La Primavera Arabe
Escorpiona198024 de Mayo de 2015
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Primavera Árabe
La Primavera Árabe hace referencia a una serie de alzamientos populares en los países árabes acontecidos desde 2010 hasta la actualidad. Calificados como revoluciones por la prensa internacional, la cadena de conflictos comenzó con la revolución tunecina, en diciembre de 2010. Sin embargo, Noam Chomsky, célebre filósofo y activista estadounidense, considera que las protestas de octubre de 2010 en el Sahara Occidental fueron el punto de partida de las revueltas. En un primer momento, la prensa occidental la denominó también como revolución democrática árabe.
Las revueltas no tienen precedentes en el mundo árabe, ya que si bien en la historia de éste ha habido numerosas revoluciones laicas y republicanas, hasta ahora éstas se habían caracterizado por nacer a partir de golpes de Estado militares y dar paso a gobiernos en cierta medida autoritarios con o sin apoyo popular, en tanto que los acontecimientos actuales se caracterizan por un reclamo democrático, y de una mejora sustancial de las condiciones de vida. Por la naturaleza de sus protestas (libertades democráticas, cambios políticos, económicos y sociales), algunos observadores europeos las asocian con las revoluciones europeas de 1830 y de 1848 y de 1989 en el este europeo, a partir de la caída del muro de Berlín en 1989.
La Primavera Árabe, si bien partió como protestas populares, en varios países el asunto creció sistemáticamente y el alzamiento civil tomó un protagonismo global. En Túnez y en Egipto —donde tras celebrarse elecciones se instauró un gobierno de corte islamista más tarde derrocado con un golpe de estado militar en 2013— las rebeliones derrocaron a los respectivos gobiernos en pocas semanas, pero en países como Libia o Siria, el gobierno respondió y se negó a abandonar el poder, lo que llevó a parte de la población a armarse y a comenzar guerras civiles en ambos países. En Libia, los rebeldes insurgentes derrocaron a las fuerzas gubernamentales seis meses después del inicio de la revolución con ayuda de la OTAN. Sin embargo, en Siria, la guerra se ha prolongado y el impacto bélico intensificado, sin visualizarse un fin cercano y con registros que estiman en cientos de miles la cifra de muertos; muchos ven en la situación de Siria el lado más oscuro de la Primavera Árabe, debido al surgimiento de, por ejemplo, el Estado Islámico, que ha tomado bastas extensiones tanto en Siria como en Irak –explosión yihadista que también se está dando en Libia desde el fin del gobierno de Gadafi. En cambio, en los restantes países, la rebelión solo se ha visto plasmada en pequeñas protestas y manifestaciones.
Esta serie de protestas a favor de la democracia o un cambio de régimen o de gobierno contrastó inicialmente con el silencio de la Unión Europea y con un apoyo relativamente grande desde Estados Unidos. El ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Franco Frattini, explicó la falta de respuesta europea aduciendo que eran Estados independientes y no colonias de Europa. La Unión Europea se reunió el 31 de enero de 2011 para decidir si apoyaba o no las revueltas populares en Túnez y Egipto; si bien endureció su postura frente a Hosni Mubarak, presidente de Egipto, abogó por una solución pacífica y no condenó su gobierno.
Las primeras opiniones sobre la propagación de esta revolución desde Túnez a sus vecinos árabes no se deciden sobre su éxito, pero anuncian ciertas generalidades en los países tales como la autocracia y la actual capacidad de movilización del pueblo, según intelectuales y académicos como Azzedine Laayachi y Abdennour Benantar.
Las protestas han llegado a causar la convocatoria de manifestaciones democráticas en China, donde han sido rápidamente sofocadas. La Primavera costó a los países de la región casi U$S800.000 millones de dólares hasta 2014.
Causas
La revolución democrática árabe es considerada la primera gran oleada de protestas laicas y democráticas del mundo árabe en el siglo XXI. Las protestas, de índole social y en el caso de Túnez, apoyada por el ejército, estuvieron causadas por factores estructurales y demográficos, unas condiciones de vida duras arraigadas en el desempleo, a lo que se añadían regímenes corruptos y autoritarios. Según explica Pedro Fuentes desde el PSOL estos regímenes, nacidos de los nacionalismos árabes de entre las décadas de 1950 y 1970, se fueron convirtiendo en gobiernos represores que impedían una oposición política creíble que dio lugar a un vacío llenado por movimientos islamistas de diversa índole. Juan Goytisolo lista otras causas de las malas condiciones de vida, además del desempleo y de la injusticia política y social de sus gobiernos; éstas radican en la falta de libertades, la alta militarización de los países y la falta de infraestructuras en lugares donde todo el beneficio de economías crecientes va a parar a manos de unos pocos corruptos. Manuel Castells las amplía con los encarcelamientos oscuros.
