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Los conceptos de naturaleza y cultura


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  Ensayos  •  2.141 Palabras (9 Páginas)  •  301 Visitas

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Las relaciones entre los conceptos de naturaleza y cultura conocieron, en el siglo veinte, profundas transformaciones, incluso cuestionamientos o cambios de valor, que son bastante representativos del estado general del pensamiento contemporáneo.

I.1. Tradicionalmente, en efecto ("tradicionalmente" remite a la época que precede a las transformaciones del pensamiento, en el dominio de la física, pero también de la antropología, ocurridas desde los primeros años del siglo veinte), las relaciones entre la naturaleza y la cultura se han caracterizado por la diferencia, o aun, la oposición, entre estos dos conceptos.

En un primer nivel, lo que caracteriza tradicionalmente a la cultura y la distingue de la naturaleza es el artificio, la costumbre, la convención. La cultura es una institución humana, y como tal corresponde al ejercicio de una voluntad, o, al menos, a un conjunto de intenciones de sentido: la cultura es un mundo donde se despliegan reglas y valores. Éstos, sin embargo, son relativos al accionar humano, y son, por así decirlo, víctimas de su inconstancia: la cultura es también el mundo de la diversidad de creencias, de la inconstancia de las pasiones, o incluso de la contradicción de las decisiones humanas. Por el contrario, la naturaleza se presenta como una realidad caracterizada por la permanencia, la estabilidad, la regularidad. El retorno de las estaciones y de las floraciones, la constancia de las formas de lo viviente, pero también del mundo material, hacen de la naturaleza, por así decirlo, el testimonio de la sustancialidad del ser: que las cosas tengan una naturaleza significa que poseen una suerte de solidez en la cual el ser humano puede hacer capital de sus acciones y sus empresas. La naturaleza encubre una suerte de verdad que habría que descubrir. La ciencia, de una manera general, tiene por objeto esta sustancia subyacente. La geografía, que se precia de ser una ciencia, se plantea también la cuestión de la realidad de las divisiones del espacio en la superficie de la tierra, y hace la distinción (y esto al menos hasta el siglo diecinueve) entre las divisiones naturales del espacio y las divisiones fundadas sobre las lenguas, las formas de gobierno, las costumbres y las creencias. Si la geografía se apoya sobre la naturaleza durante largo tiempo, esto no se debe, contrariamente a lo que una cierta historiografía deja creer, por amor al determinismo sin moderación, sino porque reivindica una suerte de legitimidad científica.

En un segundo nivel, naturaleza y cultura han sido distinguidas desde el punto de vista de la libertad de la acción. Lo natural es, ante todo, lo espontáneo, lo instintivo, lo irreflexivo, o sea, la ausencia de la puesta en marcha del pensamiento deliberativo, del juicio, de la reflexión, que caracterizan por el contrario el despliegue de la acción libre, es decir, voluntaria. Ser libre es actuar en función de una deliberación y una representación previas, ahora bien, el animal o el niño, por ejemplo (estos seres que no han sido cultivados), no hacen más que reaccionar a las solicitudes de su entorno. Lo natural es, en consecuencia, como continuación de lo que se acaba de decir, igualmente el obstáculo, lo determinado: el ser natural se comporta en función y bajo la dependencia de causas que le son exteriores y que se aplican a él de tal suerte que no puede escapar a eso, o bien que le dejan poco espacio para reaccionar. La naturaleza se piensa entonces como el despliegue de un mecanismo riguroso. Por el contrario, como lo señala Rousseau, la libertad y la cultura se caracterizan por el poder que posee el ser humano de escapar a las reglas que él se ha dado para sí mismo, de rechazarlas, o de inventar nuevas. Artificio aún, pero en el sentido positivo de la invención de nuevas formas de existencia, que no pueden ser deducidas de la naturaleza y de su orden determinado. Se podría concluir que esta parte de la geografía que rechaza todo determinismo natural es, como las otras ciencias humanas, una ciencia de la libertad, o al menos, que es por principio una ciencia de la cultura.

I.2. A decir verdad, el marco teórico que acaba de ser esbozado a grandes rasgos es menos rígido que lo que parece. Varias fórmulas o situaciones de transición que conciernen igualmente a la geografía pueden evocarse al respecto.

Por un lado, ciertamente, tanto para Rousseau como para otros autores, la naturaleza, o más exactamente lo natural, han podido ser considerados como normas o ideas éticas. Lo natural, en esta perspectiva moral, es lo verdadero, lo auténtico, inclusive lo sano, y todo lo que se desvía de esto, en los pensamientos y en las actitudes, es presentado como una degradación o una degeneración. El reciclado de basuras domésticas, las carreras en la montaña y los productos "biológicos" son portadores de ideas para la conducta humana. La naturaleza es, en este sentido, una norma de la cultura.

En una perspectiva opuesta, la cultura ha podido ser pensada como la finalidad y el porvenir de la naturaleza. La naturaleza es concebida, en este caso, como un conjunto de recursos materiales y como una reserva de energías, que se caracterizan ante todo por su indeterminación. Es necesario comprender entonces la cultura como una actividad: ésta consiste en emplear esos recursos y esas energías, y así darles una determinación, es decir, una significación. La naturaleza está cultivada, es decir, a la vez trabajada y puesta en forma, tanto en el hombre como alrededor de él. La educación, la agricultura, la técnica en general, son diferentes ejemplos de este "modelado" de la naturaleza por la cultura.

Pero es precisamente en el ser humano, en definitiva, donde las relaciones entre naturaleza y cultura están marcadas por una ambigüedad constitutiva. Como escribe Merleau-Ponty, es imposible "superponer en el hombre una primera capa de comportamientos que se denominarían "naturales" y un mundo cultural o espiritual fabricado. Todo está fabricado y todo es natural en el hombre, ..., en el sentido de que no hay una palabra, ni una conducta que no deba cualquier cosa al ser simplemente biológico, y que al mismo tiempo no se sustraiga a la simplicidad de la vida animal, no desvíe de su sentido a las conductas vitales, por una suerte de escape y por un genio de lo equívoco que podrían servir para definir al hombre". En el dominio específico de la geografía, la noción misma de medio geográfico, cualesquiera que sean los avatares que esta noción hubiera podido conocer (de Vidal de la Blache a Berque), pero también la del paisaje, permiten

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