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Próximo acto: COVID-19 - Eventos en vivo - 2021


Enviado por   •  10 de Noviembre de 2022  •  Informes  •  1.747 Palabras (7 Páginas)  •  35 Visitas

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Próximo acto: COVID-19 - Eventos en vivo - 2021

Luz María Veiga Ferrari

Imaginen aquella realidad donde los cubrebocas son meramente de uso clínico, el alcohol en gel no es la norma y donde el contacto físico no es desobediencia. En 2019 y principios del 2020, el mundo del espectáculo y eventos en vivo, parecían crecer sin horizontes. La asociación de promotores musicales de España suponía el 2020 como el mejor año de la historia de conciertos LIVE, teniendo en cuenta que se registró en los primeros meses del año un crecimiento tanto en el número de eventos como en facturación de un 40,73 % respecto del 2019. Este panorama se vio eclipsado por el infame 11 de marzo de 2020 cuando la OMS declaró que estábamos sufriendo una pandemia, poniendo fin a lo que se suponía era un momento óptimo para la industria musical y dando lugar a lo que la OBS Business School señala como “el peor año de la historia en la música en directo” (2021, P.15).  Recién en Argentina los eventos propiciaron una vuelta paulatina en agosto del 2021 y no bajo su formato tradicional. Raro es encontrar un contingente movilizándose con el fin de ver a su banda favorita al día de la fecha. ¿Qué pasó con ese ritual? ¿Volveremos a sentir el resonar de aquella canción que tanto nos gusta o será solo un recuerdo de lo que solíamos vivir?

Es lógico pensar en la cancelación o postergación a largo plazo de estos shows, innegable es que presentan un peligro inherente a la salud. Cientos de personas en multitud, muchas veces de diferentes puntos del mundo, sin ningún tipo de distanciamiento, presentaría una fiesta, pero ahora para el coronavirus. No muy alejado de esta situación, está la de la industria del turismo mundial, y más si se piensa a estos eventos como un segmento de la misma actividad. Los eventos culturales dinamizan a la actividad turística e impulsan la promoción, sumado a que hacen a las identidades de ciertos destinos. Pero estos no son los únicos puntos de contactos entre ambas actividades, sino que, lo que resulta más interesante, es que ambos presentando un riesgo, son de las actividades más esperadas para su vuelta y añoradas en su formato original. Alocado pensar que estos escenarios están siendo utilizados como lugares de prueba de rendimiento de eficacia de las vacunas, por el alto grado de contagio que podrían presentar este tipo de situaciones, y al mismo tiempo como símbolo de la vuelta a nuestras vidas. ¿Qué es esto que nos atrae a consumir este tipo de espectáculos, aunque presente un peligro?

Una situación cotidiana es encontrarse debatiendo entre qué bien o servicio queremos adquirir. Los eventos son efectivamente un servicio (caracterizado por su intangibilidad) que brinda la industria del espectáculo y de la cual la industria turística también se nutre. Los sujetos están constantemente frente a estas situaciones y no es inusual que se paguen elevados precios y se haga todo un plan en torno a comprar un servicio como son los eventos musicales en directo. Algo muy interesante es lo que remarca la especialista en Ciencias del Lenguaje y Comunicación Dra. Elsa Soro quien comenta que “El incremento del turismo musical se enmarca perfectamente en la tendencia experiencial y sensorial del turismo puesto que vehicula una vivencia colectiva y que involucra directamente los sentidos” (s.f, P.17). Entonces, de una necesidad y deseo, o más bien la motivación de tener una “experiencia”, surge por consecuencia la necesidad de consumir, de apropiarse, en este caso en una dimensión simbólica, de un momento subjetivo. Esta motivación, entendida por Jorge González Serra (2008), como aquel fenómeno subjetivo que se basa en un proceso psíquico que nos inducirá en determinada dirección a hacer o buscar algo. Por lo tanto, en un mundo donde la tecnología avanza y es cada vez más sofisticada en el área de sonido, no se encuentra raro que la venta de discos caiga y la venta de tickets para recitales crezca, ya que esta se encuentra impulsada por el simple hecho de querer asistir a un festival o evento. No es principalmente el artista lo que interesa, sino la experiencia, los significados, y el factor emocional. Esto no es ajeno a la industria, justamente la experiencia colectiva es de la cual históricamente se ha nutrido y basado el proceso musical, donde el cuerpo humano y los patrones de interacción entre ellos forman parte del entendimiento de la obra y se convertirán en espacios cargado de simbolismo y con un significado atribuido.

Así pues, se podrá decir que, ciertamente la sociedad que se habita es una sociedad ligada al consumo, en la que los sujetos que la conforman, según Lechner (2008), estarán constituidos por proceso ideológicos ambiguos, atravesados por la producción material que a su vez actuara como producción de significados y en donde los sujetos se constituyen por medio de la distinción y reconocimiento del otro.

Por ende, la experiencia, por más mercantilizada e insegura que se presente debido a la situación actual, sigue siendo uno de los factores dominantes, por su relevancia, y es por eso por lo que el público pide su vuelta y lo consume. Lo que la audiencia está dispuesta a relegar también se esconde en la noción de este concepto. Como menciona el profesor Larrossa[1] la experiencia es una manera de habitar el mundo, un concepto complejo, que engloba las nociones de esencia, sentidos, compartir momentos y lugares, que conforman la vivencia personal y el paso por esta vida terrenal.

Como se anticipó anteriormente, estos lugares ahora son el foco del problema. Lugares cerrados, mucha gente y acumulación no es lo más seguro hoy. ¿Cuál es el escenario[2] que nos está esperando y gestando?. Como se comentó, hoy en día se vive en sociedad, entendida como la organización de los sujetos en la cual la política y el estado rigen. Este a su vez comprendido como un aparato coercitivo, que se encargara de la regulación de conflictos (De La Vega, sf.). Por ende, el conflicto de dar luz verde a los eventos será una incumbencia del estado en este sentido. Si bien el mundo se encuentra fragmentando, hay eventos sumamente restringidos y hay conciertos casi pre-epidémicos en algunas ciudades del mundo. Esto dependerá de las políticas que se apliquen en las diferentes regiones ya que no hay un protocolo establecido globalmente para organizar o como proceder con estos eventos. Lo que si se encontrara son patrones guiados por lineamientos de la OMS (uno de los organismos dominante en el campo de la salud). Los eventos a menor escala que se harán, probablemente seguirán protocolos que obligan a incorporar test de antígenos, sistemas de controles térmicos, túneles de desinfección, uso obligatorio de mascarillas, adecuada ventilación y reducción de objetos que impliquen contacto. Todo esto muchas veces certificado por un ente gubernamental. La política pública que impera y a las que las productoras/organizadores apoyan con vehemencia es la aceleración de vacunación masiva con vistas a una posible vuelta a lo conocido. En el ínterin habrá que conformarse con las nuevas modalidades.

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