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La Universidad Antigua


Enviado por   •  15 de Octubre de 2013  •  2.366 Palabras (10 Páginas)  •  301 Visitas

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La Universidad Antigua

Las universidades, como centros superiores, permanentes y amplios de aprendizaje para jóvenes y adultos, nacen en Europa y se desarrollan institucionalmente durante la Edad Media, principalmente como respuesta a la necesidad de la Iglesia y la aristocracia –sectores dominantes de al época- de preparar eclesiásticos, juristas y médicos destinados a satisfacer, se decía, las “tres exigencias elementales del hombre y de la sociedad: el conocimiento del ser supremo..., el anhelo de justicia y el requerimiento de al salud corporal”. ( ) Unas veces surgen dentro de las escuelas o seminarios religiosos; otras, por iniciativas de jóvenes estudiantes y, más tarde, mediante creación especial por parte de las autoridades civiles o eclesiásticas.

La palabra “Universidad” proviene del término Latino Universitas que significa conjunto completo de elementos (personas, objetos o ideas) integrantes de una colectividad o totalidad cualquiera, por lo cual se debe hablar, por ejemplo, de “universitas rerum” como el conjunto de todas las cosas que forman el universo; de “universitas generis humani” cxomo totalidad de los seres humanos, o humanidad; y de “universitas magistrorum” como colectividad de docentes. En un principio, sin embargo, el término se aplicó principalmente para designar a todas –como totalidad- las personas de un país o ciudad dedicadas a un determinado oficio.

Por esto, en los primeros tiempos las universidades medievales eran identificadas, cada una de ellas, no con la expresión “Universitas”, el cual comienza a extenderse en el siglo XIV, sino con el de “Studium generale” o “Studium universale”, con lo cual se definía no una totalidad de estudios o de ramas del saber, lo que se acerca más al sentido moderno de Universidad, sino la condición de escuela abierta a todos los interesados en estudios superiores.

El término “universitas” se utilizó en estas casas de estudio para referirse más bien al conjunto de maestros que en ellas enseñaban – al cual se denominaba “universitas magistrorum” –o bien al conjunto de estudiantes de dichas instituciones- y se hablaba entonces del “universitas scholarium”. En cualquiera de las acepciones mencionadas existe implícito el carácter gremial de la universidad, tanto en el sentido de ser comunidades que se constituían para ayudarse y defenderse mutuamente como en el de abrogarse el privilegio de ser las únicas instituciones que otorgaban el derecho a ejercer la docencia, aparte de la Iglesia.

Pero la universidad tiene antecedentes importantes en culturas avanzadas de la antigüedad; entre ellos merecen mención especial la celebérrima y casi milenaria “Academia”, fundada en Atenas por Platón (428-347 a.n.e.) el año 387 antes de nuestra era, así como otras escuelas filosóficas similares que existieron en China, India y Alejandría. También constituyen anticipos importantes, las escuelas jurídicas creadas en época del Imperio Romano, las escuelas de medicina que aparecieron en el siglo VI en el sur de Italia por obra de los monjes benedictinos Benito y Casiodoro (480-570), y los grandes centros culturales o filosóficos árabes y hebreos, creados desde el siglo IX en Bagdad, y después en España, en los cuales actuaron figuras notables como Averroes, Avicena, Avicebrón y Maimónides.

Pero estas instituciones no pueden considerarse como universidades por cuanto ellas poseen alguna o algunas características que las invalidan para ser reconocidas hoy como tales, esto es:

1) No son centros que abarquen o tiendan a abarcar todas las áreas del conocimiento -como es función actual de toda Universidad-, sino escuelas especializadas;

2) No tienen continuidad institucional prolongada sino que parecen con pequeños cambios sociales;

3) No otorgan títulos profesionales y académicos con valor jurídico, por cuanto la formación que dan sólo tienen valor interno;

4) No son escuelas superiores abiertas, interesadas en la difusión amplia del conocimiento, sino centros cerrados a determinadas castas o sectores; y

5) No están organizadas bajo la concepción de comunidades o corporaciones autónomas de maestros y estudiantes con derechos similares, lo cual es característica esencial de la universidad clásica.

Los centros educativos sobre los cuales hay consenso en considerar como las primeras universidades creadas en el mundo, y sin que se tengan datos precisos sobre tales acontecimientos, son: la de Salerno, establecida a fines del siglo X; la de Bolonia, a comienzos del siglo XI, y la de parís, a fines de la centuria siguiente.

Estos centros y los que le siguieron nacen para llenar requerimientos específicos de aprendizaje avanzado propios de ciertas regiones y, con pocas excepciones, entre las que se encuentran la institución salernitana (que fue, sobre todo, una famosa Escuela de Medicina) con el correr del tiempo se van transformando en organismo destinados a integrar y difundir los conocimientos existentes en todas las áreas del saber.

La Universidad de Salerno se forma a partir de la práctica de la enseñanza médica que se realizaba dentro de un pequeño hospicio mantenido desde el siglo VII por el monasterio benedictino local. Ella se convierte en plantel estructurado cuando los pontífices imponen restricciones al tratamiento de enfermos por parte de los monjes, lo cual hace que, como reacción obligada, en Salerno crezca notoriamente el número de médicos laicos y se constituya un “collegium” o corporación de médicos que progresivamente absorbe y amplía las funciones docentes de la escuela monástica. Esta organización profesional docente pronto se abroga el derecho de otorgar diplomas de “doctor”, que permiten ejercer la especialidad “en cualquier parte del mundo”, lo cual es consagrado posteriormente por decreto del Rey Manfredo (1232-1266).

Conviene aquí precisar la relación existente entre las primeras universidades y las corporaciones o gremios profesionales de la época. Como es sabido, durante la Edad Media el uso más extendido del término “universitas2 era para referirlo a los gremios de artesanos, o conjunto de personas de un mismo oficio, creados como consecuencia de la división del trabajo y de la necesidad del mutuo apoyo gremial.

En estas corporaciones –llamdas también “fraternitates” en Italia, “cofréries” en Francia, “guildes” en los países anglosajones y “gremios” en España-, con antecedentes en las antiguas civilizaciones hindú, egipcia, china, hebrea, era común la práctica de distinguir sus integrantes entre los expertos, los aprendices y los ayudantes; de allí que se hable en Italia de “magistri”, “discipuli” y “laborantes”,

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