La comprensión del terrorismo moderno
pokemona007Ensayo7 de Junio de 2015
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El 11 de Septiembre de 2001, el mundo dejó de ser el mismo cuando Afganistán se mostró ante él de una manera brutal y trágica. Los dicienueve terroristas suicidas que secuestraron cuatro aviones, y luego se lanzaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center, en Nueva York, y contra el Pentágono, en Washington, pertenecían a la organización Al Qaeda, dirigida por Osama Bin Laden … su objetivo era golpear tres cosas a la vez: el mundo heredero de la guerra fría, el punto neurálgico de la globalización y los supuestos esfuerzos por hacer de la tierra un lugar más seguro y mejor" (Rashid, 2002: 13)
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Durante el siglo I D.C. el Imperio Romano se constituyó como una de las potencias económicas y militares de Europa y casi todo el mundo conocido. Sus vías, o caminos, llegaban y conectaban a todas las provincias del Imperio en épocas de paz y permitían una rápida presencia militar en la guerra. Asimismo, aquellos súbditos que se resistían al poder romano utilizaban a los viajeros (ciudadanos) como una forma eficaz de negociar contra su descontento. De esta forma, el viajero romano se constituía no solo como el mayor trofeo para un insurgente sino como un mensaje móvil de vulnerabilidad del propio Imperio frente a un “otro hostil”. Si bien es cierto, que en ese entonces, no se le daba el
nombre de “terrorista” a los rebeldes, mucho menos “turistas” a los viajeros, lo cierto es que la conexión entre turismo, movilidad y ataques terroristas viene desde hace muchos años. Comprender el terrorismo moderno, es adentrarse en cuestiones políticas e inextricablemente ligadas al Imperialismo.
Por otro lado, los eventos sociales parecen no depender tanto de como sucedan, ya que la mayoría del lego se mantiene ignorante en cuanto sus verdaderas causas, sino de su interpretación o la narrativa, siempre construida alrededor de ellos. Desde los bombardeos a la base de Pearl Harbor que inició la entrada de los Estados Unidos a la segunda guerra hasta los atentados del 11 de Septiembre, los eventos mediáticos de gran envergadura hablan más por sus efectos que por sus causas, las cuales, dicho sea de paso casi siempre permanecen ocultas. Dentro de este contexto, muchos estudios han enfocado su atención a las consecuencias que el terrorismo ha tenido para las industrias del transporte y sobre todo el turismo en los últimos años, pero poca relevancia ha tenido la influencia del turismo sobre el terrorismo. Para algunos, el terrorismo simplifica un encuentro problemático entre Occidente y Oriente mientras para otros solo representa una de las tantas formas que adquiere el adoctrinamiento político y la violencia, o mejor dicho una forma en la cual el miedo político se transforma en adoctrinador social. Cualquiera sea el caso, el 11 de Septiembre ha obligado a repensar ciertos puntos en materia de
seguridad por parte de los estados centrales y también los periféricos (Barro, 1991) (Pollins, 1989) (Abadie and Gardeazabal, 2003) (Phillips, 2008). Inmediatamente, luego del 11 de Septiembre Estados Unidos conformó una alianza con países cuyos contextos históricos habían tenido algo que ver con el terrorismo como fueron España e Inglaterra entre otros. La consternación generada por este evento despertó la indignación de gran parte de la opinión pública mundial. En este punto, Roberston sugiere que el terrorismo debe ser concebido como una de las amenazas más serias del siglo XXI (Robertson, 2002). Por el contrario. D. Altheide considera que es necesario definir críticamente ¿qué entendemos por terrorismo?.
Queda, entonces claro como el 11/09 tipifica dos corrientes antagónicas. Por un lado, están aquellos quienes argumentan que una rápida invasión a Medio Oriente es un mecanismo político para poner orden y que la “guerra preventiva”, si bien no soluciona el problema de fondo, por lo menos evita que ocurra “lo peor” (Fukuyama, 1989) (Huntington, 1993; 1997) (Kristol and Kagan, 1996) (Vargas-Llosa, 2002) (Rashid, 2002) (Kepel, 2002) (Keohane and Zeckhauser, 2003) (Susstein, 2005) (Pojman, 2006), a la vez que otro grupo de intelectuales sugieren que el WTC solo fue un pretexto (en términos de Baudrillard un espectáculo) cuyos intereses radican en manipular el miedo “a un nuevo episodio” con el fin de expandir la hegemonía de los Estados Unidos en el mundo (Somnez, 1998) (Hyndman, 2003) (Altheide,
2006; 2009) (Sontag, 2002) (Said, 2001) (Holloway and Pelaez, 2002) (Bernstein, 2006) (Baudrillard, 1995a; 1995b; 2006) (Gray, 2007) (Smaw, 2008) (Corey, 2009) (Wolin, 2010). Por su parte, la manipulación de las imágenes transmitidas minutos después del atentando al WTC parecen presentar al fundamentalismo árabe como la mayor amenaza de Occidente cuando en realidad cuando en realidad debe definirse en forma más exacta los alcances del fundamentalismo inglés dentro de US. En los últimos años se ha construido alrededor del terrorismo una especie de arquetipo único cuyas características principales se explican por el temor y la violencia (Howie, 2009).
