La forja de los héroes - Mujeres Arquetípicas

"Nadie da mejor prueba de humildad, que aquel que dedica todos sus afanes a poner de manifiesto el mérito de sus antepasados, mérito que no es suyo."

"Dejemos el cálculo y la prudencia a los jefes. Nosotros, los soldados,

contentémonos con el heroísmo."

Hugo Wast

 "Navega hacia alta mar"

"Desde que me plantaron como una viña en la ciudad del hombre, yo he presentido esta bondad sonora y este ambicioso Canto de Alegría..."

Leopoldo Marechal

 "Heptamerón - Canto de la Alegría”

¿Qué es un Arquetipo?

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Un arquetipo es un modelo grande que te conmueve por su ejemplaridad, te produce una intensa admiración y como consecuencia de ella, un fervoroso deseo de imitarlo.

El primer arquetipo es Dios, Suma Perfección, del cual los hombres somos imagen y semejanza y justamente por ello, debe ser imitado como el Modelo Perfecto.

Después de Dios, los arquetipos son los Héroes y los Santos. Ellos llegaron, con la gracia de Dios, a lo más alto que puede llegar un hombre. En cierto sentido eran iguales a nosotros, pero no fueron mediocres ni cobardes, al contrario, supieron descubrir todo lo que Dios había sembrado en ellos y lo hicieron fructificar con esfuerzo, tesón y una gran alegría.

Conviene tener siempre presente que:

1. Estamos en esta vida para ser santos y lo seremos con la gracia de Dios y en la medida

que imitemos a los arquetipos, quienes ya llegaron a la meta.

1. La verdadera alegría del cristiano no surge del ruido ni de las melosidades, sino de la lucha por imitar a los arquetipos, es decir, por dejar atrás al Hombre Viejo con sus vicios y caprichos que esclavizan y por lo tanto, entristecen.
2. Desde muchos lugares te dirán que te dejes llevar, que hagas lo que te gusta, que vivas

la “vida loca”, que vivas en la comodidad, en fin ...

Nos los oigas, es la voz del mundo (uno de los enemigos del alma). No buscan tu bien sino llevarte para donde ellos quieren, convirtiéndote en un miembro más del rebaño de jóvenes todos iguales.

1. Los argentinos somos herederos de Grecia, Roma y la   Hispanidad y que toda nuestra

historia grande está llena de los más admirables arquetipos que la imaginación pueda concebir.  

¿Por qué entonces son tan desconocidos? Por diversos motivos:

1. Porque sólo se conocen los inventos de las películas extranjeras que buscan acomplejarnos, haciéndonos creer que no tenemos héroes y ellos sí. Al contrario, los nuestros son verdaderos, los de ellos ganan batallas en el video, nada más.
2. Porque nadie quiere recordarlos, ni siquiera en la escuela, dado que son un vivo reproche a nuestra mediocridad y tibieza.
3. También porque se deforman sus heroicas vidas, mostrándolos como seres llenos de defectos y maldades. De esta manera se quiere lograr que los jóvenes ya no crean en nada y duden de todo.
4. Finalmente, y esto es lo más importante, porque no conviene  que los jóvenes crezcan, como decía el Padre Ezcurra, “en la admiración del Gesto y de la Gesta”.

Así pues, dispuesto a no ser un “joven hecho en serie”, sino un heredero de tantos héroes, emprende la lectura de los arquetipos, recordando con el poeta Paul Claudel que “la juventud no está hecha para el placer, sino para el heroísmo.”  

Mujeres arquetípicas

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Introducción

Dios hizo al hombre varón y mujer. A cada uno le dio una misión  particular y los dones necesarios para cumplirla.

Entre los dones que el Creador dio a la mujer, el más grande, más particular y característico es el de la maternidad.

Sólo siendo madre, la mujer será plenamente feliz.  

Ahora bien, se puede ser madre de dos maneras diferentes: naturalmente o espiritualmente.

La primera es la que conocemos. Nuestras madres, por ejemplo, son madres naturales.

La segunda, no tan conocida, es la que practican con nosotros nuestras maestras. Ellas son un ejemplo de maternidad espiritual.

Todas las mujeres están llamadas a ser madres espirituales y si Dios lo quiere también madres naturales.

Este rasgo de la maternidad será el más claro en las santas que veremos a continuación.

En todas se verá el trato delicado y maternal hacia los padres, hermanos, esposo y hacia todos aquellos que las rodeaban. Se verá claro que cuando la mujer es más santa, es, por lo tanto, más madre.

Y esto es para todas, niñas, jóvenes, adultas y ancianas.  

En la Santísima. Virgen María se ve de forma Perfecta. Ella es la más santa de todas las criaturas, y su santidad fue tan enorme que mereció ser Madre de Dios, y también Madre espiritual de todos los hombres.  

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Teresita, a partir de la muerte de su madre, consideró a su hermana mayor Paulina, como su segunda mamá. Desde pequeña, fue una niña muy inteligente y profunda. Su amor a Jesús y a la Santísima Virgen era tan grande, que siempre buscaba hacer pequeños actos de amor para agradarles. Pero lo más importante fue que ella desde su más tierna infancia siempre se sintió amada y protegida por Jesús.

Cuando Teresita cumplió nueve años, Paulina ingresó al convento de las carmelitas, y, aunque sabía que volvería a verla, ya que Dios le había revelado desde muy pequeña su vocación religiosa, fue muy difícil para ella la separación.

A los catorce años le pidió permiso a su padre para entrar al Carmelo y él se lo permitió. Sin embargo, ni las religiosas, ni el obispo, ni el Papa, la dejaron entrar a los quince años, por lo que tuvo que esperar. Dos años después, ingresó al Carmelo.

Allí vivió los años más felices de su vida, no porque todo fuera lindo y fácil, sino porque la cercanía de Jesús en su vida, le daban fuerzas para soportar las pequeñas cruces de todos los días.

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