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Dominación de género Toda la América Latina


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2017  •  Reseñas  •  2.086 Palabras (9 Páginas)  •  140 Visitas

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Universidad Pedagógica Nacional

Licenciatura en Español e Inglés

Claudia Marcela Penagos Ramírez

Amor, sexualidad y Género

Liliana Chaparro.

 

                                         Reseña Crítica.

Toda la América Latina, desde el mismo momento de su colonización se ha visto coartada, dentro del contexto social, político y económico. Ha sido subyugada y oprimida a labor de los países de “primer mundo”, olvidando la riqueza cultural y étnica, ésta, siendo utilizada como arma de doble filo, haciendo que estas diferencias remarquen más esa situación precaria en la que se ha encasillado, a raíz de esto, aunque no siendo los únicos, pero sí en mayor medida nos hemos visto enfrentados, como resultado de todas estas problemáticas, a ciertos fenómenos sociales como; el racismo, el sexismo, la xenofobia y la homofobia prácticas negativas que nos hacen desconocer el poder que como sociedad podríamos llegar a tener y que nos ubica en un mundo retrógrada y hostil, trayendo a colación conceptos denigrados y en algunos lugares incluso estigmatizados o ignorados: Género, raza y sexualidad.

Estos conceptos, anteriormente nombrados, son traídos a los discursos y al debate con más fuerza, entre los sesenta y los setenta, como enmarca Ochy Curiel,

“desde la década de los sesenta y setenta, los movimientos de liberación nacional, los movimientos frente al imperialismo norteamericano, frente a las dictaduras provocaron importantes cambios en la política y en el pensamiento social crítico. Paralelamente el ecologismo, el pacifismo, los movimientos negros e indígenas, la segunda ola del feminismo, fueron las expresiones políticas más importantes de este momento dando lugar a lo que posteriormente se denominó “nuevos movimientos sociales” que colocaban nuevas cuestiones (sexo, raza, sexualidad, etnia etc..) como categorías importantes para entender lo social desde sus demandas identitarias y por el reconocimiento.”  (Curiel, 2014)

Lo conflictivo de estos conceptos traídos a una sociedad tan marcada por el sesgamiento, es el poco entendimiento de estos o el entendimiento parcial.

 Por ejemplo, mucha gente cree que el género se deriva netamente del órgano sexual con el que se nace, es decir, el género biológico, olvidando así las distintas expresiones y comportamientos que también enmarcan este concepto, he aquí uno de los mayores problemas de la compresión de este, lo que logra un desconocimiento y que solo se atribuya a la anatomía. Pero como remarca la psicóloga Hernández García, en la construcción de género del individuo, el papel de la sociedad y su participación en esta juegan un rol importantísimo para la adquisición de una identidad ya sea femenina o masculina. (García, 2006).

Es importante aclarar que, si bien desde los ochentas se ha venido trabajando este concepto, es en el feminismo donde cobra mayor fuerza. Ya que las mujeres, a lo largo de la historia hemos tenido que cargar con el peso de una segregación y disminución que antes se le atribuía a lo biológico naturalizando así estos comportamientos.

Especialmente, en la segunda ola del feminismo es donde estas discusiones e inconformidades frente al debate de género, cobran mayor fuerza. Y es en esta ola, que va desde los sesenta hasta finales de los ochenta que nacen las primeras organizaciones, bien conformadas y estructuradas, de mujeres empoderadas, organizaciones feministas, como, NOW (National Organization or Woman”, NWPC “National Woman’s Political Causcus” “Chicago’s Woman Liberation Union”, entre otras, que trajeron al panorama las incoherencias de los discursos de género que se venían llevando a lo largo de la historia, poniendo en perspectiva todo esto.

Así, como señala Curiel, en los setenta nacen los estudios y perspectivas de género los cuales tienen como mayor aporte el evidenciar que lo que la sociedad marca como hombre y mujer está lejos de “Los determinismos biológicos”, y más cerca de las construcciones sociales. (Curiel, 2014).

La construcción social  arbitraria de lo biológico, trayendo un poco a Bordieu, se ha insertado profundamente en las estructuras sociales y prácticas, configurando toda una serie de valores asociados al deber ser de las personas en su transitar por el mundo; esta construcción social de lo biológico se hace legítima por medio de mecanismos sociales efectivos en la naturalización de las relaciones de dominación, el trabajo de socialización que las instituciones realizan en las personas desde las más tempranas edades, logra en ellas la incorporación y la asimilación de una serie de hábitos diferenciados de acuerdo con los principios de división del mundo enunciados anteriormente, y así mismo, se cumple con el objetivo de que la sociedad perciba el mundo de acuerdo a dicha división;  (por medio de la formación) se hace plausible la construcción social del cuerpo, un ejemplo es la exclusión de las mujeres desde la infancia en ciertas tareas consideradas propias de los hombres, y en el caso de la escuela, existe una noción de debilidad de las niñas a la hora de realizar actividades en diferentes disciplinas, por lo que se les exige menos o lo “adecuado para las mujeres” (hacer menos operaciones matemáticas, menos deporte etc.), es por esto que Bourdieu menciona que las instituciones cumplen con la labor de acentuar las diferencias en cada sujeto (en el caso de las escuelas: los uniformes, las normas de etiqueta para niñas etc.), y de excluir o normalizar todo aquello que no se rige bajo la división dominante del mundo en dos hemisferios.

Estas formas de pensar y de actuar se van asimilando paulatinamente, de forma inconsciente o por obediencia, haciendo cada vez más natural el imperativo de dominación androcentrica, inclusive, algunas formas de responder ante la dominación masculina siguen encontrándose bajo las mismas lógicas de la dominación, si bien en la actualidad se perciben nuevas formas de ser mujer que no cumplen a cabalidad este disciplinamiento constante del cuerpo, la subordinación a la masculinidad es evidente, como es el caso de las mal llamadas “mujeres trofeo” que inconscientemente se exhiben para satisfacer a algunos requerimientos masculinos, o la rivalidad (también considerada como algo natural) entre las mismas mujeres, los celos, la envidia y la competencia constante son formas distintas de ejercer la feminidad pero que siguen girando en torno al falonarcisismo masculino. (Bordieu, 2000)

Esta diferenciación entre lo masculino y femenino cierra el camino a las miles de  identificaciones de género , que fuerza a elegir un “Camino”, o se es día o se es noche y esto remarca el “ insistir en la coherencia y la unidad de la categoría de las mujeres [que] ha negado, en efecto, la multitud de intersecciones culturales, sociales y políticas en que se construye el conjunto concreto de mujeres”. (Butler, 2002)

 Otro de los problemas del desconocimiento de este concepto, es el agrupar a todas las mujeres en una misma realidad, cuando es evidente que hay diferencias aplastantes, por ejemplo, entre un grupo de mujeres afrodescendientes o un grupo de mujeres del medio oriente o un grupo de mujeres latinoamericanas.

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