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La Prevencion Del Delito

jesbacram27 de Abril de 2013

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LA PREVENCION DEL DELITO

I. INTRODUCCIÓN

1. El Estado moderno busca protección contra el delito principalmente mediante las operaciones de los sistemas de justicia penal y encargados de hacer cumplir la ley. Estos sistemas “oficiales” de fiscalización son útiles para la doble finalidad de disuadir de la infracción de la ley a la población en general, y de detener, castigar y tratar a los delincuentes.

Los Gobiernos han procurado mejorar la eficacia de esos sistemas, por ejemplo fortaleciendo las fuerzas policiales, modernizando el proceso judicial, dejando fuera del sistema

a los delincuentes menores, aumentando el rigor de las sanciones por delitos graves, y ampliando la gama de

tratos penales de que son objeto los delincuentes reincidentes.

2. El complemento del sistema oficial de fiscalización es lo que los tribunales mencionan como medidas de control sociales “oficiosas” de la sociedad. Entre ellas figuran una gama de medidas adoptadas por los progenitores, las escuelas y los órganos religiosos para inculcar el respeto de la ley entre los niños y los jóvenes, regular la conducta de la persona durante su vida cotidiana y conceder protección a las personas y a los bienes mediante precauciones de rutina y medidas de seguridad.

3. Los sistemas oficiales y oficiosos de fiscalización dependen unos de otros para su eficacia. Sin controles sociales oficiosos, el sistema de justicia penal se vería pronto inundado por una multitud de delitos, graves o leves, y dejaría de funcionar eficazmente. De igual manera, sin la asistencia del sistema de justicia penal para imponer la amenaza de detención y sanción, los controles sociales oficiosos se enfrentarían con un constante desafío a su legitimidad y credibilidad.

4. Aparte de reforzar la fiscalización oficial, los Gobiernos han procurado fomentar medidas oficiosas de fiscalización mediante declaraciones acerca de las obligaciones de los progenitores, las escuelas, las comunidades y otras instituciones sociales para promover el imperio de la ley. Más recientemente, cuando han tenido que reconocer las limitaciones del sistema oficial para la fiscalización del delito (y han tenido que hacer frente al incremento mayor de su costo), los Gobiernos han empezado a explorar formas más directas de mejorar la fiscalización social oficiosa. Esa actividad corresponde al epígrafe general de “prevención del delito”, que abarca una amplísima gama de posibles acciones.

5. Los criminólogos de carrera han elaborado varias clasificaciones detalladas de la prevención del delito. Sin embargo, las discusiones en el plano de la policía suelen distinguir entre solamente dos tipos de prevención: la prevención social y la prevención situacional, que corresponden a las dos formas principales de prevenir el delito: reduciendo la motivación del delincuente, y reduciendo las oportunidades de cometer el delito. A los efectos del presente examen conviene distinguir entre cuatro enfoques generales diferentes (tres de los cuales procuran reducir la motivación del delincuente), que se diferencian según sus objetivos y sus técnicas característicos. Esos cuatros enfoques de la prevención del delito son los siguientes:

a) Desarrollo de la infancia. Las investigaciones han documentado una diversidad de factores de riesgo en los primeros años de la infancia, asociados más adelante con la delincuencia y el delito. De eso se sigue que las intervenciones encaminadas a ocuparse de esos factores mediante mejores aptitudes parentales, una educación más temprana y más variada, y una mejor salud física y mental, pueden desembocar en una reducción considerable de futuros delitos y de la futura delincuencia;

b) Desarrollo de la comunidad. Desde la labor precursora de Shaw y McKay1 en Chicago, los criminólogos no han dejado de reconocer que hay poderosas fuerzas en las comunidades locales que pueden promover o inhibir el delito.

Una línea importante de labor preventiva, por lo tanto, estriba en esfuerzos encaminados a reforzar la viabilidad económica y la cohesión social de las comunidades locales, a ofrecer más servicios y facilidades locales para el fomento de la comunidad, a fortalecer los vínculos de los residentes con sus comunidades locales, a enseñar a los jóvenes la importancia del imperio de la ley, y a desarrollar las relaciones entre la comunidad y la policía local. A lo largo de esas líneas se han desplegado esfuerzos recientemente en muchos países occidentales, principalmente en Francia (las iniciativas Bonnemaison), el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (programas de “ciudades más seguras”), Italia (educación anti mafiosa de jóvenes en Palermo) y los Estados Unidos de América (vigilancia de la vecindad y protección de la comunidad);

