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FEMINISMO, PODER Y LA LUCHA POR LA EQUIDAD DE GÉNERO EN AMÉRICA LATINA

Yessica MarSerEnsayo6 de Diciembre de 2015

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MÉXICO[pic 1][pic 2]

FACULTAD DE PSICOLOGIA

COMPRENSIÓN DE LA REALIDAD SOCIAL II

ENSAYO: FEMINISMO, PODER  Y LA LUCHA POR LA EQUIDAD DE GÉNERO EN AMÉRICA LATINA  

FECHA DE ENTREGA: Martes 1 de diciembre de 2015

PROFESORA: Patricia Bedolla Miranda

NOMBRE: Yessica Martínez Serrato

A lo largo de la historia hemos observado como los seres humanos, entes en extremo complejos en cuanto a pensamiento, conductas e intereses, hemos estado ocupados desde épocas inmemorables en la búsqueda de poder, que en esencia  se refiere a la capacidad para imponer nuestra voluntad a nuestras circunstancias. El problema deviene cuando esas circunstancias involucran a terceras personas, ya que entonces aparecen fenómenos poco agradables, como la ambición política, el deseo de conquista, la adquisición de riquezas a costa de todo y de todos, la desigualdad de clases sociales  y por su puesto el machismo.  

Ocupándonos más de éste último punto podemos referirnos como desigualdad de género al poder, mayoritariamente ejercido por  los hombres, al acceso a las decisiones y a los distintos recursos y al machismo como una actitud, un comportamiento o  cumplimiento de un rol donde siempre se establece una relación de desigualdad y supremacía ante la mujer, marcando posiciones de arriba y abajo que posee componentes económicos, sociales, históricos, culturales y psicológicos.

Por su parte, su oponente natural, el feminismo, surge en respuesta a las ideas establecidas por el machismo, luego entonces  el feminismo se concibe  como un  compromiso para poner fin a la dominación masculina tratándose  de un movimiento creado en el discurso, con el sentido de que la esencia del feminismo, según se ha practicado y narrado, es la redefinición de la identidad de la mujer.

Así pues la idea de la equidad  de género  plantea que se debe llegar a la creencia de que tanto hombres como mujeres, deben tener equidad de derechos y oportunidades, ésta es la teoría de la justicia  económica, política y social de los sexos.

Importante es remarcar en este hecho la distinción entre la palabra igualdad y equidad, pues en definitivas cuentas tratar con igualdad a desiguales no es la respuesta ni mucho menos la solución del problema, conociendo de antemano que en efecto los hombres y las mujeres somos por demás diferentes.  

En cuanto a la distribución geográfica del machismo y la violencia de género sabemos que existen en todo el planeta, y que no es un problema exclusivo de una región o de algún país, sin embargo es claro que existen sociedades que presentan atrasos en materia de equidad de género, sobre todo desde la perspectiva occidental dirigida hacia Oriente Medio, aunque la realidad es que América Latina se  tienen problemas aún más graves en este aspecto.

CONTEXTO HISTÓRICO DEL FEMINISMO

Así para abordar ésta temática es necesario comentar los antecedentes históricos del discurso feminista  que como movimiento social de mujeres que se inició hace más de 200 años ubicando  su surgimiento en la época de la Revolución Francesa, sin embargo sus orígenes se remontan más allá de hace 600 años.

El feminismo se introduce en la historia a través de dos posiciones práctico-discursivas. El primero es el feminismo de la igualdad que se da en el siglo XIX y parte del XX, el cual es impulsado por una lucha política para consolidar derechos civiles que les son negados a la mujer, como el derecho a voto, donde se busca la igualdad desde la equiparación jurídico-formal y la ocupación legitima de sus propios territorios político- económicos. Ello se concreta en el libre acceso a la educación y al proceso productivo, mediante la incorporación al trabajo. Actualmente, se sigue buscando mejoras en lo que se refiere a la igualdad de oportunidades, en relación a las diferencias de sueldos entre hombres y mujeres, a la reivindicación de derechos reproductivos y a la protección legal contra la violencia sexual.

El segundo es el feminismo de la diferencia o radical que postula una re-definición y re-apropiación simbólica del ser mujer; este feminismo re-situará los atributos contenidos en la abstracción de la tradición occidental del hombre-universal, en un nuevo espacio práctico discursivo que tiene en el concepto de género su más firme referente. La equiparación de género y sexo permite, la constitución de una subjetividad singular femenina y con ello el restablecimiento de la genealogía femenina como necesidad de orden simbólico y social.

