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Los movimientos sociales

CassandragmzResumen15 de Abril de 2023

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MOVIMIENTOS SOCIALES

CONCEPTO DE MOVIMIENTOS SOCIALES:

Un movimiento social es un actor político colectivo que juega un rol movilizador y fomenta un cambio social, a través de acciones de contenido simbólico e identitario. Es decir, se trata de agrupaciones de individuos que comparten ciertos rasgos identitarios como la raza, clase social, orientación sexual; y que desafían conjuntamente el punto de vista dominante sobre la realidad social.

En el texto de GEOFFREY PLEYERS

Alain Touraine considera a los movimientos sociales como los protagonistas centrales de la transformación de la sociedad.

El origen del término se le atribuye al sociólogo alemán Lorenz von Stein (1815-1890), en donde los define como una agrupación de sectores sociales para alcanzar una cierta influencia colectiva sobre el Estado. Sin embargo, el concepto adquirió su popularidad e importancia en la década de 1970, con la formación de los llamados “grupos de acción cívica” (Bürgerinitiative, en alemán).

En un sentido estricto, los movimientos sociales han existido desde siempre, solo que, con otros nombres y otras lógicas políticas, y han sido siempre actores de reclamos, denuncias y ejecutores del cambio en sus sociedades. Los grandes movimientos sociales de la historia contemporánea surgieron en el seno de la sociedad industrial, entre los siglos XIX y XX, por ejemplo: el movimiento obrero, el movimiento feminista, el movimiento hippie, el movimiento LGBT, entre otros.

Cada uno de ellos asumió una causa de índole social, económica, política y/o representativa, en un intento por propiciar un cambio en las dinámicas del Estado, con mayor o menor éxito inmediato. A la larga, sin embargo, estos grandes movimientos sociales forjaron la sociedad que hoy en día conocemos y conquistaron numerosas libertades y cambios culturales a través de la presión colectiva.

ENTONCES, ALGUNAS DE SUS PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS:

  • como ya dije son agentes sociales colectivos, compuestos por una cantidad variable de individuos que comparten un cierto sentido de identidad o una causa común relacionada con el cambio social.
  • Tienen un carácter informal, o sea, carecen de estructura fija y representación única, y no deben confundirse con las fundaciones o partidos políticos de carácter más formal.
  • Suelen ser transitorios: surgen para hacer frente a un asunto o para demandar un cambio y, una vez logrado (o no) el objetivo, suelen desarticularse o transformarse en otra cosa. Son, al mismo tiempo, más duraderos y unificados que una simple serie de protestas. 
  • Suelen tener un origen espontáneo, carecen de grandes financiamientos y también de una dirigencia formal (en su lugar, suelen tener diferentes voceros o portavoces). 
  • Normalmente existen para hacer frente a un problema social, económica, racial, cultural, ecológica o política, pudiendo pertenecer a cualquier orientación ideológica, ya sea revolucionaria o reaccionaria.
  • Suelen manifestarse a través de actos multitudinarios, acciones de calle y llamados a boicot, usando generalmente eslóganes y logotipos únicos, pancartas, firmas de peticiones y otras estrategias de demostración de valor y presencia social.

SEGÚN PLEYERS, ES IMPORTANTE DESTACAR ASIMISMO OTRAS CARACTERÍSTICAS DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

Los movimientos sociales no se resumen en sus impactos en la política institucional

Resumir los movimientos sociales a sus impactos en la política impide entender la naturaleza misma y una parte importante de los logros de los movimientos sociales.

Por ejemplo, el impacto del movimiento feminista no se resume en una serie de leyes concretas, va mucho más allá, puesto que ha transformado la subjetividad y el comportamiento de las mujeres y de los hombres en la vida cotidiana, en la esfera profesional y en el espacio público. Además, evaluar los resultados exclusivamente a corto plazo puede resultar engañoso (Tejerina, 2010).

En las plazas ocupadas, en las asambleas de los movimientos estudiantiles y en las múltiples iniciativas en los barrios se pretendían y busca implementar formas múltiples de participación y acción, un cambio social por otras vías, creando “espacios de experiencia”, mostrando en las prácticas que existen alternativas y que estas empiezan por nuestra manera de actuar a nivel individual y colectivo. Los movimientos progresistas de la primera parte de la década de 2010 nos recuerdan que la democracia no solo radica en las instituciones y en las elecciones. Se trata de vivir la democracia como una experiencia, en las prácticas cotidianas, y como un requisito personal (Glasius y Pleyers, 2013). Los activistas implementaron otras formas de relacionarse con los demás y alternativas concretas a la sociedad dominante.