Algunos han analizado por qué estas revoluciones no pudieron ocurrir antes. Se ha dicho que hasta la Guerra Fría los países árabes supeditaban sus intereses nacionales a los de las superpotencias estadounidense y soviética, enfrentadas por la hegemonía global. No es hasta el fin de la Guerra Fría cuando, salvo excepciones, se permite a estos países mayor libertad política, coincidiendo con un amplio proceso de globalización que difundió las ideas de Occidente y que a finales de la primera década del segundo milenio terminó por tener una gran presencia de las redes sociales, que en 2008 se impusieron en Internet. La Red, a su vez, implementó su presencia en la década de los 2000 gracias a los planes de desarrollo de la Unión Europea. La mayoría de los manifestantes fueron jóvenes (no en vano las protestas de Egipto han recibido el nombre de revolución de los jóvenes), cercanos a Internet y cuya principal diferencia con sus generaciones predecesoras es que cuentan con estudios básicos, e incluso a veces superiores y universitarios. Immanuel Wallerstein considera la Primavera Árabe actual como una segunda rebelión árabe, heredera de lo que denomina espíritu o corriente de 1968 anticolonialista -frente al exterior- y antiautoritaria -frente al interior- que no llegó a triunfar en su día y que ahora vuelve a resurgir -aunque con contradicciones-, y que debe entenderse como parte fundamental de los movimientos mundiales de protestas (Protestas en Grecia de 2010-2011,Movimiento 15-M, Movilización estudiantil en Chile de 2011-2013, Movimiento #Yosoy132 en México Movilizaciones estudiantiles en Colombia de 2011 y 2012, Occupy Wall Street, huelgas en China en 2011).
Por último, la profunda crisis económica que sumió a los países del norte de África, junto con casi todo el resto del mundo, en una pobreza más acuciante, fue un detonante al producir la elevación del precio de los alimentos y otros productos básicos, provocando la hambruna en la población más pobre.
Principales conflictos
Túnez, el detonante
A estas causas compartidas por los países de la región se añaden otras particulares. En el caso de Túnez, la cantidad de turismo internacional y en especial europeo que recibía consiguió un mayor arraigamiento de las ideas occidentales; Túnez poseía, además, un gobierno menos restrictivo. Su economía estaba en manos de unas pocas familias oligarcas que asumían muchas de las filiales de grandes empresas extranjeras, especialmente francesas, que copaban los sectores turístico, financiero, distribución comercial, telecomunicaciones, seguros e industria. El gobierno de Ben Ali estaba además bien visto por la Unión Europea, con quien firmó un tratado de libre comercio en 2008, desplazando su industria allí debido a los bajos salarios tunecinos.
El régimen de Ben Ali había logrado un crecimiento sostenido pero concentrado en unas pocas clases ricas situadas en las costas norte y noreste, en tanto que el resto del país era pobre. Esta pobreza se acentuó a partir de la crisis económica de 2008, que redujo el empleo y los salarios. Los parados llegaron (en cifras oficiales, probablemente a la baja) a situarse entre el 20% y el 30% de la población del país, pero con un porcentaje del 60% entre los menores de 30 años, donde cerca del 75% de la población no supera esa edad; es importante contar aquí a las mujeres, que en Túnez no sufren la represión islámica de otros Estados. Así, probablemente la falta de expectativas de una vida decente para la juventud fue un detonante mayor que la carestía de los productos básicos.
Todo ello terminó desembocando en la inmolación a lo bonzo, el 17 de diciembre de 2010, de un joven de 26 años, Mohamed Bouazizi, debido a sus problemas económicos, desatando una ola de manifestaciones en Sidi Bouzid que se extendió desde las periferias de Túnez hasta su misma capital y terminó por derrocar al gobierno. Otra particularidad de Túnez es que, al contrario que por ejemplo en Libia y Siria, su gobierno no había otorgado privilegios empresariales y cargos gubernamentales sistemáticamente al ejército. Éste se puso del lado del pueblo tunecino, desobedeciendo las órdenes de Ben Ali.
El papel de Internet
El papel que Internet juega en estas revoluciones y las redes sociales está siendo ampliamente discutido entre quienes lo defienden como gran causa de las revueltas y quienes lo citan simplemente como un cambio en los medios de comunicación y nunca como una causa profunda. En cualquier caso, la rápida comunicación a través de la Red ha servido para que tengan unas características propias, como la espontaneidad y la ausencia clara de liderazgo. En el caso egipcio, además, Internet se reveló tan importante que fue prohibido por
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