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María en el Evangelio de Juan

juanchop4Tesis12 de Julio de 2012

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María en el Evangelio de Juan

Introducción

En este Evangelio la madre de Jesús es nombrada en dos tipos de pasajes: en 2 ocasiones es parte de la escena principal, por así decirlo; y en otras tantas ocasiones se la menciona, casi al pasar, junto a los hermanos de Jesús.

Antes de embarcarnos en un estudio detallado de estos pasajes, conviene hacer un breve análisis del Evangelio de Juan, para poder así comprender mejor los pasajes marianos al situarlos dentro de la atmósfera general del mismo.

El Evangelio de Juan

La mayor parte de los estudiosos de este Evangelio coinciden en afirmar que fue escrito en tres momentos distintos :

1. Material jesuánico preevangélico: fuentes escritas y tradiciones referidas a los “signos” de Jesús.

2. La obra del evangelista, es decir, lo hecho por la persona que tomó todas las tradiciones y le dio un orden lógico y coherente.

3. La obra del redactor: se supone que un personaje trató con fines editoriales o le hizo adiciones al escrito dejado por el evangelista.

Se estima que el evangelio fue terminado alrededor del año 85.

Pasajes marianos en el Evangelio de Juan

1. Nacidos de Dios (1,13)

“Pero a todos los que le aceptaron, que creyeron en su nombre, dioles el poder de hacerse hijos de Dios – los que nacieron, no de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.”

Esta cita proviene del prólogo al evangelio. Hay una polémica en torno a la misma porque en algunos antiguos manuscritos griegos se lee “el que fue engendrado”, en vez de “los que nacieron”, convirtiéndose así en una posible referencia a la concepción virginal de Jesús. Sin embargo, este argumento es bastante endeble, ya que esta interpretación solamente aparece en una fuente antigua, y porque, en el evangelio joánico, cuando se usa la palabra “engendrado” se refiere en general a los creyentes .

2. Las bodas de Caná (2, 1-11)

“Al tercer día, pues, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allía. También Jesús fue invitado a la boda juntamente con sus discípulos. Cuando faltó el vino, la madre de Jesús dijo a éste, <<No tienen vino>>. A ella empero dijo Jesús, <<Mujer, ¿qué tienes tú que ver conmigo? Mi hora no ha llegado aún”. Su madre dijo a los sirvientes, <<Haced cuanto él os diga>>. Había, pues, allí seis tinajas de piedra para los ritos judíos de purificación, de dos o tres metrajas de capacidad cada una. Jesús les dijo, <<Llenad de agua estas tinajas>>. Y las llenaron hasta el borde. <<Sacad ahora>>, dijoles, <<y llevadlo al mayordomo de la fiesta>>. Y se lo llevaron. Apenas hubo probado el agua convertida en vino (no sabía él de dónde provenía; sólo los sirvientes que habían sacado el agua sabían), llamó el mayordomo al novio y le dijo, <<todos sirven primero el buen vino; luego, cuando ya los convidados han bebido bastante, el vino inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora>>. Esta es la primera de las señales que Jesús hizo en Canáa de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.”

Si suponemos, como se expuso más arriba, una fuente preevangélica, cabe preguntarse cuál habrá sido el relato original de la boda de Caná. Una posible reconstrucción es la siguiente :

“Hubo, pues, una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. Jesús mismo fue invitado a la boda con sus discípulos. Pero no tenían vino, por haberse consumido el previsto para la boda. La madre de Jesús dijo a los sirvientes, <<Haced cuanto él os diga>>. Había, pues, allí seis tinajas de piedra, cada una con una capacidad de dos o tres metretas. Jesús dijo a los sirvientes, <<Llenad de agua esas tinajas>>. Y las llenaron hasta el borde. <<Sacad ahora algo>>, díjoles, <<y llevadlo al mayordomo de la fiesta>>. Ellos lo llevaron. Tan pronto hubo probado el agua convertida en vino, el mayordomo llamó al novio y le dijo, <<Todos sirven primero el buen vino; luego, cuando los convidados han bebido bastante, el vino inferior. Tú, empero, has guardado el buen vino hasta ahora”>>. Este fue el primero entre los signos que obró Jesús, y sus discípulos creyeron en él.”

Resulta particularmente significativo que no aparezca el torpe diálogo entre Jesús y su madre, donde ésta aparece reprendida y hasta rechazada por su hijo. La brusquedad de este diálogo y la referencia a la “hora” de Jesús, tema recurrente en el cuarto evangelio, dan razones para creer que hay estratos de composición en el relato evangélico, siendo el evangelista quien lo añadió.

