La guerra como el cambio en el orden preestablecido

Teorías del Conflicto

Silvana Peña Fuquen

La guerra como un cambio en el orden preestablecido.  

El término ‘guerra’ es un concepto social difícil de definir debido a la complejidad y a las múltiples dimensiones que engloba, adicionalmente es un fenómeno que está en constante evolución y es capaz de adaptarse al contexto en el que se encuentra, expandiéndose en diversas esferas que van desde las interacciones individuales hasta las dinámicas globales. Desde conflictos tribales y guerras territoriales hasta guerras mundiales, la humanidad ha estado inmersa en una sucesión constante de conflictos que, por su distintivo carácter social, han estado presentes desde los albores de la humanidad, adhiriéndose a la vida en sociedad y dejando una profunda huella en la evolución de la misma.

La guerra de la que se habla en las últimas décadas tiende a ligarse netamente con el aspecto militar y con el uso de violencia, sin embargo, el profesor y escritor español Federico Aznar Fernández-Montesinos, en el tercer capítulo de la obra “Política y violencia: comprensión teórica y desarrollo en la acción colectiva” (Instituto Español de Estudios Estratégicos, 2017), aborda este concepto desde un enfoque teórico; y es gracias al carácter multidimensional que caracteriza a la ‘guerra’, que el autor puede asociarla y diferenciarla -paralelamente- de sistemas como el lenguaje, el derecho, la violencia, la política, la paz, entre otros. Aunque el debate que busca conceptualizar este concepto involucra aspectos como la ética o la justicia, a lo largo del capítulo, Aznar considerará crucial que se reconozca a la guerra como lo que es, un acto político que busca gestionar y/o modificar las dinámicas de poder (Aznar, 2017, p. 90).

El autor comienza a desarrollar el concepto de ‘guerra’, basándose en los postulados de dos corrientes teóricas en específico. Por un lado, se encuentra el realismo, el cual considera que los actos violentos son aspectos inevitables e innatos de la naturaleza humana, pues “la violencia siempre ha acompañado y acompañará al hombre, toda vez que su inserción en la naturaleza es conflictiva” (Aznar, 2017, p.80); del otro lado, está la corriente idealista, que concibe el conflicto como un aspecto exógeno a la naturaleza humana que “puede gestionar y transformar las distintas posiciones en intereses” (Aznar, 2017, p. 80) y contempla a la guerra como el resultado de un proceso de aprendizaje, pues este argumento recae en la afirmación de que “la paz es el estado natural del ser humano” (Aznar, 2017, p.80). A pesar de que estos enfoques ofrecen perspectivas opuestas respecto a la naturaleza de los humanos y su relación con el conflicto, el autor no enfrenta a estas categorías, por el contrario, las muestra como complementarias y termina por deducir que “estas dos corrientes en realidad marchan juntas” (Aznar, 2017, p.81).

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