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MIGRACION ILEGAL africana hacia Europa

1cami4Informe2 de Noviembre de 2018

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La migración africana hacia Europa huye principalmente de conflictos bélicos en la región. Sólo el 14% (2,4 millones de personas) de las migraciones internas se producen debido a los conflictos armados según ACNUR. La migración interregional en África subsahariana es del 65% de acuerdo a los datos del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU y el Banco Africano para el Desarrollo. El desarrollo de los países y sus economías, y en consecuencia la proliferación de industrias especializadas ha provocado la demanda de mano de obra cualificada entre países. Estas migraciones están generando una reducción de mano de obra en los países más pobres y una migración no sólo laboral, sino también de estudiantes en busca de una educación de calidad. Países como Cabo Verde, Gambia o Sierra Leona están perdiendo la mano de obra cualificada por falta de un mercado de trabajo acorde a las habilidades de estos trabajadores. La migración interior del continente no es un fenómeno nuevo, su evolución desde la década de los 60 muestra un incremento de la movilidad intercontinental en detrimento de la movilidad hacia otros continentes. La migración interna se ha intensificado en el oeste y en el sur del continente en detrimento de la zona del Magreb, donde la mayoría de la población emigra a Europa. En el caso del Sur de África, la denominada región SADC, actualmente constituye el 94% de la migración total del continente y en 2005 más del 90% de las migraciones en el sur fue entre países miembros del SADC. La migración en la zona alcanzó en 2013 los 4 millones de migrantes -excluyendo los irregulares- de los cuales, más de la mitad, 2,4 millones tuvieron como destino Suráfrica. Este país no sólo es el principal receptor de inmigrantes del sur, sino también del continente. Su nivel de desarrollo, el nivel educativo de sus universidades –algunas se encuentran entre las mejores del mundo- y el bajo coste de vida, han convertido a Suráfrica en el principal receptor de África y de la región. Sudáfrica no sólo atrae migración cualificada como mano de obra para las empresas que operan en el país, también es receptor de trabajadores domésticos. En el resto de la región SADC la movilidad laboral está definida por sectores laborales, como Zambia o Botsuana, demandantes de trabajadores mineros. Pero las cifras quedan lejos de alcanzar a Suráfrica. El oeste es, junto con el sur, el foco de mayor movilidad interna del continente y cuya principal razón es la movilidad laboral de trabajadores de baja cualificación. El 83% de la migración en esta región es interna, de los cuales el 47% son mujeres. Según el Banco Africano para el Desarrollo, el corredor entre Burkina Faso y Costa de Marfil es el más importante en flujo de personas de África a pesar de que Burkina Faso es el país con mayor exportación de mano de obra. Costa de Marfil, junto con Nigeria, Ghana y Senegal, son los principales países receptores de la zona. El tamaño que conforman estos Estados ha provocado que las etnias compartan territorios en diferentes países generando una red de contactos y apoyos facilitadora de la movilidad. Además, ECOWAS (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) instauró el libre movimiento de personas con visados gratuitos en 2000 generando un aumento de migraciones en la región desde entonces.[pic 2]

El resto del continente, África Central y del Este, está caracterizada por la movilidad generada por las guerras. En primer caso, es la zona más castigada del continente, un tercio de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y debido a las guerras se ha restringido la libre circulación de personas en la región. En la parte oriental, Kenia es el principal país receptor, no sólo de desplazados por los conflictos de la zona, sino también de movilidad laboral y de estudiantes. Este país junto con Ruanda han suprimido los permisos de trabajo para los ciudadanos de la EAC (Comunidad de África del Este), provocando un aumento de la movilidad de trabajadores y estudiantes en la zona.A pesar de las diferencias entre regiones dentro del continente, la migración interior africana tiene algunos rasgos comunes. Mayoritariamente, la movilidad se produce entre países miembros de las Comunidades Económicas Regionales (RECs con siglas en inglés) por motivos laborales y en los últimos años ha habido un aumento de movilidad femenina. Sin embargo, a pesar de esta tendencia y la importancia de las remesas de los emigrantes en muchas economías de la región, en general la legislación laboral al respecto es bastante débil, su implementación es lenta y existe una ausencia o inadecuado reconocimiento de cualidades y competencias. Como consecuencia, los emigrantes están exentos de protección contra la explotación laboral y el acceso a la sanidad es prácticamente nulo, y por ende, el tráfico de personas ha aumentado.Estas características son, precisamente, los retos a los que debe hace frente el continente en materia de migración. Además, la ausencia de marcos legales impide la recolección de datos del mercado y la generación de políticas o regulación de la migración a través de documentos oficiales. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que el número de migrantes trabajadores en África fue de 8,4 millones en 2010 sobre los 105,4 millones de migrantes trabajadores activos económicamente en el resto del mundo. La ausencia de documentación oficial como tarjetas nacionales de identificación o pasaporte por parte de muchos ciudadanos dificulta la regulación de las migraciones y su control en el continente. A su vez, en determinados países como Suráfrica la escasa cohesión social y los problemas de discriminación y xenofobia están comenzando a aflorar como consecuencias de las migraciones.


