Menores migrantes no acompañados
alejandro gustavo munoz escobarEnsayo21 de Marzo de 2019
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Contradicciones en las políticas y prácticas hacia menores migrantes no acompañados y propuesta de intervención social
1.1 Introducción
En las últimas décadas del siglo XX, la migración aumentó hasta un nivel sin precedentes, debido principalmente a la globalización de la actividad económica y sus efectos sobre la migración de la mano de obra (ONU: 2004). Dentro de este proceso de desplazamiento, uno de los aspectos más sobresalientes de los flujos migratorios que ha caracterizado los últimos 20 años ha sido el número, cada vez mayor, de adolescentes pertenecientes a familias pobres (Spagnoletto: 2005). Según datos de la Naciones Unidas hay 215 millones de migrantes internacionales (Banco Mundial, 2013) y se estimaba que un tercio de ellos sean, jóvenes entre 12 y 24 años provenientes de países en desarrollo (ILO: 2011).
La migración infantil se debe contextualizar dentro de un momento histórico dado por factores sociales, económicos, psicológicos e ideológicos. Considerarlo como un fenómeno estructural. Entre sus causas emerge los problemas económicos en las familias de estos menores, pero también las distorsiones de los sistemas culturales de los grupos de edad producto del impacto del capitalismo tardío en los países en desarrollo (Suárez: 2004).
Por lo tanto, se puede afirmar que los menores migrantes no acompañados representan los nuevos sujetos de movilidad, protagonistas de lo que algunos expertos describen como la tercera fase migratoria: la primera generación estaba constituida por la emigración del padre hacia Europa, la segunda por la madre como efecto de la reagrupación familiar y la tercera, por la del niño emigrante sin su familia de origen. Esta última fase del proceso migratorio se inicia a finales de los años 90, con el cierre y control de las fronteras, las políticas de visado y la emigración clandestina de los adultos (Rivas: 2005).
El BM ha puesto énfasis a la vulnerabilidad de los niños y los jóvenes durante todas las etapas de la migración. Por una parte deben enfrentar impacto psicológico por la separación de sus padres cuando éstos migran, aún y cuando los niños/adolescentes pueden beneficiarse de ciertos logros materiales, ellos tienen el doble de probabilidades de sufrir estrés emocional. Ahora bien, si son los niños/adolescentes quienes migran éstos pueden verse expuestos a peligros como abusos sexuales, secuestros, ser parte de redes de explotación sexual y a generar cuadros de estrés, depresión que impactan en su salud mental y emocional (ILO, 2011).
En México, tradicionalmente los estudios sobre migración internacional han enfocado sus objetivos a definir la historia y causas de la migración (Durand, Douglas y Parrado, 1999; Lozano, 2002); aspectos económicos (Delgado y Márquez 2001; Delgado y Rodríguez 2001; Canales, 2003; López, 2002; Moctezuma, 2002), tópicos políticos ( Moctezuma, 2002; Verea, 2001; Imaz, 2006) ; identitarios y culturales (Canales y Zlolniski, 1998); de género ( Goldsmith, 1990; Petros, 2007; Ramos 2012); educativos (López , 2006). Pero pocos son aún los estudios que documentan los problemas emocionales y salud mental que implica la migración. Y estos acercamientos generalmente documentan la salud física y mental de los adultos que participan en este proceso migratorio (Frenk, et. al , 1987; Cuevas, 1989; Salgado de Snyder y Maldonado 1992; Salgado y Maldonado, 1994; Moctezuma, 1999; Faguetti, 2000; Marroni, 2000; D’Aubererre, 2000; Ramos, 2009).
En tanto, el estudio de la migración en población infantil y adolescente se ha abordado desde el estrés y la resiliencia (Boyd y Thompson, 1982; Escobar, 1998; Padilla, 1996, Rutter, 1993), en niños y adolescentes que han migrado, se han refugiado o radican en Estados Unidos (Guarnaccia, 1997), sobre el impacto de la migración sobre la salud mental de los hijos e hijas niños, adolescentes y jóvenes de migrantes internacionales. (Aguilera-Guzmán, Carreño, Juárez, 2004), o sobre algunos factores de orden psicosocial que repercuten en la salud mental de quienes migran, tales como el estrés y síntomas depresivos (Salgado de Snyder y Maldonado, 1992, 1994).
Este artículo expone la política pública diseñada para proteger a los menores migrantes no acompañados que son deportados por la Patrulla Fronteriza y que son entregados a dependencias gubernamentales mexicanos a través del Centro de Atención al Menor Migrante (CAMEF) dependiente del DIF de Nuevo Laredo. En primer lugar se presentan algunos antecedentes de los menores migrantes en el contexto de Europa, América Latina y México. Después se presentan las acciones que el gobierno mexicano ha desplegado en relación a la migración de menores. Posteriormente se analizan las contradicciones que se generan en la aplicación de políticas y prácticas dentro de un Centro de Atención a los Menores Migrantes. Por último, se presentan algunos elementos que pueden resultar útiles para la intervención con este grupo social.
