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Percepción de género en América Latina


Enviado por   •  23 de Octubre de 2022  •  Reseñas  •  1.413 Palabras (6 Páginas)  •  36 Visitas

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Percepción de género en América Latina

En 1997, en América Latina, el 15,8% de los hombres no tenía ingresos, y las mujeres sin ingresos alcanzaban al 47% de la región. Para el año 2016 el porcentaje de hombres se redujo a 12,5% y el de mujeres a 29,7%. Si bien la brecha entre hombres y mujeres que no reciben ingresos se redujo de 31,2% a 17,2%, tanto la brecha como el porcentaje de mujeres que depende de ingresos ajenos sigue siendo muy alto.

El único país que no redujo el porcentaje de mujeres sin ingreso en estas dos décadas fue Guatemala, cuya población sin ingresos alcanza al 51% de las mujeres y al 14% de los hombres. A pesar de mantenerse por encima del promedio, Venezuela redujo un 31% el porcentaje en este período, Honduras un 29,7% y Costa Rica un 28,2%. México, por su parte, aumentó en un 38,5% la población femenina con ingresos propios en estos años, así como Chile un 29,6% y Colombia un 26,4%.

Si bien este indicador es fundamental para medir el nivel de autonomía económica de las mujeres no explicita el origen de los ingresos y, por lo tanto, no refleja el cambio de rol de la mujer en la sociedad en estas últimas décadas. Como puede verse en los datos anteriores, la cantidad de mujeres sin ingresos propios es alta. Sin embargo, estas cifras ocultan el tiempo que ocupan las mujeres en las tareas domésticas y de cuidado de la familia sin recibir nada a cambio. En un estudio, se encontró que dicho tiempo dedicado equivale a cantidades similares a un trabajo de tiempo completo. Este trabajo, sin embargo, no es reconocido como parte del producto interior bruto, no es reconocida la mujer como trabajadora y, por lo tanto, no recibe aportes para la pensión ni obra social. Algunos países han avanzado en reconocer a estas mujeres como jefas de hogar permitiéndoles el acceso a una jubilación y un ingreso mínimo, pero a nivel regional es mucho lo que falta avanzar.

Brasil es reconocido internacionalmente como uno de los países más desiguales del mundo. Las desigualdades brasileñas son el resultado de opciones políticas que consolidan las disparidades en el acceso a la educación, la salud y los ingresos, dificultando la movilidad social. Por lo tanto, las manifestaciones de las desigualdades sociales brasileñas tienen como estructuración: la desigualdad de ingresos, racial y de género que son resultado del “sexismo, la opresión, el racismo, la discriminación y la segregación”. Los estudios sobre desigualdad suelen estar sesgados en el análisis de los ingresos, sin embargo, la desigualdad es un concepto que va más allá de los ingresos, incluyendo las disparidades en el acceso a la educación, la salud y la vivienda, así como las diferencias en la participación política.

Estas múltiples desigualdades limitan el pleno desarrollo humano. Estos obstáculos son aún más fuertes cuando se consideran otros elementos como: sexo, raza o color, discapacidad y lugar de residencia. Las múltiples formas de manifestación de la desigualdad describen disparidades aún más profundas que la simple “suma” de desigualdades.

Como puede verse, las características que asume la desigualdad de género en la economía mantienen, al día de hoy, un fuerte arraigo estructural, y la tendencia advierte sobre un posible estancamiento o nuevo aumento del nivel de desigualdad si se considera la perspectiva económica regional. En este sentido, es necesario considerar que el índice de feminidad de la pobreza se encuentra muy alto, indicando que la pobreza afecta en mayor grado a las mujeres que a los hombres y que una mayor desigualdad tendrá mayor impacto en los niveles de pobreza de las mujeres.

Dada esta situación y ante estos indicadores, la igualdad de derechos no basta para alcanzar la equidad de género. Se necesita la creación de políticas públicas que, ante las desigualdades existentes y evidenciadas en los datos, regulen la actividad tanto pública como privada.


Em 1997, na América Latina, 15,8% dos homens não tinham rendimentos, e as mulheres sem rendimentos representavam 47% da região. Em 2016, a percentagem de homens tinha baixado para 12,5% e a das mulheres para 29,7%. Enquanto o fosso entre homens e mulheres sem rendimentos caiu de 31,2% para 17,2%, tanto o fosso como a percentagem de mulheres que dependem de rendimentos externos continuam a ser muito elevados (Piscopo & Thomas, 2017).

O único país que não reduziu a percentagem de mulheres sem rendimentos durante as duas décadas foi a Guatemala, onde 51% das mulheres e 14% dos homens não têm rendimentos. Apesar de permanecer acima da média, a Venezuela reduziu a sua percentagem em 31 por cento neste período, as Honduras em 29,7 por cento e a Costa Rica em 28,2 por cento. O México, por outro lado, aumentou a sua população feminina com rendimentos próprios em 38,5% nestes anos, tal como o Chile em 29,6% e a Colômbia em 26,4% (Archenti & Tula, 2017).

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