Es así como el  feminismo resume siglos y siglos de esfuerzo de miles de mujeres y de hombres que lucharon por cambiar una situación injusta y aberrante.

PERSPECTIVA DE GÉNERO

Bajo ésta misma línea  para comprender a cabalidad la postura discursiva del feminismo es necesario ver el concepto de género, el cual es una categoría central de la teoría feminista. Se pone en tela de juicio que la diferencia sexual, la cual es dada biológicamente, sea la base cultural para las diferencias que marcan a un hombre de una mujer, es decir, que la atribución de características que se le otorgan a una mujer y un hombre se deriven de ese hecho biológico. En este sentido, el género sería una derivación de la diferencia sexual. Por lo tanto, lo que se cuestiona es la relación causal que se daría entre sexo-género, lo cual llevaría a un determinismo biológico. Por el contrario, las feministas postulan que el género correspondería a “la construcción social, cultural y psicológica impuesta sobre la diferencia sexual biológica” (Muñoz 1999: 16), lo cual significa que el género se construye culturalmente, y que depende de los contextos y del significado que se le dé a aquel. Esto implica que “es siempre mediado a través de otras categorías como la raza, la etnicidad, la religión, la clase social, el lugar de origen, la preferencia sexual” (Muñoz 1999: 16). De ello resulta que la construcción del género no constituye una materialidad social fija, sino que es más bien, un proceso en constante fluctuación, moldeado por la especificidad histórica, y que por ende, el sujeto de la enunciación ya no será abstracto o universal sino un individuo particular, posicionado sexualmente desde una particularidad, como puede ser mujer negra- indígena- burguesa, etc.

Lo crucial es comprender que a través de la tesis biologista de la diferencia sexual se pretende moldear un tipo de sociedad específico, en el cual, los roles y funciones están determinados por esa lógica, la mujer será el sexo débil y el hombre el sexo fuerte, esto es una señal de cómo ha funcionado el estigma bajo la diferencia sexual en el discurso androcéntrico. Las feministas al cuestionar este modelo ven la disparidad entre los sexos y las estrategias de poder que utilizan los hombres para mantenerse dentro de este orden establecido.

 MASCULINIDAD

Por otro  lado como ya se había introducido la masculinidad es una construcción social mediante la cual a lo masculino se le asigna una posición de superioridad sobre lo femenino, definiendo las relaciones entre masculinidad y feminidad como una relación de poder versus sumisión. Se entiende por masculinidad un conjunto de atributos asociados al rol tradicional de la categoría hombre.

Algunos ejemplos de esos atributos son la fuerza, la valentía, la virilidad, el triunfo, la competición, la seguridad, el no mostrar afectividad etc. De manera que a lo largo de la historia las personas consideradas hombres han sufrido una gran presión social para responder con comportamientos asociados a esos atributos. Los roles del género masculino están asociados a las actividades que implican el uso de la fuerza, la rudeza, la inexistencia de la ternura y la sensibilidad, implica la conquista del espacio público; mientras que las mujeres, desde el mundo privado, tienen definidos como roles el cuidado de los hijos y demás miembros de la familia, la realización de las labores domésticas, y en general de otras actividades que solo han sido concebidas para quienes no gozan del reconocimiento social.

HACIA UNA RECONSTRUCCIÓN DE LA CATEGORÍA DE GÉNERO

Una vez englobados ambos polos de la discusión podemos aseverar que el género como construcción social gobierna la vida política, social y económica de la sociedad, enmarcando a las personas en una especie de embace, ya sea  femenino o masculino, que limitan, excluyen y subordinan, afianzándose de esta manera las relaciones de poder que refuerzan la supremacía de lo masculino sobre la inferioridad de lo femenino.

Analizado de ésta forma se hace evidente la necesidad de una reconstrucción de la categoría de género en donde Teresita de Barbieri como una de las principales autoras que desarrolla el tema ubica dos campos principales. El primer campo se ubica dentro de los estudios de género. En este campo, el género se presenta como principal objeto de estudio a las mujeres, sus “condiciones de vida y de trabajo, la creación y la cultura producida por mujeres” (1993: 148). El segundo, introduce el análisis de la subordinación de la mujer en las diversas sociedades, con relación a la dominación masculina. Barbieri destaca tres de las perspectivas en las teorías sobre el tratamiento del género. La primera es la denominada “relaciones sociales del sexo” que privilegia la división social del trabajo  como núcleo motor de la desigualdad. Una segunda perspectiva considera los sistemas de género como sistemas de poder. La tercera línea tiene que ver con el control de la producción.

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