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Politica Para Amador Fernando Savater


Enviado por   •  3 de Abril de 2013  •  5.495 Palabras (22 Páginas)  •  1.119 Visitas

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Síntesis

Capítulo I “Henos aquí reunidos”

El tema central de este capítulo, es la naturaleza social de ser humano. El autor presenta un esquema de la sociedad,como una “red de lazos”, compuesta de leguaje, memorias compartidas, costumbres y leyes. Este ambiente, será aquel en el que los humanos nacen y reconocen desde el momento de su nacimiento como su mundo, el “mundo de los humanos”, así como aquel en el que se sienten seguros. Asevera Savater, que la sociedad es un invento meramente humano, es decir, creado por y para los humanos y es por ello que sabemos las razones de su organización y podemos hacer uso de este saber, en beneficio propio.

En el contenido de este apartado, se hace referencia a las leyes, se cuestiona el por qué deben ser obedecidas y responde que las leyes no son más que convenciones, que pueden ser modificadas y que favorecen la convivencia en sociedad. Asimismo, señala que la razón (elemento que nos hace distintos de los animales) es aquello que nos lleva a aceptar voluntariamente estas leyes.

El enfoque del resto del capítulo, es sobre la diferencia que existe entre animales y humanos, y el cómo la razón nos conduce a un solo objetivo que es la inmortalidad, y el deseo de vivir más y mejor y no sólo lo instintivo que es la sobrevivencia. Apunta que las sociedades humanas funcionan como “máquinas de inmortalidad” y que todo en la sociedad está orientado a combatir la muerte.

Capítulo II “Obedientes y rebeldes”

El tópico central de este capítulo, es la obediencia y la capacidad de sublevación del ser humano, así como sus motivos.

Comienza el autor, señalando la opinión de Aristóteles, acerca de que “el hombre es un animal cívico, un animal político” al hacer referencia a esta idea, se plantea aquella de que los humanos tenemos la capacidad de invención, de transformación de la sociedad, de sublevación. A diferencia de aquellos animales que viven en “sociedad”, es decir, con una organización bien establecida, los humanos, tal como señala Immanuel Kant, somos “insocialmente sociables”. Osea, que no sólo obedecemos sino también inventamos y nos sublevamos.

Lo anterior no es una reacción cualquiera, se debe, según el autor, a asegurar determinados objetivos de la misma sociedad, es decir, obedecemos cuando las razones nos parecen válidas y cuando no nos lo parecen nos sublevamos.

Se plantea el tema de la anarquía, y se cuestiona el ideal de que no debe existir gobierno alguno más que la propia conciencia del ser humano, ya que, según los anarquistas, el estado natural del hombre es la cooperación, la solidaridad, el apoyo mutuo. Estas ideas, afirman que las leyes, la autoridad y sus instituciones son el motivo de la desgracia del hombre.

Pero, ¿sería posible una sociedad sin política? En teoría, el tema de la anarquía es muy ideal, pero ya que al ser el hombre un animal político, un ente puramente social, los conflictos existen. El autor nos dice, que estos conflictos surgen en la imitación, en el interés. De manera que, se vive en conflicto porque los deseos de los humanos son muy parecidos entre sí.

Sin embargo, Savater expresa que los conflictos de intereses no totalmente malos, ya que gracias a ellos la sociedad se transforma y que esta sociedad no sería humana sin que los conflictos estuvieran presentes.

Señala también, en contraposición a las ideas anarquistas, que no es la política (conjunto de razones para obedecer y desobedecer) la que provoca los conflictos, sino que se ocupa de canalizarlos e impedir que crezcan hasta la destrucción del grupo. Es por ello, que se necesitan de estas personas o instituciones que deben ser obedecidas para mediar las disputas y que además de ello, esta llamada “autoridad política” tiene otras funciones, tales como, el apoyo a los ciudadanos, la defensa común, la realización de obras públicas, la modificación de las leyes ( de acuerdo a la evolución y necesidades del grupo social), entre otras.

Capítulo III “A ver quién manda aquí”

¿Por qué los miembros de una sociedad obedecen a uno solo? Este es el cuestionamiento que plantea el autor y en el que se desarrolla este capítulo.

Nos encontramos con anterioridad que el hombre se somete a la autoridad de un líder gobernante por las ventajas que esto le ofrece, entre ellas, el unir esfuerzos para lograr determinados objetivos que serían imposibles de alcanzar por sí mismo. Para esto, se necesita de una estabilidad, que garantice la unidad social.

En la opinión de Thomas Hobbes, “los hombres eligieron jefes por miedo a sí mismos, a lo que podría llegar a ser su vida si no designaban a alguien que los mandase y zanjara sus disputas”.

Basados en la idea de que a ningún hombre le gusta obedecer a otro hombre, apunta el autor que, los humanos se dieron a la tarea de otorgar cualidades divinas o de cierto modo, sobrenaturales a los gobernantes para obedecer sin sentirse humillados. De ahí que se les considerara dioses y se les rodeara de admiración y privilegios.

El autor nos hace una brevísima reseña histórica de la autoridad social, y equipara de la autoridad familiar. De ahí que nos presenta una analogía, señalando entre ambas ciertas semejanzas, como el hecho de que los hijos reconocen la autoridad de los padres al ver que son más fuertes y saben más cosas. Su fuerza física nos protege de agresiones exteriores, su experiencia nos da las primeras lecciones al igual que su inteligencia. Es por eso que a las autoridades políticas se les considera como padres de la colectividad.

En general, son varios los criterios que se siguen para elegir o designar un líder gobernante. En sus inicios, la humanidad está compuesta de grupos simples y por consiguiente la elección era más sencilla. En la actualidad, nos encontramos con sociedades más complejas, por tanto los asuntos políticos alcanzan un grado más complicado. Ahora los candidatos a la autoridad son mayores en número, las decisiones que debe tomar son distintas debido a que surgieron nuevos problemas. Dicho lo anterior, caemos en cuenta de que la fuerza y la inteligencia ya no serán los criterios suficientes para legitimar el poder.

La manera más esencial de legitimidad era el pasado, se decía, por ejemplo, que las mejores leyes era aquellas que llevaban años de observancia, que los mejores gobernantes serian aquellos que procedían de familian que habían gobernado con anterioridad.

Posteriormente, la religión fue otra manera de justificar el poder.

Capítulo IV “La gran invención griega”

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