmente a la construcción y desarrollo del rol de género femenino, en el ámbito privado y con un escaso reconocimiento social, asignación que probablemente ha determinado la escasa visibilidad y valor asignados a dichas tareas; el Libro Blanco sobre la atención a las personas en situación de dependencia en España (2005) ya situaba en el 84% el porcentaje de mujeres que eran cuidadoras principales.

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