Desde una perspectiva preliminar, Goldblatt y Hu (2005) definen al terrorismo como “cualquier uso ilegal de fuerza o acto de violencia con intereses políticos que vulneren los derechos de los ciudadanos y/o sus propiedades”. No obstante, dicha definición adolece de cierta profundidad y por lo laxo de sus alcances merece ser reformulada. Para R. Bernstein, el terrorismo no necesariamente depende de la organización política del país huésped, sino que parece ser más una cuestión de dogmatismo político que de religión. Existen países de amplia tradición democrática como los Estados Unidos el cual puede unilateralmente autorizar invasiones, como la de Iraq sin el consentimiento internacional generando tanto terror y caos en la misma medida que los grupos terroristas (Bernstein, 2006). Los esfuerzos por combatir al terrorismo por medios no
diplomáticos terminan legitimando su propia fuerza como una especie de virus. Es cierto, por otro lado que en los últimos años la globalización ha jugado un papel importante en la expansión del terrorismo y su manifiesto resentimiento hacia la forma de vida que Occidente representa. Altos niveles de desigualdad social, exclusión y otros problemas que el mercado global genera son tierra fértil para generar resentimiento y odio en el corazón de cualquier pueblo (Del Bufalo, 2002) (Connolly, 1993).
Por el contrario, Jean Francois Revel se interroga sobre el papel protagónico de los Estados Unidos en materia de política internacional y el resentimiento o resquemor que eso ha generado no tanto en los países árabes sino en Europa, Francia a la cabeza donde se ha acuñado y desde donde se ha fagocitado el “anti-americanismo”. A diferencia de otros autores, para Revel el antiamericanismo no es un producto de políticas “imperialistas” sino de las propias proyecciones autoritarias de Francia. Su democrático estilo de vida, su amplio respecto por las libertades individuales parece más de lo que los países antiestadounidense pueden soportar. Según el argumento de Revel, el discurso acuñado post-Septiembre 11 fue un error por parte del gobierno estadounidense al intentar erradicar el terrorismo siguiendo su propia lógica hecho que alimentó una escalada de violencia sin precedentes. La innegable dependencia cultural del mundo respecto a Estados Unidos, ya sea por la expansión de su idioma o la acción de
los mas-media han hecho de este país una superpotencia, (híper-potencia luego de la caída de la Unión soviética). Con errores y aciertos, Revel asegura que el sentimiento antiestadounidense es la culpa Europea no asumida por haber generado una hiper-potencia luego de dos guerras mundiales. Siguiendo esta manera de razonar, uno se da cuenta por sus propios medios Estados Unidos cumple la función y el costo de ser “la policía” mundial simplemente porque Europa no asume directamente las consecuencias de poner orden en un mundo cada vez más revuelto (Revel, 2002). En algún punto Revel ha sido ampliamente criticado por su apoyo incondicional a la potencia americana. Si bien su perspectiva parece fundada en un sentimiento extremo de admiración de una ingenuidad inusitada, su visión es aguda respecto al rol secundario que juegan las potencias europeas a nivel mundial. Sociológicamente hablando el autor se encuentra preocupado por estudiar al idolatrismo como forma de relación en la política internacional. Los ídolos, construcciones culturales consensuadas, enfatizan la propia limitación humana por medio de la proyección (antropomorfismo). Los dioses, por ejemplo, no solo son imitaciones de aquellos quienes los crean, sino representan la realización de todas las limitaciones personales (son inmortales, poderosos etc). No obstante, los ídolos juegan un rol ambiguo en la vida de los seres humanos puesto que son sacrificados en determinados momentos. Por regla general, cuando el vulgo necesita de un culpable
para evitar el costo de las acciones propias. Los líderes políticos, en este sentido, incluso el mismo Estados Unidos son admirados y criticados según las propias limitaciones de quienes no asumen su responsabilidad por el proceso mundial. ¿Es el terrorismo acaso ese sacrificio?.
J. F Revel considera que las medidas de los Estados Unidos, que algunos detractores consideraron como deplorables como la censura informativa, fueron necesarias para desactivar las acciones de los grupos terroristas
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