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Movimientos Feminista en Honduras


Enviado por   •  12 de Febrero de 2015  •  22.124 Palabras (89 Páginas)  •  253 Visitas

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Movimientos Feminista en Honduras

Breve historia

A través de los siglos, las mujeres han solido ser excluidas del goce de los beneficios sociales propios de cada época. Han tenido que esforzarse por sí mismas y derribar muchos obstáculos para lograr que le sean reconocidos y se respeten sus derechos. El acceso a la educación, el trabajo, la participación social, económica y política han sido, de un modo u otro, privilegios de los hombres.

La situación de la mujer precolombina era bastante similar a la de cualquier otra cultura de la antigüedad, culturas patriarcales en las que el poder estaba en manos de los hombres. La mujer no pasaba de ser un objeto de intercambio. Un caso re- conocido es el que se daba en una de las civilizaciones mesoamericanas mas evolucionadas, la azteca. Es sabido que Malinche, princesa azteca que tras un enfrentamiento entre tribus, cuando apenas era una niña fue cedida como esclava, pues “esa era la tradición de aquellos tiempos” y, años más tarde, fue nuevamente regalada como esclava, esta vez a Hernán Cortés, por el cacique de Tabasco, junto a otras diecinueve mujeres, algunas piezas de oro y un juego de mantas. Cortés descubrió que Malinche hablaba varias lenguas nativas y la utilizó como intérprete a fin de tejer alianzas con los pueblos sometidos por los aztecas, lo cual le facilitó al conquistador el sometimiento de aquel imperio.

Por otra parte, todos los principales gobernantes de las civilizaciones precolombinas fueron hombres, la mujer ocupaba casi siempre un papel muy secundario y, de paso, han sido invisibilidades por la historia antropocéntrista.

Con la conquista y la colonización, continuó siendo excluida del derecho a la educación en letras; solamente se instruía en virtudes como la castidad, la honestidad, la modestia y la lealtad y en oficios, valores que contribuían a perpetuar su estado de subordinación.

Durante los siglos XVI y XVII los únicos que recibían educación en letras eran los hijos de los españoles, y aquí se contaba con unas tres escuelas. El desequilibrio alcanzaba a los hijos de los aborígenes que apenas recibían educación fundamental en el aprendizaje del idioma español y en la cristianización.

Hay que sobresaltar que la educación era solamente para niños varones, medida que desconocía la decisión de la Corona española transmitida a través de la emisión de ordenanzas que establecían la obligatoriedad de crear escuelas para niñas. Es a mediados del siglo XVIII cuando el tema de la condición social de la mujer comenzó a recibir atención por parte de los periódicos que circulaban en la época. Esto dio como resultado una relativa expansión de la casi nula educación femenil.

La primera escuela de niñas que se fundó en Honduras fue en Comayagua, a finales del siglo XVIII, por decisión de don Luciano San Martín. Aunque el mayor apoyo a las mujeres para recibir educación provino del sabio José Cecilio del Valle, plasmado en la misma redacción del Acta de Independencia.

Como es sabido, en el Acta se instituye que la mujer es la mejor institutriz que puede tener un niño, por lo tanto había que nacionalizarla, estimular su interés en las actividades que realizaba; además, se contempló que la educación proporcionaría aptitudes, capacidades y valores necesarios a la sociedad, por lo que nadie debía ser excluido de la educación, principalmente la mujer.

Este primer paso dado por Valle facilitó el que las mujeres tuviesen acceso a las primeras letras. De aquel tiempo al presente, vemos a las mujeres destacarse, por méritos propios, en todas las áreas del conocimiento, la ciencia y la participación ciudadana.

Movimiento Feminista de Honduras En esos movimientos existió siempre una importante participación de mujeres, aunque sus aportes y reivindicaciones propias se confundían y se disolvían entre aquellas de clase, antiimperialistas, de derechos humanos. Esta experiencia organizativa brinda sin embargo las bases para crear con el tiempo organizaciones que les son propias, dedicadas al estudio de sus necesidades como mujeres, y es la génesis del esfuerzo de construcción de nuevos espacios de participación asumiendo sus propios temas, incorporando a otras mujeres y proponiendo desde una perspectiva de género (en sus diferentes tendencias) cambios en la vida y construcción democrática del país.

Forman parte de los llamados “nuevos movimientos sociales”, y sin embargo, muchos de sus problemas parecen ser los mismos enfrentados años atrás por los movimientos históricos: división, coerción por el Estado, falta de propuesta y peór, una organización y dinámicas patriarcales en su fondo. Los nuevos movimientos sociales hondureños se aprestan a enfrentar los problemas que debilitaron, y llevaron casi a su extinción, a las primeras y más fuertes formas de organización popular. Sin embargo, aún en construcción, aun revisándose y descubriéndose, aún con problemas, las organizaciones de mujeres han adquirido una importancia definitiva como representantes de la sociedad civil hondureña.

Tras el golpe de Estado se ha marcado una cierta diferencia entre las llamadas “mujeres en resistencia” y las “feministas en resistencia”, desnudando quizá las normales diferencias geográficas y de clase, pero ofreciendo por primera vez desde la lucha por la aprobación de la Ley contra la Violencia Doméstica un nuevo espacio político común a las diferentes organizaciones de mujeres.

La fundación de la universidad del Estado (hoy Universidad Nacional Autónoma de Honduras) en 1847 excluía totalmente a las mujeres. Sin embargo el padre José Trinidad Reyes Sevilla, fundador de la universidad, tenía ya en mente la importancia de otorgar espacios de educación para la mujer. Enfrentado al gazmoñerismo extremo de la época que hacía palidecer incluso el suyo, el padre Reyes se convierte en la primera “feminista” Hondureña pegando en las paredes del convento de la merced sus escritos bajo un seudónimo femenino “Sofía Seyers”.

Uno no puede dejar de imaginar la risa socarrona, como quien no quiere la cosa del padre Reyes, y las exclamaciones de airada indignación por parte de otros curas del convento cada vez que se encontraban en las paredes del convento uno de los manifiestos de Soía Seyers.

Las ideas de Sofía Seyers se articulaban en torno a principios fundamentales del feminismo del siglo XIX: la creencia en la igualdad racional o intelectual de la mujer con el hombre, y por lo tanto, en su derecho a recibir una educación formal plena. Planteaba Reyes (Sofía):

• “Reclamo, únicamente, la igualdad de educación. Reclamo que se considere que las almas

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