Las ocho provincias de México
Omar Gómez del CastilloResumen4 de Mayo de 2021
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Las ocho provincias de México.
Es acostumbra dividir a la república mexicana en ocho zonas, denominadas Noroeste, Norte, Noreste, Golfo, Península Yucateca, Pacifico Sur, Occidente, y Centro. Son figuras geográficas y formaciones históricas, cada una con diferentes paisajes y dimensiones, también en cuanto a habitantes.
Anáhuac (zona centro) ya era más o menos algo única económica, social, política, y culturalmente antes de la llegada de Hernán Cortés, fuera de esta provincia las demás regiones no fueron de origen prehispánico, sino de hechura hispánica.
La provincia del sur, es la más multiforme e indígena, está asociada a Pedro de Alvarado, a quien envió Hernán Cortés a obtener la sumisión de los señores sureños, La provincia de Yucatán, a Francisco de Montejo que la conquisto, La provincia del Golfo tuvo origen cuando Hernán Cortez, desconoció Al gobernador de Cuba. Don Diego de Ibarra peleo con tribus nómadas y dio origen a la provincia del norte. Luis de Carvajal convino con el rey de hechura del norte para formar la provincia del Noreste. También fue empresa privada con compañía de organizaciones yaquis, mayos, ópatas, seris, eudeves, pericúes, pimas y guaicuras, la enorme provincia del Noroeste, también fue fruto de padres de la Compañía de Jesús, Jesuitas.
La zona restante, es el tema de este ensayo, quienes tuvieron un desarrollo afeudalado, cada una tomó un rumbo económico, social y cultural propio pero ninguna formo un mundo político aparte.
Justo porque cada comarca en la tierra tiene un rasgo prominente y cada provincia tiene su peculiar historia, solo es posible bosquejar históricamente la que mejor conozco, la región Occidental.
De la conquista a la independencia
En los inicios del siglo XVI al siglo XIX la dominación infeliz de Nuño de Guzmán a la independencia que “bienhechora” (beneficia) de hidalgo, Morelos e Iturbide. Sin embargo los primeros capitanes españoles quienes entraron al occidente fueron Cristóbal de Olid, Francisco Cortés, Alonso de Avalos y Gonzalo de Sandoval, fueron los fundadores de la división administrativa territorial el magnífico y terrible señor Nuño de Guzmán, tuvo que conformar 300 hispanos, 8000 indios y algunos negros así sometió al emperador de los purépecha y a la multitud de jefes de algunas tribus de indígenas y así puso las bases de una nueva comarca. Las devastadoras epidemias de 1520, 1531, 1545 y 1576 y la escasez generalizada de alimentos provocaron la disminución de los antiguos habitantes del occidente. Después de la caída de Tenochtitlan, la búsqueda de minerales, el encuentro de vetas en la sierra de Guanajuato y Coalcomán. Las salidas hacia el Asia por los puertos del occidente, atrajo a miles de españoles al nuevo mundo del siglo XVI quizá una cantidad mayor de inmigrantes de España de la que retuvo la ciudad de México y sus alrededores. La integración se favoreció con congregaciones y fundaciones y en vísperas de la conquista española la totalidad de la gente practicaba un patrón de asentamiento al que los españoles denominaron rancho. Para dar alojamiento a los recién venidos de Europa, África y Asia se fundaron poblaciones las que fueron: Guadalajara, Compostela, Valladolid, Purificación, Colima, San Miguel, Lagos, San Juan, Guanajuato, Aguascalientes, Celaya, Zamora, etc. En el mismo siglo XVI cuatro o cinco comienzan a disputarse la capital Occidente fue Pátzcuaro por el establecimiento de la sede del obispo de Michoacán. A mediados del siglo XVI quedaron claras las funciones económicas de la provincia de Nuño; minería de plata y oro, agricultura de maíz y trigo, ganadería de vacas y caballos e industrias textil y cerámicas. A mediados del siglo XVIII hombres a caballo se metieron a los más ocultos paisajes del Occidente donde ya no quedaba tierra de conquista militar en esos rumbos el último paisaje del occidente fue uncido a Nueva Galicia en 1721 con el nombre de Nayarit. La unificación cultural fue principalmente obra de clérigos, franciscanos reunidos en la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán. Los hombres de hábitos y sotana fueron difusores del español que pronto se convirtió en la lengua de una sociedad antes babélica, con quince idiomas en uso. Una arquitectura que produjo muchos templos barrocos y neoclásicos y muchos castillos mexicanos conocidos como casas grandes de hacienda y sus esculturas manifiestan en los cristos de caña de maíz, en las cruces de tequitqui también en los retablos barrocos. La música que se difundía eran los mariachis por todo México. Seminarios eclesiásticos y la universidad abierta en Guadalajara en 1792 salió la primera imagen redonda del Occidente su territorio era de doce mil leguas cuadradas, su población en 1800 fue de 1 700 000 habitantes la gran mayoría en las regiones templadas y frescas. Las producciones exportables eran: oro, plata, caballos, mulas, telas, dulce, y otras. La división política eran tres intendencias Valladolid, Guadalajara y Guanajuato recién establecidas en 1786. En la religión era pocas tribus no sujetas al redil de la cristiandad. La lengua dentro del predominio el español un numero de purhehablantes y nahuatlacos, un 75% de hispanohablantes. El mismo clero concientizador del ser del Occidente novohispano se puso a la tarea de buscarle cosas dignas de admiración y elogios, emporio ilustre de apetecidas glorias y riquezas, el mejor país de todos cuantos circunda el sol. Aquella casta de intelectuales alimentos el orgullo regional así como el odio contra España y contra la metrópoli neo española. Se decía que en el memorial petitorio de 1817, la provincia neogallega albergaba justas aspiraciones de autarquía, sentimientos de mayoridad que se manifiestan de mil maneras en la etapa que solemos darle el nombre de decimonónica o DE LA INDEPENDENCIA Y LA REFORMA…
La Revolución y la Cristiada
Dio mucho que decir por su poca participación en un movimiento dirigido por norteños tan pochos como anticlericales, y por su mucha adhesión a la lucha cristera, dirigida por occidentales tan católicos como amigos del clero.