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Como primer eslabón de nuestro planteamiento para analizar las causas de la migración africana hay hacer referencia a la pobreza o “subdesarrollo” forzoso que el continente africano lleva padeciendo durante décadas. Este hecho es fundamental para comprender porque se producen las oleadas migratorias desde África, pero la explicación no estaría completa si no realizáramos un análisis de los “porqués”, para lo cual es esencial introducir el factor “occidental”.

Para esclarecer los motivos de esta falta de desarrollo habría que remontarse al colonialismo de los siglos XVIII y XIX y primeras cinco décadas del XX. Pero sobre todo, a las independencias y los gobiernos autóctonos que resultaron de muchas de ellas. Ahí está el origen del neocolonialismo, neopatrimonialismo y la corrupción que han dado lugar al hecho tan extendido en África del enriquecimiento sin desarrollo [1].[pic 4]

Tras las independencias, las antiguas potencias coloniales encontraron un nuevo acomodo mucho más productivo y de menor costo, una situación en la que la explotación de recursos naturales con la complicidad de los gobiernos corruptos era la dinámica general y enriquecedora de unas oligarquías que han dado lugar a un neopatrimonialismo insano en lugar de un sano desarrollo económico. Es decir, el enriquecimiento sin desarrollo (Chabal, 2000)[2]

Este sistema neo-patrimonial era intrínsecamente inestable por dos motivos fundamentales. En primer lugar, la situación de bienestar económico relativo -un activo colonial útil y precios para la exportación estables- se vino abajo con la crisis económica mundial de los años setenta. A medida que las rentas disminuían y se incrementaba la deuda, los patrocinadores africanos comenzaron a encontrarse faltos de medios. La competencia política se incrementó en una situación en la que la búsqueda de recursos se hacía cada vez más difícil. Como consecuencia de que en el sistema neo-patrimonial africano el acceso a los bienes gubernamentales era fundamental, las luchas por el poder se intensificaron. En segundo lugar, el sistema neo-patrimonial era esencialmente incompatible con el desarrollo económico ya que no fue capaz de fomentar el crecimiento económico, base fundamental del desarrollo sostenido. La razón es que los nuevos Estados independientes se encontraron con serios impedimentos a la hora de decidir cómo querían desarrollar las fuerzas de producción (agrícolas e industriales) para sacar a África del estado de destitución y precariedad en el que había quedado tras el dominio colonial. Pero ni el discurso ni las actuaciones iban en el sentido de desarrollar las fuerzas productivas. Muy al contrario, su cometido era la creación de una infraestructura que aumentaba la capacidad de la nueva clase gobernante para acumular riqueza a la vez que reducía los obstáculos que impedían que el capital internacional siguiera con su explotación.

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La intensa movilidad poblacional africana forma parte de un círculo en el que las causas que empujan al desplazamiento se ven reforzadas por las consecuencias de dichos movimientos humanos. Los propios flujos[pic 6]

migratorios se confi guran como la raíz de sucesivas dinámicas poblacionales con repercusiones de primer orden sobre el desarrollo humano, económico, sociocultural y sobre la propia gestión política y estabilidad regional. En el desarrollo humano El impacto de las migraciones sobre los países de origen está determinado por sus características cuantitativas y cualitativas. Cuanto mayor sea el número de emigrantes de una región mayores serán las consecuencias para la población de origen, para su desarrollo humano y crecimiento económico. La movilidad humana, en el interior de un país o internacional, puede determinar el índice de desarrollo de comunidades de origen, esto es, puede representar oportunidades para la mejora de las condiciones de vida, el acceso a una vida larga y saludable, acceso a la educación, salud y bienes materiales, disfrute de derechos y libertades fundamentales. Superfi cialmente podríamos intentar comparar el bienestar adquirido por el migrante y el que hubiera alcanzado de no haberse desplazado, o el que caracteriza a otros miembros de la comunidad en el país de origen (aunque siempre sin perder de vista el fenómeno de la «selectividad de los migrantes», en otras palabras: las posibilidades de migrar son más reducidas cuanto mayor es el nivel de pobreza, por lo que las familias de migrantes contarían generalmente con unas condiciones de vida signifi cativamente mejores que las del resto de comunidad, por lo que toda comparación exigiría partir de grupos con las mismas características observables). El desarrollo humano de las personas vendría defi nido por el nivel de bienestar adquirido aunque genéricamente se entiende que el Índice de Desarrollo Humano refi ere a las tres dimensiones del desarrollo humano: vida larga y saludable, conocimientos y nivel de vida digno (53), aunque no sólo. También contempla otras oportunidades como la libertad política, económica y social o la garantía de derechos humanos y contempla dos aspectos fundamentales: «La formación de capacidades humanas —tales como un mejor estado de salud, conocimientos y destrezas— y el uso que la gente hace de las capacidades adquiridas para el descanso, la producción o las actividades culturales, sociales y políticas»

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