La importancia de la escritura en la era de las nuevas tecnologías

La importancia de la escritura en la era de las nuevas tecnologías

Es un día cualquiera del año 2023. Tomas tu celular y decides revisar qué hay de nuevo en las “benditas” redes sociales. Abres Twitter y entre publicaciones de amigos y personas que has decidido seguir, te encuentras con una que llama tu atención. “Hora de chismecito. Abro hilo”.

        Te encuentras con una seguidilla de tuits en los que, tal cual, se lleva un hilo, la persona en cuestión te cuenta una historia. Y estos hilos son de lo más variado. Historias de personas que se perdieron en el metro, que fueron confundidas con alguien más, que descubrieron algo nuevo… Y no se limita al humor o a la mera anécdota: incluso hay hilos de divulgación científica o informativos.

        En algún momento, redes sociales como Facebook y Twitter decidieron retomar la escritura, aun cuando otras redes han demostrado el auge y poderío de los medios audiovisuales. Ya sea con hilos, largas historias o anécdotas, la escritura parece estar tomando un segundo aire y estar ganándose un lugar en las redes sociales.

        Daniel Cassany (1997) menciona algo que ejemplifica a la perfección la idea que intento plantear incluso adelantándose a la influencia del teléfono en la sociedad:

“Si bien antiguamente existían unas comunicaciones propias del oral (diálogo cara a cara, discursos en público, etc.) y otras distintas, propias del escrito (correspondencia, biografía e historia escrita, etc.), en la actualidad el desarrollo tecnológico de los últimos años ha equiparado ambos códigos. De esta forma, por ejemplo, el teléfono ha permitido que lo oral adquiera una de las ventajas propias de lo escrito.”

        ¿Pero qué tan importante es en realidad la escritura? ¿Se debe escribir bien en este contexto? ¿Tiene oportunidad de permanecer o tarde o temprano el contenido audiovisual se impondrá de nuevo y escribir extensamente en redes habrá sido una moda pasajera? Intentar responder esas preguntas, o analizar si es un tema más complejo de lo que plantean las mismas, es el objetivo del presente ensayo.

        Para Karina Galperin, profesora de literatura de la Universidad Torcuato Di Tella, “estamos en una época donde se escribe más que en ninguna otra, Además, esta práctica se está dando fuera de las instituciones, es decir, fuera de la instancia de corrección” (La Nación, 2015). Galperin hace referencia a que la escritura toma un lugar importante en las redes sociales, pero que esto no se hace en un ámbito formal, basado en reglas, es una escritura totalmente informal, un estilo que se ha adaptado a esta era de nuevas tecnologías y redes sociales.

        Esto nos lleva a una duda interesante. ¿Cómo afecta esto al lenguaje? Si en las redes sociales escribimos como mejor nos parezca, o valiéndonos de otros recursos (abreviaturas, no necesariamente correctas, emojis, stickers, sustitución de letras por números…), ¿significa esto que se está empobreciendo el lenguaje?

        Retomando el artículo Cómo influyen las nuevas tecnologías en la escritura (2015), nos encontramos con una respuesta interesante al respecto:

A pesar de los errores ortográficos que comenten usualmente los usuarios en las redes sociales, y las teorías que hablan sobre un empobrecimiento del lenguaje, según algunas investigaciones, tales suposiciones estarían infundadas. En ese sentido, un estudio realizado en la Universidad de Alberta, en los Estados Unidos, encontró que lenguaje que se utiliza normalmente en los mensajes instantáneos y correos electrónicos no afecta la ortografía de los chicos.

La investigación, basada en 40 estudiantes de entre 12 y 17 años, encontró que los adolescentes que tenían buena ortografía en el ámbito educativo la conservaban en sus mensajes instantáneos, y a su vez, aquellos con mala ortografía en el aula, tampoco escribían bien en los mensajeros.

Según este estudio, la ortografía de las personas investigadas no se ve afectada por el medio en el que se comuniquen. Si saben escribir, lo harán bien en cualquier circunstancia; si no, evidentemente, sucederá lo mismo en sus mensajes. Esto entonces sugeriría que el uso correcto o incorrecto de la escritura está determinado por los conocimientos previamente adquiridos por la persona, y no se ven afectados por la influencia de los contactos en redes sociales.

No obstante, considero que el estudio no está considerando el poder de la influencia de las redes sociales. Una moda o estilo (si se le quiere ver así) de las redes sociales de mensajería, es el uso de símbolos o palabras escritas de forma incorrecta. Por ejemplo, suele usarse el “:v” como un emoji que representa una cara irónica y que agregándole otros elementos, puede adquirir cierta expresividad (>:v sería una cara enojada); por otro lado, el “khé”, un “qué” mal escrito que se usa para dar énfasis a la pregunta y remarcar confusión ante el mensaje al que está dando respuesta.

Aunque se tenga buena ortografía y se intente mantener, el uso de éstos y otros ejemplos es una constante en redes como Whatsapp, ya sea por su practicidad o por el hecho de formar parte de lo que es un código de comunicación propio de las redes sociales.

Daniel Cassany (2009) nos dice al respecto: “el uso de la escritura provoca cambios profundos en la comunidad: las nuevas formas de comunicación escrita distribuyen información de otro modo, lo que fomenta que se creen sistemas de organización social distintos, lo que a su vez permite el desarrollo de otros valores o representaciones del conocimiento”.

Bajo esta perspectiva, el código escrito no es un sistema estricto con normas inquebrantables; es más bien un sistema adaptable, que cambia y se enriquece al ser usado por la comunidad. Redes sociales y páginas de internet se han convertido en fuentes de información. Las secciones de comentarios en Facebook se inundan de respuestas, comentarios e interacciones que si bien no cumplen con las normas ortográficas y gramaticales convencionales, resultan ser suficientes y atrayentes para la sociedad actual.

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