c) Desarrollo social. Éste es el menos adelantado de los cuatro enfoques, pero reviste gran interés en el contexto de las Naciones Unidas. Se parte del supuesto de que en los países en desarrollo y en los países con economías en transición gran parte de los delitos se deben a la pobreza, a la falta de empleo remunerado, a la escasa educación, a la discriminación y a diversas privaciones sociales y económicas. Se supone que el desarrollo social suprimirá esas “causas” del delito. Desgraciadamente, no hay relación directa entre las condiciones sociales y el delito. Por ejemplo, el delito ha aumentado inesperadamente en los países occidentales en la época de mayor prosperidad y mejor seguridad social. El delito no acusa tampoco ninguna relación directa con los niveles del empleo en países occidentales.

Ahora bien, estas conclusiones quizás no sean aplicables en el caso de los países en desarrollo y los países con economías en transición, en los que las condiciones sociales y económicas son mucho menos favorables;

d) Prevención de las situaciones que se prestan al delito. A diferencia de las otras tres formas de prevención del delito, todas las cuales procuran reducir la motivación del delito, la prevención de las situaciones de delito procura reducir las oportunidades de infracción. En los veinte últimos años ésta ha sido la forma de prevención del delito que más ha aumentado. Se la ha asociado con el incremento espectacular de las policías privadas y de la industria de la seguridad privada en los países occidentales durante dicho período.

En sus formas patrocinadas por el Gobierno, incluye campañas de publicidad para la prevención del delito, esfuerzos encaminados a influir en la planificación urbanística y en el diseño arquitectónico para fomentar un entorno libre de delitos, esfuerzos centrados en la diagnosis y la supresión de oportunidades de cometer formas altamente específicas del delito como, por ejemplo, el robo de bancos o de edificios residenciales y, más recientemente, la presión sobre empresas e industrias para modificar los productos y las prácticas que originan los delitos.

II. ESTADO ACTUAL DE LA PREVENCIÓN DEL DELITO

En los últimos veinte años comenzaron los Gobiernos a prestar profunda atención a la prevención del delito, que se ha convertido ahora en un tema de estudio sumamente académico. A pesar de ello se han realizado notables progresos, como por ejemplo:

a) En mucho

s países, incluida la mayor parte de los países de Europa occidental, Australia, Canadá y los Estados Unidos, se han establecido organismos y consejos nacionales (directamente o indirectamente apoyados por el Gobierno) de prevención del delito;

b) Muchos programas comunitarios de prevención del delito se han llevado a cabo con apoyo gubernamental en los países desarrollados. A veces esos programas han revestido la forma de proyectos de demostración, como por ejemplo las iniciativas en favor de ciudades más seguras del Reino Unido, y a veces han revestido la forma de programas de disponibilidad en general, como por ejemplo la vigilancia de la vecindad en los Estados Unidos y el enfoque Bonnemaison del desarrollo comunitario en Francia;

c) Esos programas de prevención del delito han tenido efectos directos y visibles en muchos aspectos de la vida cotidiana de la persona. Entre los ejemplos figura la adopción de una arquitectura de “espacio defendible” en los edificios (que ha contribuido a la demolición de edificios públicos de muchos pisos) y la extensa adopción de la vigilancia por televisión de circuito cerrado en los centros urbanos;

d) Los criminólogos han ampliado mucho las obras y las investigaciones sobre prevención del delito, con el resultado de que nuestros conocimientos acerca de esa cuestión son mucho mayores que hace veinte años. Se han elaborado muchos conceptos nuevos para contribuir al diseño, la aplicación y la evaluación de los programas de prevención del delito;

e) Se han publicado gran número de evaluaciones, particularmente acerca de la prevención situacional. Muchas de esa

s informaciones acusan reducciones tangibles y a veces espectaculares de la delincuencia;

f) El Centro Internacional de Prevención del Delito, que es una organización no gubernamental sin fines de lucro, ha quedado establecido en Montreal con el apoyo de un pequeño grupo de países. El Centro posee una Oficina de mejores prácticas, que busca, recoge y difunde información sobre las actividades de prevención del delito que han tenido éxito.

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III. NUEVOS RETOS

A pesar del considerable progreso realizado en los veinte últimos años, aún quedan por resolver muchos problemas para desarrollar todo el potencial de la prevención del delito. Algunos de los retos se deben a cuestiones de ética no resueltas, a problemas de aplicación y a dificultades técnicas para evaluar la efectividad de la

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