Sin este intercambio, el mismo se centra en el maravilloso cambio del agua en vino, y en un Jesús que obra a petición de su familia . Podría ser considerado como una narración “preministerial”, en la que Jesús todavía no ha iniciado su ministerio público y es todavía joven, inscribiéndose en la línea de los relatos de infancia (como el del templo de Jerusalén y el evangelio apócrifo de Tomás), que contrasta notoriamente con Marcos, que no hace mención alguna a esta etapa de la vida de Jesús.

Sin embargo, no hay pruebas concretas de una fuente preevangélica, por lo que nos centraremos en un estudio exhaustivo de la escena, tal como aparece narrada en el evangelio.

En la misma, el evangelista expone un mensaje primariamente cristológico; los discípulos comienzan a ver realizada la promesa de que “cosas mayores que éstas veréis” (1, 50). En este primer signo se manifiesta la gloria “del Hijo unigénito del Padre” (1, 14) .

Sin embargo, la madre de Jesús tiene un importante papel en los sucesos que conducen al signo, y la atención es atraída hacia su figura y su rol en la escena.

Son significativos para la visión joánea de la madre de Jesús los siguientes puntos:

a) “No tienen vino” (2, 3)

Hay muchas interpretaciones posibles de esta frase de María. Algunos sostienen que implicaría un grado de fe en Jesús, por lo menos como taumaturgo, que se explicaría en un contexto en el que él hubiera realizado signos dentro de su círculo familiar. Empero, en este evangelio, Jesús todavía no ha hecho nada maravilloso. Por eso, otros sostienen que le estaba informando de la situación y nada más; otros llegan a afirmar que estaba queriendo que se despidiera.

Sin embargo, la brusca respuesta de Jesús indica que su madre le atribuía cierta responsabilidad, y, por lo tanto, un cierto grado de fe en que él podría remediar la situación.

La falta de preparación lógica para que se estime capaz de ello a Jesús (presente también en Jn 1, 29.49) indica que al Jesús joánico lo rodea un aire de misterio, que hace que algunos tengan la intuición de la realidad celeste con la que se tropiezan .

b) “Mujer” (2, 4)

Al no haber ningún precedente en hebreo ni en griego de un hijo dirigiéndose en esta forma a su madre, se le atribuye a éste término un significado especial. No es una mala manera, y en verdad, Jesús se dirige así a las mujeres, como aparece en los evangelios (Mt 15, 28; Lc 13, 12; Jn 4, 21; 8, 10; 22, 13). Esto podría significar que no le pone un énfasis especial a la maternidad física, que coincidiría con los evangelios sinópticos, en los que una familia de discípulos tiene preferencia sobre la familia natural. Sin embargo, Juan la llama “madre de Jesús” en repetidas ocasiones y, más notoriamente, al pie de la cruz, seguramente porque satisface el criterio del discipulado.

También se le ha dado a la expresión “mujer” una evocación simbólica de Eva en Gén 3. Hay dos posibles lecturas: o se traza un paralelo entre la desobediencia de Eva y el pedido de María a Jesús para que éste abuse de su poder, rebajándose a un simple taumaturgo; el cuarto evangelio ve en la pasión y muerte de Jesús como su triunfo sobre el príncipe de este mundo, y es en ese momento que hace su reaparición María, es llamada “mujer” y entra en la familia de los discípulos, mientras en Gén 3, 15, se le da esperanza a la mujer: su semilla aplastará la cabeza de la serpiente. Es así que se efectúa una especie de recapitulación del Génesis.

Muchos están en contra de este simbolismo, objetando que se le de mayor importancia al “mujer” cuando se dirige a la madre de Jesús que cuando se lo dice a María Magdalena. Sin embargo, está claro que las dos escenas en las que aparece María son de gran importancia estratégica, una al principio y una al final, atrayendo de este modo la atención del lector

c) “¿Qué tienes tú que ver conmigo?” (2, 4)

Hay dos matices presentes en el hebreo del AT para el semitismo “¿A mí y a ti qué?”. Se usa cuando una parte agravia a la otra, y la parte perjudicada se queja diciendo “¿qué te he hecho yo, para que me hagas eso tú?”; o cuando se pide a un ajeno la participación en cosa que no le incumbe, ése puede usar la expresión significando “es cosa tuya, ¿a mí qué?”.

En general se entiende la respuesta de Jesús bajo la segunda acepción.

d) “Mi hora no ha llegado aún” (2, 4)

En griego, opuo hekei he hora mou puede entenderse también como pregunta, “¿No ha llegado mi hora?”, dando inicio a su ministerio. Sin embargo, esta a interpretación tropieza con

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