Para comprender los movimientos sociales contemporáneos es necesario ir más allá de los acontecimientos más visibles y analizar las transformaciones más profundas que se producen con respecto a la ciudadanía, a la relación con el Estado y a la significación de la democracia. Debemos superar dos fracturas a menudo presentes en el análisis de la participación social y política:

  • la separación entre la vida privada y el compromiso político.
  • la división entre el mundo “virtual” y el mundo de la vida, de las calles y de la política “real”.

Es precisamente en el cruce entre la vida cotidiana y la política, entre los espacios virtuales y las plazas públicas, donde surgen nuevas subjetividades políticas y nuevas formas de ciudadanía, características de los movimientos sociales contemporáneos.

Además de complejizar las dimensiones del impacto de los movimientos, también es indispensable en este debate recordar que para muchos movimientos contra-hegemónicos contemporáneos, lo más importante no se puede ni medir, ni contar.

Se viven, son experiencias vividas que no se reduce a palabras.

Los movimientos sociales no se resumen en la protesta y la oposición

 Los estudios de los movimientos sociales tienden a centrarse en los episodios concretos de protesta, como si fueran lo único verdaderamente importante en los movimientos sociales.

Sin embargo, las marchas y las protestas solo son la punta del iceberg de los movimientos sociales. Las plazas ocupadas y la organización de las movilizaciones se volvieron “espacios de experiencia”. Mientras que el militantismo clásico propone luchar para tomar el poder que tienen como objetivo contrarrestar los órganos de poder y la influencia de las grandes empresas, estos alter-activistas buscan crear espacios de experiencia y de experimentación donde reducir las relaciones de poder y de dominación (Holloway, 2002), fuera de la ideología mercantil y capitalista.

Por ejemplo, la contribución principal de los movimientos progresistas a una transformación de la sociedad no es cambiar el panorama electoral, sino proponer otro sentido y otras perspectivas sobre lo que significa la democracia en el siglo XXI y afirmar la dignidad de cada persona

Por lo tanto, es esencial entender a los movimientos sociales también como productores de significados (Eyerman y Jamison, 1991) y de conocimientos (Santos, 2007 y 2013).

No se debe subestimar la capacidad de acción e impacto

Muchos activistas, y con ellos una parte de los analistas de los movimientos sociales, suelen subestimar la capacidad de acción y el impacto de los movimientos que viven y/o analizan, cuando subestiman el peso de las estructuras sociales y de los procesos sociales que contribuyen a reproducir la sociedad, como por ejemplo los habitus, la apatía y el conformismo de muchos ciudadanos, el peso de las instituciones y de los actores conservadores, entre otros factores.

Por ejemplo, lo que ocurrió en Chile en los años que siguieron el movimiento estudiantil masivo de 2011 es llamativo en esta perspectiva. El movimiento estudiantil de 2011 queda como el más importante movimiento social desde el fin de la dictadura en 1988. Más allá de sus demandas directas, como una educación superior sin fines de lucro, el movimiento estudiantil impulsó un cuestionamiento profundo del modelo neoliberal y de la idea de que era un modelo justo donde se recompensa el mérito (Garretón, 2016: 11; Araujo y Martucceli, 2012). Durante el auge de las movilizaciones en 2011, muchos intelectuales públicos anunciaron que el movimiento había puesto un fin al conservadurismo y al modelo neoliberal que domina Chile desde 1973 (Mayol, 2012a y 2012b). Un par de años más tarde, los libros dedicados al movimiento ya no hablaban del fin del modelo, sino de “brechas” (Gaudichaud, 2013). En 2016, el sociólogo Manuel Antonio Garretón (2016) afirma que si bien la matriz socio-política fue cuestionada y afectada por el movimiento, sigue vigente y que unos años después del auge de las protestas, es otra vez esta matriz que produce el sentido dominante de la realidad política y social. Finalmente, un año después, las elecciones generales se concluyen con la victoria de Pineda, el presidente de derecha que estaba en el poder durante las manifestaciones de 2011. Al contrario de su campaña victoriosa anterior en 2007, en 2017 se alió con organizaciones y actores que apoyaron la dictadura de Pinochet. Estamos lejos del “fin del modelo neoliberal chileno” que se proclamó en 2011.

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