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La subasta de la obra de arte -Jean Baudrillard


Enviado por   •  29 de Abril de 2021  •  Ensayos  •  1.663 Palabras (7 Páginas)  •  237 Visitas

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La subasta de la obra de arte -Jean Baudrillard

El presente texto se elabora en el marco de la asignatura de Seminario éticas y estéticas de la imagen, dictada por la docente Carolina Martinez. Este se presenta como la relatoría de la sesión del 21 de abril de 2021, teniendo como objetivo guardar una memoria del proceso en el aula. Para este día se expone el texto “La subasta de la obra de arte” de Jean Baudrillard, por los compañeros Erick Ramirez y Jessica Loaiza. Se inicia la sesión con preguntas que le surgieron a los participantes en torno a la lectura: ¿Qué es plusvalía para el autor?, ¿La obra de arte actualmente está valorada únicamente por su valor económico?, ¿Es legitimada como obra de arte por el precio económico que esta tiene?, fueron algunos de los cuestionamientos que surgieron y que se buscaron responder en la exposición y diálogo entre los participantes.

A continuación se presenta a modo general la exposición y discusión que se realizó durante la sesión.

En una subasta de arte, se inicia la puja con un precio de salida, los participantes, alistan su mejor oferta para llevarse la mejor pieza. A partir de este momento, se inicia la competencia, cada uno juega a dar su mejor monto. Es allí, donde la crema innata de la sociedad rinde una disputa, para demostrar quién tiene mayor poder. En última, esta rivalidad es la que legitima el estatus de la élite.  El valor de cada cuadro varía según su autor, la historia y trayectoria que haya acompañado a lo largo del tiempo a esta pieza. Y así lo expresa Jean Baudrillard (2010) “se desdobla en una idea de la pintura que sirve para legitimarlo en absoluto (su verdadero valor reside en su nacimiento su firma y las sucesiones, pedigrí) prestigio al hilo de su historia como cuadro: se da una plusvalía en la circulación de los signos…”(pág. 14). Este aumento de valor de la obra, no tiene relación con su producción, ya que su costo real, se incrementa dadas las interacciones y el entorno en que se exponga.

Para la sociedad de élite el valor que se le da al signo[1], no se relaciona con un intercambio económico de oferta y demanda, más bien se presenta la transmutación del valor, es decir, se niega el dinero como valor de cambio[2]. Otorgándole a la obra un prestigio, perdiendo el valor simbólico, pues el precio no es a la medida del valor, sino que adquiere sentido en el juego de la competencia de la subasta. Este juego de competencia en la subasta el autor lo nombra como “la paridad aristocrática” fundamentada en la puja, que es el intercambio de iguales, dentro de una sociedad con alto poder adquisitivo, en la producción y canje de valores. Dentro de esta casta dominante el significado del signo varía, para imponer los estándares de consumo dentro de la sociedad; lo que genera que sean esta minoría, quien decida cuales son los códigos estandarizados que se deben seguir, fluctuando en el vaivén del valor/signo y el intercambio de símbolos y dinero.

De esta manera, la clase dominante asegura su lugar desde dos escenarios, el orden económico  acumulador que se apropia de la plusvalía y dada su capacidad adquisitiva, se vincula al poder y domina a otros.  Y por otro lado, son quienes producen los signos que destruyen el valor económico y fundamentan “el intercambio agonístico de valores/signos como la institución del consumo” (pág. 4), transformando el valor y la plusvalía económica en valor/signo, así, las castas transmutan la significación de los valores, creando “códigos” que aseguran y perpetúan la dominación, este es el orden de los signos, que establece su relación de dominio por medio del gasto -haciendo un paréntesis, el gasto se presenta como la adquisición fundada sobre la destrucción de la riqueza, transmitiendo al objeto comprado, el valor de signo, “al momento del gasto supone una competencia, un reto, un sacrificio y por lo tanto una comunidad virtual de iguales y una medida aristocrática del valor” (pág. 2)-

Pero y cómo logran las clases dominantes la producción y el establecimiento de los signos como un absoluto?, su capacidad adquisitiva juega un papel esencial, pero un elemento que no hemos nombrado y tiene un rol importante, son los medios de comunicación masivos y colectivos, los cuales se encargan de difundir los valores/signos que a su conveniencia se desea instaurar como norma. Así, en las sociedades industriales se establecen los ideales, metas y la estandarización del concepto de “progreso” como práctica consumista e individual que resulta gratificante o liberadora, en relación al escalonamiento social que otorga prestigio y status en la sociedad.

Ubicándonos desde este escenario de dominación, nos preguntamos ¿qué es lo que corrompe las conciencias y permite la instauración de los valores/signo considerados por las elites? además de la difusión de la que se sirven los distintos medios de comunicación, realmente lo que determina el valor son las relaciones de paridad que se constituyen en la sociedad, Baudrillard (2010) lo menciona como la psicología del aficionado donde la afición se funda a partir de la exaltación de otros aficionados -para las élites, una pieza de arte, por ejemplo, un cuadro, no puede llegar a ser arte, a menos que sea valorado por un grupo de iguales como tal, resaltando su valor fetichizado en su pedigrí, el linaje que representa y el ciclo de propietarios-.

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