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La vida del poeta movimiento еstridentismo Manuel Maples Arce


Enviado por   •  8 de Octubre de 2014  •  Informes  •  426 Palabras (2 Páginas)  •  183 Visitas

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El estridentismo inició en México la renovación más drástica y escandalosa de la historia de la poesía y la literatura mexicana. El movimiento irrumpe los últimos días de diciembre de 1921.

El poeta mas destacado de este movimiento fue Manuel Maples Arce. A él se sumaron Arqueles Vela, Germán List Arzubide, Salvador Gallardo, Germán Cueto, Fernando Leal, Fermín Revueltas, Ramón Alva de la Canal, Luis Quintanilla y Leopoldo Méndez, quienes constituirían el grupo estridentista, propiamente dicho.

El 31 de diciembre el poeta Manuel Maples Arce lanza el manifiesto Actual Nº1. Hoja de Vanguardia. Comprimido estridentista de Manuel Maples Arce en la ciudad de México.

1923: Maples Arce y List Arzubide redactan y lanzan el segundo manifiesto en la ciudad de Puebla, el 31 de diciembre.

1924: el 12 de abril se realiza en el "Café de Nadie" la primera exposición estridentita, en una conjunción de literatura, música y artes plásticas a la que asisten artistas vanguardistas de diversas partes del mundo, durante su estancia en México.

1925: la policía asalta el Café de Nadie. Una parte del núcleo estridentista emigra a Xalapa, otros partirán a París, a Nueva York y a otras partes de México y del mundo. En la ciudad de Zacatecas es lanzado el Manifiesto Estridentista Nº3.

1926: el Congreso Nacional de Estudiantes, reunido en Ciudad Victoria, saluda al Movimiento Estridentista y su Manifiesto Nº4. Chubasco estridentista, último del movimiento.

Yo soy un punto muerto en medio de la hora,

equidistante al grito náufrago de una estrella.

Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,

y la luna sin cuerda

me oprime en las vidrieras.

Margaritas de oro

deshojadas al viento.

La ciudad insurrecta de anuncios luminosos

flota en los almanaques,

y allá de tarde en tarde,

por la calle planchada se desangra un eléctrico.

El insomnio, lo mismo que una enredadera,

se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,

y mientras que los ruidos descerrajan las puertas,

la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.

El silencio amarillo suena sobre mis ojos.

¡Prisma, diáfana mía, para sentirlo todo!

Yo departí sus manos,

pero

...

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