1.2 Antecedentes de Menores Migrantes No Acompañados en Europa, Latinoamérica y México
En la definición de los menores migrantes encontramos diversas denominaciones que no solo se refieren a aspectos jurídicos sino que traen aparejadas concepciones teóricas e ideológicas que particularizan este fenómeno. Por ejemplo, la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas indica que "niños no acompañados" (llamados también "menores no acompañados") son aquellos menores que están separados de ambos padres y otros parientes y no están al cuidado de un adulto al que, por ley o costumbre, incumbe esa responsabilidad (UNICEF, 2012) Asimismo en su artículo 1 se entiende por “niños separados”, los menores separados de ambos padres o de sus tutores legales o habituales, pero no necesariamente de otros parientes. Por tanto, puede tratarse de menores acompañados por otros miembros adultos de la familia (UNICEF, 2012)
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en 1997, define los Menores No Acompañados como:
“Un niño no acompañado es una persona menor de dieciocho años, a menos que en virtud del derecho aplicable al niño, éste alcance la mayoría de edad antes; que está separado de su padre y de su madre y del que no se ocupa ningún adulto que en virtud de la ley o de la costumbre, deba desempeñar dicha función.” (ACNUR: 1997:1).
El Consejo de la Unión Europea, amplia los términos a expresiones como “menores inmigrantes no acompañados”, “menores en situación de desamparo” o “menores inmigrantes de la calle” (art. 1 de la Resolución del Consejo de la Unión Europea). En tanto la Alianza Internacional Save the Children y ACNUR en el proyecto Niños no acompañados en Europa (NNAE), introduce un nuevo término: el de menores separados (ACNUR: 2008).
En tanto el proyecto CON RED, reflexiona sobre la complejidad de este fenómeno y propone el concepto “menor migrante no acompañado” (MMNA). Se desea resaltar la característica que estos menores tiene un fin migratorio concreto, que la migración es una situación mundial donde las relaciones entre el origen y el destino son continuadas e interdependientes. Asimismo, sostiene que la palabra migrantes, incluye tanto a menores que acceden al territorio como demandantes de asilo como inmigrantes irregulares (CON RED, 2005).
En el caso de Europa, la existencia de niños y jóvenes migrantes solos se percibe como problema a partir de 1980, debido al incremento de éstos y a la perspectiva proteccionista que se les aplica, derivada de los acuerdos internacionales de protección a los menores. Esta percepción también tiene relación con la construcción cultural de la infancia y la adolescencia y las etapas de maduración de los jóvenes en el contexto europeo, muy diferentes de las de los países de origen. Las características que definen a estos niños y adolescentes es que son menores de edad, considerando la declaración internacional de los derechos de la infancia que fija a los 17 edad máxima para tener tal calidad; son extranjeros, provienen de países no pertenecientes a la Unión Europea, denominados “terceros países” (Jiménez, 2003:26). Se encuentran solos, regularmente viajan solos desde su país pero también, de acuerdo a otras definiciones, se pueden incluir a infantes que, a pesar de encontrarse con adultos, estos no los atienden o no lo hacen diligentemente. Aun cuando es un grupo minoritario dentro del flujo migratorio, al estar indefensos regularmente son víctimas de las redes organizadas de explotación sexual o son insertadas en servicios domésticos, en caso de las chicas menores, sin protección laboral alguna (Jiménez, 2003:27).
En América Latina, luego de las diversas dictaduras militares de los años 80 se instauran regímenes democráticos, que van instalando un sistema económico con tintes neoliberales que permitieron una apertura económica de la región pero sin los resultados esperados y con costos sociales elevados de la población que han derivado en condiciones de vida pauperizadas. Esta incidencia de la pobreza extrema afecta en mayor proporción a la infancia que a cualquier otro grupo de la población. El informe del estado mundial de la infancia 2005 de UNICEF, titulado “La infancia amenazada”, informa que el número de menores de 18 años en América Latina y el Caribe se ubica en 197 millones y más de 121 millones de niños y niñas en edad escolar primaria no asisten a clases y la mayoría son niñas. La pobreza es relativamente homogénea entre los menores de 5 años y los que tienen entre 6 y 12 años, ya que la incidencia de la pobreza extrema en ambos grupos de edad es de alrededor de un 30%. Por otra parte, dicho porcentaje es mucho más alto en las áreas rurales que en las urbanas; en estas la pobreza extrema afecta a cerca de un 22% de los niños, en tanto que en las áreas rurales el porcentaje aumenta hasta casi un 50% (Unicef: 2005).
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