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Enviado por   •  28 de Septiembre de 2014  •  Tesis  •  1.079 Palabras (5 Páginas)  •  192 Visitas

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sssDurante décadas los países ricos del mundo desarrollado han prodigado subsidios a sus agricultores, por lo común para garantizarles un precio mínimo por lo que cosechan. El objetivo ha sido protegerlos de los efectos devastadores de los precios bajos de los bienes básicos y de ese modo se pretende conservar el estilo de vida rural histórico. Esta manera de pensar genera apoyos económicos para los agricultores de las naciones ricas que se calcula superan los 300.000 millones de dólares. Por ejemplo, la Unión Europea fijó un precio mínimo para la mantequilla de 3.3 euros por tonelada. Si el precio mundial baja más de esa suma, la Unión Europea compensará la diferencia en la forma de pagos directos o subsidios a los agricultores1.

La UE no es la única en esta práctica. En Estados Unidos, se entregan subsidios a muchos agricultores y ordeñadores. Un ejemplo es la garantía a los cultivadores de algodón de que obtendrán por lo menos 0.70 dólares por libra (454 grs.) de algodón que cosechen. Si los precios mundiales bajan de esa suma, el gobierno compensa la diferencia y les gira un cheque2.

Una consecuencia de estos subsidios es que hay un excedente de producción. El excedente se vende en los mercados mundiales, en los que la oferta adicional rebaja

1 En total, los productores de lácteos de la UE reciben alrededor de 15.000 millones de dólares al año en subsidios para producir leche y mantequilla, lo que equivale a unos dos dólares diarios por vaca, una cifra que es más del ingreso diario de más de la mitad de la población del mundo. En general, los agricultores de la UE reciben al año 53.000 millones de dólares en subsidios.

2 Alrededor de 25.000 cultivadores reciben al año subsidios por 3.400 millones de dólares. El total de subsidios agrícolas en EE.UU llega a cerca de 19.000 millones de dólares anuales.

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los precios. Así, es más difícil para los productores del mundo en desarrollo vender su producción con alguna ganancia. Por ejemplo, los subsidios de la UE a los productores de remolacha azucarera suman más de 4.000 dólares por acre. Con un precio mínimo de garantía que supera los costos de producción, los agricultores plantan más remolacha de la que absorbe el mercado europeo. El excedente, unos 6 millones de toneladas por año, se envía al mercado mundial, donde deprime los precios. Se calcula que si la UE dejara de enviar sus excedentes, los precios del azúcar aumentarían un 20%, lo que marcaría una gran diferencia ara naciones en desarrollo, como Sudáfrica, que exporta más o menos unos 2.6 millones de toneladas de producción azucarera anual. Con un aumento de 20% en los precios, la economía sudafricana ganaría alrededor de 40 millones de dólares más con las exportaciones de azúcar.

Los subsidios estadounidenses a los cultivadores de algodón tienen un efecto similar. Estados Unidos fomenta un excedente de producción que luego coloca en el mercado mundial, los subsidios de ese país al algodón deprimen los precios de esta fibra más del 50% desde mediados de la década de 1990. Los precios bajos del algodón le costaron a Brasil más o menos 690 millones de dólares en pérdidas de ingresos por exportaciones en 2001 y 2002. La India, otro gran productor de algodón, calcula que los subsidios estadounidenses redujeron sus ingresos por exportación de algodón en alrededor de 1.000 millones de dólares en 2001. De acuerdo con la organización de beneficencia Oxfam, el gobierno estadounidense gasta cerca de tres veces en subsidios al algodón de lo que gasta en ayuda para África. En 2001, la nación africana de Mali, perdió alrededor de 43 millones de dólares en ingresos de exportaciones debido a la caída de los precios del algodón, mucho más que los 37 millones de dólares que recibió como ayuda de EE.UU ese año.

En general, la Organización de las Naciones Unidas calcula que mientras las naciones desarrolladas entregan alrededor de 50.000 millones de dólares en ayuda al mundo en desarrollo, los subsidios agrícolas cuestan a los productores subdesarrollados cerca de 50.000 millones de dólares en pérdidas de ingresos de exportación, lo que de hecho cancela el efecto de la ayuda. Como señaló un funcionario de la ONU: “De nada sirve construir caminos, clínicas e infraestructura en las zonas pobres si no se les da acceso a los mercados y la maquinaria para crecer”. Del mismo modo, Oxfam adoptó una postura inusitada para una institución de beneficencia, pues respalda con firmeza la eliminación de los subsidios agrícolas y el apoyo a los precios. Si los precios mundiales aumentaran y la producción se trasladara de los productores caros de EE.UU y Europa a los productores baratos del mundo en desarrollo, Oxfam asegura que los consumidores de las naciones ricas se beneficiarían de precios internos más bajos y de la eliminación de los impuestos que se necesitan para pagar esos subsidios, mientras que los productores del mundo en desarrollo ganarían en una competencia más justa, mercados más amplios y precios mundiales más elevados. A la larga, el mayor crecimiento económico que se daría en las naciones en desarrollo, que dependen de la agricultura, beneficiaría a todos.

Aunque los subsidios van en contra del espíritu de las reglas de la OMC, en términos del “acuerdo de paz” de 1995, los integrantes de las organización accedieron a no demandarse entre sí por los subsidios agrícolas. Sin embargo, el acuerdo expiró el 31 de Diciembre de 2004. Hay cada vez más indicios de que si los países ricos no emprenden medidas para recortar pronto los subsidios, varios países que son

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eficientes exportadores agrícolas lanzarán un asalto a esos subsidios. Brasil, ni siquiera esperó a que expirara el acuerdo: a finales del 2003 interpuso una querella en la OMC en la que afirmaba que EE.UU había retenido su posición como el segundo mayor productor de algodón del mundo y el mayor exportador, al pagar 12.500 millones de dólares en subsidios a los agricultores entre agosto de 1999 y julio de 2003. Brasil argumentó que en 2001 y 2002, Estados Unidos canalizó casi 4.000 millones de dólares a sus cultivadores de algodón por cosechas con valor de apenas 3.000 millones, lo que abatió los precios mundiales y le costó a Brasil 600 millones de dólares en ventas perdidas. En un fallo provisional, la OMC aceptó que los subsidios estadounidenses, al fomentar los excedentes de producción, redujeron los precios del algodón y perjudicaron a los exportadores brasileños. Estados Unidos apeló y pueden pasar dos años antes de que se resuelva el problema.

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