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Mi Vida Y Mi Verdad


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2012  •  752 Palabras (4 Páginas)  •  412 Visitas

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Fue hace 13 años que conocí a Valeria. Ella tenía apenas 16 años, tenía unos ojos grandes y muy hermosos, una cabellera que me deslumbró. Fueron unos besos, tan solo unos besos que ella me dio, tomándome con sus dos manos. Unos besos que al rozar nuestros labios, y que hasta el día de hoy, guardo su aroma, y siento esa sensación. Han pasado 13 años y la sigo amando tanto o más que en ese año, por nada ha cambiado en ese sentimiento que nació puro y sincero. Te sigo viendo, con esos ojos hermosos, con tu cabellera larga, esa sonrisa con carita de yo no fui. Siempre te he recordado y siempre te recordare. Ojala pudiera voltear las hojas del tiempo hacia atrás y poder disfrutar estos momentos y todos estos años perdidos contigo, años en los que me hiciste sentir, sufrir, pensar, querer, amar…. hasta el día de hoy.

Solamente espero y deseo que la vida me entregue a su debido tiempo algo tan intenso, cicatrizante y marcante para el resto de mi vida, como fueron esos días en mi vida que pude compartir con Valeria. De ser así, ojala con ella, poder volver a tenerla junto a mí. Quizás por ser un crio o quizás porque el destino lo quiso así, no supe jugar bien mis cartas, ni supe valorar lo que tenia. Posiblemente miedo a la distancia, a no volver a sufrir como sufrí aquel día en el que me separe de ella sin saber que seria para siempre.

El simple hecho de volver a vivir la angustia que sufrí la primera vez por alejarme irremediablemente de esta chica, una chica maravillosa, que en tan poco tiempo me pudo hacer sentir tanto y tan bien, me aterraba, me hacía sentirme una miserable, incapaz de poder disfrutar de ella todo lo que me hubiese gustado disfrutar. El llegar a Barcelona, el tenerla tan lejos, el no poder besarla, abrazarla, no poder volver a oler su aroma, la dulzura de sus labios al besar.

A día de hoy podría decir que he vivido un dolor similar en dos ocasiones a lo largo de mi vida. La pérdida de Valeria y la pérdida de mi madre. Un dolor irremediable, inmedible, irreversible, insoportable, con el cual tienes que aprender a vivir, por las buenas o por las malas, porque no tienes vuelta atrás. O aprendes, o te hundes.

Somos tan insignificantes que tenemos que darnos de bofetadas en la vida para apreciar lo que tenemos, lo que es el amor, el cariño, la compañía, el calor familiar…. Qué triste es tener que perder a gente querida para darte cuenta de todas estas cosas tan básicas, que las hemos tenido desde el primer suspiro de vida y no las hemos sabido apreciar como es debido.

La realidad fue inminente. Casi tanto como la ruptura. Hablo de realidad porque es la que estoy viviendo a día de hoy. Llamarme iluso, loco, lo que quieras, pero sigo viviendo día a día con la esperanza de volver a cruzar nuestras vidas, hablar de lo ocurrido, de los fallos que tuvimos, de sincerarnos, solucionar las tonterías del pasado y abrir nuestros corazones para poder compartir

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