La comunicación en la vida cotidiana

Introducción

La comunicación es una actividad esencial en la vida cotidiana, que ha sido utilizada por el ser humano desde tiempos antiguos para transmitir información, ideas y emociones a los demás. Este proceso se define como el intercambio de mensajes entre dos o más individuos, y puede ser realizado a través de diversos medios, como el lenguaje oral, la escritura o el lenguaje corporal. La comunicación no solo es importante para establecer relaciones significativas y comprender las necesidades de los demás, sino que también es esencial en el ámbito laboral y social para el trabajo en equipo, la toma de decisiones y la construcción de consensos. Sin embargo, a pesar de su importancia, a menudo se presentan barreras que impiden su correcto funcionamiento. Por lo tanto, es necesario analizar y comprender la naturaleza de la comunicación para poder mejorarla y utilizarla de manera efectiva en nuestras vidas.

Desarrollo

La comunicación es un proceso fundamental en la vida cotidiana de los seres humanos, ya que nos permite intercambiar información, ideas y emociones. Se puede entender como el proceso mediante el cual dos o más personas interactúan para transmitir y recibir mensajes, ya sea de forma oral o escrita. La comunicación es un factor crucial en las relaciones interpersonales, el desarrollo de la sociedad y la transmisión de conocimientos.

En el proceso de investigación, la comunicación oral puede ser fundamental para presentar y discutir los resultados obtenidos. Una reunión con los miembros del equipo de investigación o una presentación en una conferencia puede permitir la retroalimentación y la identificación de posibles errores. Por ejemplo, en un estudio de mercado, es posible realizar una encuesta a los consumidores y analizar los resultados en una reunión con los miembros del equipo para determinar el siguiente paso a seguir.

La comunicación oral se realiza a través de la palabra hablada, y es común en situaciones informales, como conversaciones y reuniones. La comunicación escrita, por otro lado, se lleva a cabo a través de textos escritos y es más común en situaciones formales, como en el ámbito académico o laboral.

Es importante destacar que la correcta comunicación no solo se limita al uso de palabras o textos, sino que también se relaciona con otros factores que influyen en la transmisión de información. La manera en que pensamos y percibimos el mundo, nuestra capacidad para escuchar y entender a los demás, así como nuestro conocimiento del tema del que se está hablando, estos son factores clave que pueden influir en la claridad y precisión del mensaje que se desea transmitir.

En este sentido, tanto la lectura como la escritura son procesos complejos que involucran habilidades cognitivas, lingüísticas y sociales, y no deben ser vistos como meros canales para transmitir información. Como señala Cassany (2006), "leer y escribir son prácticas sociales que involucran a personas con conocimientos, necesidades, emociones, valores y situaciones sociales específicas" (p. 17). Por lo tanto, es importante trabajar en mejorar nuestras habilidades comunicativas de manera integral, considerando no solo la gramática y el vocabulario, sino también nuestra capacidad para pensar críticamente, escuchar activamente y comprender los contextos sociales y culturales en los que nos comunicamos.

Para poder entender la escritura como proceso cognitivo, es necesario considerar la complejidad de la comunicación escrita y la importancia de diversos factores que influyen en su correcta realización. Como se mencionó anteriormente, la escritura es un proceso que involucra habilidades cognitivas, lingüísticas y sociales, y no debe ser vista como un simple canal para transmitir información.

En el ámbito académico, la escritura adquiere una especial relevancia, ya que es una herramienta fundamental para la transmisión de conocimientos y la construcción de nuevas ideas. Para abordar este proceso, se han desarrollado diversos modelos teóricos que buscan describir las operaciones intelectuales que lleva a cabo un individuo al escribir un texto.

Lucy Flower y John Hayes (1980-1981) han propuesto un modelo integral sobre el proceso de composición que define la escritura como "el conjunto de procesos distintivos del pensamiento organizados u orquestados por el escritor durante el acto de composición". Según estos autores, la escritura se compone de momentos recursivos, lo que implica que dichos momentos se superponen, repiten y vuelven a suceder varias veces. Estos momentos se dividen en tres etapas: planificación, traducción y revisión.

Cada uno de estos momentos tiene características específicas y requiere del escritor habilidades y estrategias particulares. La planificación implica la identificación del tema, los objetivos, el público y la estructura del texto, es decir, la organización de las ideas y el establecimiento de una secuencia lógica que permita transmitir el mensaje de manera clara y efectiva. También incluye la selección y uso adecuado de los recursos y herramientas lingüísticas, tales como el vocabulario, la gramática y la ortografía, entre otros.

Por otro lado, la traducción se refiere a la capacidad del escritor para transformar los pensamientos en lenguaje escrito. Esto implica no solo la habilidad para expresar las ideas de manera clara y precisa, sino también para adaptar el lenguaje al propósito comunicativo y al público objetivo. Es importante tener en cuenta que la traducción no es un proceso mecánico, sino que requiere del escritor un alto grado de creatividad y capacidad de adaptación.

Finalmente, la revisión es el proceso de evaluación, corrección y mejora del texto producido. En este momento, el escritor debe analizar el contenido, la coherencia, la cohesión y la calidad lingüística del texto, con el fin de asegurarse de que cumpla con los objetivos establecidos y transmita el mensaje de manera efectiva. La revisión también implica la identificación y corrección de errores gramaticales, ortográficos y de puntuación, así como la mejora de la claridad y la precisión del texto.

En el ámbito formal, la comunicación oral también adquiere una gran importancia, ya que es utilizada en situaciones como presentaciones, discursos y conferencias. Cuando se presentan estos casos, es necesario que el hablante tenga una buena capacidad para expresarse de manera clara y efectiva, utilizando un lenguaje adecuado al contexto y al público objetivo.

La comunicación oral en el ámbito formal requiere de habilidades específicas, como el uso adecuado del tono de voz, la entonación y la pronunciación, así como el dominio del tema del que se está hablando. Además, es importante tener en cuenta la postura corporal y el lenguaje no verbal, ya que estos también pueden influir en la percepción que tenga el público sobre el mensaje que se desea transmitir.

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