La zona occidental que tomo una participación de segundo orden en el periodo violento d la revolución y que jugó un papel de protagonista en la cristiada, acepta resignadamente el curso seguido por la historia de México de 1930 en adelante; quizá se conforma con el puesto de jefe del folclore nacional, con el papel de aportador de esos símbolos nacionales que propalo en todo el mundo la cinematografía mexicana: el papa celoso y latifundista, la china de trenzas, el charro enamorado, los caballos piafan tés, las peleas de gallos, los matasiete, los lúbricos, las serenatas y demás utilerías de las películas de caballitos o del Oeste Mexicano.
A partir de 1930 en el Occidente, las provincias de Noroeste, Norte, Noreste, Veracruz y Anáhuac tuvo una explosión demográfica. En medio siglo la población occidental se triplica. Sin embargo no creció tan aprisa como el Anáhuac y su metrópoli.
Los estímulos económicos del Occidente resultan muy pobres si se comparan con los del centro y aun con dos de las provincias del Golfo: Noroeste y Veracruz Tabasco. En estas se extrae ahora el principal producto de exportación: el petróleo. La sureña y occidental son las más replegadas sobre si mismas no obstante su alto nivel de turismo.
En el orden político, no se ha dejado de hablar de entidades libres y soberanas en su régimen interior, de la necesidad de la descentralización y del robustecimiento del federalismo.
En tiempos de don Porfirio se les quito a las haciendas de los estados el caudal de las alcaldesas o aduanas interiores, y así se les hizo míseras y suplicantes.
Singularidad del occidente hoy.
En occidente se esta perdiendo la pluralidad de lenguas, de subsistir como lengua única el español, predominando el castellano, ya no tiene una naturaleza económica peculiar, una sociedad típica de la zona. Ya no todo reza a Jesucristo, el antiguo fervor católico del hombre de Occidente se entibia. Los tres vicios que el folclor atribuía al Occidente, los de borrachos, jugador y enamorado, o sea: la embriaguez, el derroche y la lujuria han perdido su índole de notorios, comunes y peculiares de la zona.
Con la radio y la televisión, que ya no faltan en ningún hogar, vienen otras ondas culturales que arrasan modos de ser exclusivos. Algunos rasgos que se consideraban exclusivos de la zona ya solo se ven en el cine cada vez menos. Ya no es la tierra de busca pleitos, valentones, machistas, cantadoras, beatas, pistolas, charros, caballos, chinas poblanas, y modosas, sacerdotes casamenteros, suegros de malas pulgas, fuegos de artificios, peleas de gallos, peleas de hombres, y coloquios amorosas. Los folcloristas, los moralistas, los creyentes, en el valor de cultura popular , los antropólogos culturales tratan de rescatar, de hacer sobrevivir, no dejar morir, o por lo menos de meter en archivos, bibliotecas, discotecas, filmotecas, para un posible uso posterior las últimas manifestaciones de la cultura propia generalizada del Oeste Mexicano. Simplemente se extinguen las peculiaridades de los hombres de éstos rumbos. El Occidente de México sometido a la cirugía plástica de los modernos medios de comunicación es cada vez más semejante que difiere a las demás provincias mexicanas: Norte, Noreste, Sur, Yucatania, Veracruz-Tabasco, Anáhuac y Nuevo León-Tamaulipas.
Por otra parte, ahora se acostumbra menos la identificación de los individuos como occidentales. La conciencia de un Oeste Mexicano tira a la desaparición, si le pregunta a alguien de por acá por su oriundez, lo más probable es que conteste con el nombre de su terruño o matria (Zaora, Tingüidín, Ameca…) o el de su región natural (Bajío de Guanajuato, Altos de Jalisco, Costa de Nayarit…) o el de su identidad federativa (Michoacán, Aguscalientes, etc.) Casi nadie responderá “Soy del Oeste de Mexicano”, dentro de poco la única definición válida del Oeste Mexicano será: exprovincia situada entre los paralelos 18 y 23 del hemisferio norte y los meridianos 100 y106 del oeste del mundo donde viven ahora una docena de millones de tipos de nacionalidad mexicana.
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